Encuentros

Entrevista exclusiva con Gary Lucas (Captain Beefheart, Jeff Buckley, Lou Reed, Joan Osborne, etc)

 

Se publica The Essential Gary Lucas, una compilación exhausta de 36 canciones para entender a un iconoclasta de la guitarra, un músico que jamás ha podido ser encasillado dada su correría musical, pues jamás ha pertenecido a este o aquél cajón. Algunos le conocen por su estancia en la banda de Captain Beefheart, otros por el tándem que formó junto a Jeff Buckley, pero Gary es más que eso. Aquí una muestra. Él mismo lo cuenta, vía telefónica.

Es la primera compilación a tu nombre. ¿Resume tu currículo de la forma en que tú ves tu carrera? Parece casi imposible encasillarte: música clásica, rock, psicodelia, jazz, folk húngaro, pop oriental…

A ver, es una compilación que recoge algunas cosas que he hecho en los últimos 40 años, o mejor, lo que hice a partir de acabarse la carrera musical de Don Van Vliet (Captain Beefheart). Y el material ha sido recopilado de entre 35 discos que, de algún modo, llevan mi nombre; también recoge algunas de las colaboraciones que he hecho aquí y allá. Digamos que es una buena muestra de la evolución de mi forma de tocar la guitarra. Desde las primeras grabaciones que hice con Jeff Buckley a algunas cosas junto a Alan Vega de Suicide, sin olvidar a Najma Akhtar, o David Johansen de los New York Dolls.

Creo que esa es mi colaboración favorita. La canción pertenece a uno de los discos de la que se puede considerar tu banda, Gods And Monsters.

En efecto. David no solo cantó perfectamente con su estilo tan propio, sino que escribió la letra de la canción («One Man’s Meat») y resultó muy divertida. Gods & Monsters es la banda que monté en 1989 para hacer un tipo de jazz psicodélico, con dos bajistas. Eso era al principio, todo instrumental, luego la banda fue evolucionando y empecé a buscar cantantes. Jeff Buckley estuvo yendo y viniendo de la banda durante un año. Pero entonces empecé a cantar frecuentemente, porque no podía permitirme tener un cantante de forma permanente y era un problema que me distraía todo el tiempo.

Gary Lucas solo (Italy)

Tienes una voz funcional, muy humana.

Gracias. Es un buen cumplido. Al principio no me veía con seguridad, pero cada vez canto más y voy arriesgando un poco más. Respecto al disco, hay una versión de All Along The Watchtower en chino que sorprenderá a la gente, pero tengo una relación con esa tierra porque de joven viví en Taiwán. Estuve casi dos años y volví casado. Una larga historia. Pero sin dejar el tema, amo todo tipo de música, por eso el disco es tan variado.

 

¿De dónde procede tu forma de tocar la guitarra? Hay que reconocerte una originalidad aplastante, un tono único y fuera de lo común.

Mi técnica se formó en la escuela Beefheart, lo cual significa que cuando me uní a su grupo, me vi obligado a hacer con mis notas de guitarra lo que haría un pianista estándar. Don, a veces, me daba piezas que había escrito en el teclado y me decía que las pasara a guitarra y eso me daba una amplitud brutal a la hora de hacerme con un estilo diferente. Tuve que reaprender mi forma de tocar, que en cierto modo procede del flamenco, porque la primera guitarra importante que tuve me la trajeron mis padres de un viaje a España. Antes tenía una pequeña guitarra alquilada con la que apenas podía oírme y los dedos se me deformaban de tan fuerte que debía apretar las cuerdas. Pero el flamenco y la música española me formaron. Tuve, también, la fortuna de ver tocar a Andrés Segovia en mi ciudad cuando yo era un crio. Mucha gente dice que lo que hago procede del mundo avant-garde, pero todo depende del oyente que haga la definición. Si el que escribe procede del folk, dirá que de ahí vengo. Lo mismo si el comunicador viene del rock. Yo toco todo cuanto me gusta. Empecé con el blues y la psicodelia y la música clásica. Pero utilizo cosas sonoras de ciencia ficción, pedales de sonido muy extraños; de ahí lo de avant-garde. Utilizo también mucho slide, porque puedo alcanzar micro tonos que de otra forma no serían posibles. En definitiva, utilizo mi guitarra como si fuese una voz. Hago que la guitarra hable por mí.

