Aparece en la portada de su primer disco con una camisa azul con chorreras, típicamente country, la cabeza inclinada, y un sombrero Stetson cubriéndola. .webp)
Habitante de la zona rural de Tennessee, el country fue la música que le sirvió como catapulta al mundo del espectáculo con sus proyectos Yelawolf o acompañando a Mikky Ekko. Pero en este primer larga duración bajo su nombre – antes había lanzado un par de mini LPs y EPs – nos sorprende con algo más cercano al rock y al blues, una especie de hijo bastardo de Dan Auerbach, que no evita que lo consideremos nuevo forastero en nuestra ruta. Él, desde luego, lo tiene claro. “Giré mucho tocando estas canciones y dándoles forma y, definitivamente, me atrevo a decir que es un disco mucho más rock que los anteriores”.
De título homónimo, el disco se gestó en época pre-pandemia, concretamente en 2019, aunque el músico ha debido esperar a que la cosa se relajara algo para publicarlo. La espera ha llegado a su fin porque Owens no puede esperar más. Su segundo disco está también listo. De hecho lo estaba antes de que viera la luz el primero. “Tengo esposa e hijo de tres años. Mi esposa trabaja, así que he pasado mucho tiempo con mi hijo. Y he pasado mucho tiempo escribiendo para el próximo álbum. Este es mi primer álbum de larga duración. La queja habitual con los segundos álbumes es que no son tan buenos como el primero. Haces el primer disco, luego estás de gira durante un par de años, tienes que ir al estudio y no tienes mucho tiempo para sentarte y crear el siguiente disco. Yo, en cambio, he tenido mucho tiempo para eso”
Bones Owens compone sus canciones en una habitación adornada con una cabeza de coyote disecada con un puro en la boca, y una colección de puntas de flecha indias. Hijo de agricultores, a los 21 años decidió ser músico y se largó a Nashville. Ahora, 15 años después, nos presenta su primer disco y motivos sobrados para seguir de cerca su carrera.
Eduardo Izquierdo
