Sin categoría

Roy Orbison & Buddy Holly: The Rock’n’roll Dream Tour (Teatro Bankia Príncipe Pío/Madrid)

No voy a negar que uno se presenta facilón tras casi un año sin acercarse a algo parecido a un concierto. Que, sin querer menospreciar de antemano el evento del que aquí escribo, mi opinión está al alza fruto de las ganas de asistir a un evento musical, sin más expectativa que la de ver a una banda encima de un escenario.

No descubro nada al decir que son tiempos convulsos. Tiempos en los que ansiamos salud y libertad casi a partes iguales, sin pararnos a pensar en que una y otra en realidad vienen a ser lo mismo. Que la música, y más concretamente la música en directo, es sinónimo tanto de libertad como de salud es algo que yo tengo claro y que ojalá otros que mandan más y empatizan menos lo vieran al menos igual de cristalino.

Sin embargo, este mi primer concierto en medio de la tormenta pandémica me ha dejado confundido. Banda encima del escenario había. Música en directo también. Pero he de reconocer que no acabo de pillarle el rollo a esto de los hologramas, aunque dé por hecho que estamos ante un efecto visual fascinante. Un juego de espejos que, con el paso del tiempo, sustituirá sin miedo ni vergüenza a artistas que no actuarán en nuestra ciudad por problemas de agenda o, como es el caso, inevitable defunción.

Ver a Roy Orbison cantar «I Drove All Night» con sus gafas oscuras y a Buddy Holly moviéndose encima del escenario como otros tantos han copiado, y rabiar al entender lo que El día que murió la música nos arrebató es una experiencia que cualquiera con un mínimo de conocimiento y buen gusto debe probar. La lástima es que, en un momento donde Youtube ha amenizado tantos días de confinamiento permitiéndonos recrear conciertos de cualquier artista y elevar nuestra imaginación hasta donde cada uno sea capaz, la táctica de los hologramas es fascinante, pero su efecto se evapora en cuanto se esfuma el shock de la primera impresión.

Es evidente que los 75 minutos que dura el show se hacen amenos, porque no seré yo el que descubra a dos artistas de semejante talento, pero la función queda empañada por una banda que no puede hacer mucho más que acompañar y que, por poner una gran pega, no pegan nada ni en actitud ni, fundamentalmente, en vestimenta. Ambos hologramas se presentan con trajes coloridos mientras que sus acompañantes de carne y hueso lo hacen en sobrio uniforme negro, supongo que para no desviar la atención. Por desgracia, consiguen justamente el efecto contrario.

El acto cumple con su cometido y nos evoca a la eficacia de la nostalgia trayendo al presente a dos autores eternos, cada uno a su estilo. Pero, si con algo me quedo, y disculpen la obviedad de la conclusión, es con que es absolutamente posible hacer conciertos. Pero ya saben el dicho: Quien quiere, busca un motivo. Quien no, una excusa.

Texto: Borja Morais

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Contacto: jorge@ruta66.es
Suscripciones: suscripciones@ruta66.es
Consulta el apartado tienda

Síguenos en Twitter