Siempre he pensado que lo que haces tú no tiene comparación. Pongamos, por ejemplo, las dos canciones que compusiste junto a Jeff Buckley para Grace: «Mojo Pin» y el tema título. Los 90 fueron una buena década para la exploración de ciertas armonías y texturas en las guitarras, pero esas canciones tienen algo que incluso entonces sonaban diferente a cualquier otra cosa.

Creo que estoy de acuerdo. Mira, la primera vez que conocí a Jeff, le oí cantar y pensé que era extraordinario, una joya en bruto. Lo primero que le pregunté, ya que era un chico con una personalidad tan diferente, cuáles eran sus grupos favoritos y su respuesta fue: The Doors, Led Zeppelin y los Smiths. Genial, porque yo también oía esos grupos. «Esos grupos tenían un cantante solista», pensé.»Hagamos algo que actualice esa fórmula». Me tuve que reorganizar y si oía que su voz encajaba con algo que yo rasgaba en la guitarra, tiraba hacia adelante, si no la descartaba. Con él no componía a conciencia un riff o una estrofa, solo tocaba por encima, como si mis dedos estuviesen ahí por accidente, hasta que oía ese acorde mágico que le daba sentido al inicio de algo. Así salió «Mojo Pin», por ejemplo. Sonaba fresco, era atípico. Era música genial. Fue como pulir una escultura en mármol negro y tienes la certeza de que algo tiene química en cuanto aparece esa chispa. Yo le pasaba casetes a Jeff con fragmentos de ideas y él decía que eran bonitos. Pero lo que me fascinaba era esa forma inusual de poner la voz en esos fragmentos de guitarra. Funcionaba. No era la típica música rock. Y a la gente pareció gustarle.

No te quepa la menor duda. Todavía recuerdo con escalofríos cuando un amigo llegó de New York y trajo ese cd a casa; no había oído nada parecido. Siguiendo con Jeff, y ya sé que esto te lo habrás preguntado tú y que no es nada original, pero ¿imaginas cómo se hubiese desarrollado su carrera?

Creo que habría hecho lo que hubiese querido, porque no seguía las reglas. Dos meses antes de morir, recibí una llamada de la nada: era Jeff. «¿Recuerdas las grandes canciones que hicimos?». «Claro». «Quería ver si tenías algo de escrito que pudiese acabar siendo una canción». En ese momento acababa de llegar de un viaje de Puerto Rico con mi mujer y había escrito alguna pieza instrumental durante las vacaciones. Le mandé también otras tres ideas con posibilidades. Jeff estaba empezando a trabajar en ellas cuando pasó lo que pasó. En ese momento no quería forzarle y preguntarle qué tal iba con esas canciones, porque sabía cómo trabajaba Jeff y si le presionabas huía como una mariposa. Pero en algún momento yo tenía que volar hacia Memphis para trabajar en esas canciones. No cabe decir que me quedé esperando esa llamada. Lo siguiente que supe de él es que había muerto. El trabajo que hice junto a Jeff me recordaba a lo que yo había sentido cuando escuché a los Stones por primera vez. Me refiero a que lo que oías en canciones como «Satisfaction» o «The Last Time», esas guitarras, casaban de una forma muy atípica con la voz.

Gary Lucas & Jeff Buckley

Has colaborado con gente ilustre: Lou Reed, Leonard Bernstein, Kevin Coyne, Los Lobos…

Leonard fue la primera persona importante que me felicitó por mi trabajo a la guitarra. Y surgió porque en la universidad de Yale buscaban músicos para formar parte de una producción que pretendía modernizar su obra. Era una obra cuya música tenía mucho que ver con lo que se interpretaba en los espectáculos de Broadway. Leonard supervisaba la música, así que tuve el placer de conocerle. Era como un monarca, un tipo con una presencia que resaltaba. Con Kevin Coyne fue un sueño hecho realidad, porque le idolatraba desde que mis padres me trajeron de Londres el primer disco de su banda, Siren. Les había pedido el primer álbum de Syd Barrett, pero añadieron el disco de Siren. Así que cuando un amigo me contó que estaba haciendo una serie de grabaciones con Kevin en Dusseldorf y le preguntó por mí, agarré el primer avión hacia Alemania y me presenté allí. Algunas de esas canciones aparecieron en Knocking On Your Brain, otras las añadí a mi lista de canciones en Soundcloud. Un tipo al que añoro es a Chris Cornell. Me llamó para grabar una canción en su disco Carry On y acabé pasando más de una semana a su lado. Al final toqué en unas cuantas canciones.

No podemos acabar sin hablar de Captain Beefheart. (Nota: querido lector, sigue atento a tu Ruta, versión papel, para saber más de la relación entre Gary y Don Van Vliet).

La primera vez que vi lo vi fue estando todavía en la escuela superior. Vi a un tipo con una guitarra y en su estuche lucía una pegatina roja donde se podía leer Captain Beefheart and his Magic Band. Nunca había oído ese nombre; esto era sobre el 68. Le pregunté al chico por el grupo. Y dijo que era un artista con el que su hermano había trabajado. «Mi hermano se llama Richard Perry». «Un momento, le conozco por los discos de Tiny Tim». Me dejó noqueado y fui a buscar el primer disco de Captain Beefheart que encontrase. Sus discos no se podían encontrar fácilmente en mi ciudad; un disco como Strictly Personal tan siquiera había sido distribuido en los Estados Unidos. Pero mi obsesión creció, y cuando supe que Frank Zappa, al que amaba, estaba involucrado en su carrera, me tiré de cabeza. En enero de 1972 fui a verle a New York. Ry Cooder abría la velada, él solo con su guitarra.

Pero el público no dejó de hablar y aunque lo que hacía era muy bueno, se enfadó y acabó antes de lo planeado. Antes de ver a Don, había visto muchas cosas tremendas; ví a los Stones con Brian Jones, a John McLaughlin, a Big Brother con Janis Joplin… Pero el concierto de Captain Beefheart fue lo mejor que vi entonces. Me voló la cabeza, aún cuando su música era tan extraña y retorcida. Me dije a mí mismo que si algún día tocaba en una banda, iba a ser en la suya. Así de excitado me encontraba. Le dije a todo el mundo que era lo mejor que había visto, a los amigos, a los colegas de los periodicos, a los dj’s de mi zona… Quería que tanta gente como fuera posible se hiciera eco del poder musical de Don y la banda. Seis meses más tarde vino a tocar a mi universidad. Me dije que tenía que entrevistarle para el diario que allí publicaban. Y lo conseguí. Puedes oír esa entrevista en mi Soundcloud. Se me oye casi tartamudeando de los nervios. pero él fue muy majo, con esa voz grave y fantasmagórica que sacaba de dentro. Cuando hicimos la entrevista él estaba en Boston y yo en New Haven, pero pude conocerle cuando llegó dos días más tarde para hacer el concierto.

A partir de ahí me convertí en devoto. Iba a verles cada vez que tocaban en mi área y escribía tanto como podía sobre él y la banda. En un momento dado, nos intercambiamos teléfonos, pero él desapareció durante un tiempo, fue despedido de Warner Brothers y aquella banda se disolvió. Es la época en que intentó ser «comercial» y hizo aquellos discos tan olvidables… Alejó a los pocos fans que tenía en lugar de recluir a un número mayor de compradores.

Es curioso que pudiese hacer ese giro en su carrera, siendo como era. Pero hay que entender que él también tenía que pagar facturas entonces. Aún así, Unconditionally Guaranteed me parece un muy buen disco.

A mí también me gusta, pero no es eso lo que esperas de Don. En cualquier caso, a mediados de los setenta tuve la oportunidad de largarme a trabajar al Lejano Oriente, de ahí lo que te he contado antes. Pero días antes de salir vi el anuncio de un concierto de Frank Zappa con Captain Beefheart de invitado. Pensaba que esos tipos se odiaban, porque cuando conocí a Don este sentía mucho resentimiento hacia Frank; sentía que le había traicionado. Pero la realidad es que con aquella gira (de la que luego salió el álbum Bongo Fury), Frank le estaba echando un cable una vez más, pues los dos discos «comerciales» que grabó para Mercury habían sido un desastre y su manager le había estafado hasta el último centavo. Fui a ver el concierto y fue genial ver a Don en tan buena forma. Diría que él le robó el show a Zappa. Al final del concierto acababan con una versión brutal de «Willie The Pimp», la canción de Hot Rats.

Al cabo de un buen rato, ya con los técnicos recogiendo los instrumentos, me acerqué al escenario y vi a Don recogiendo sus cosas en una bolsa: papeles, dibujos, botellas de agua… Parecía perdido en su propio mundo, como si aquello no fuese con él. Me reconoció Ipso facto y bajo a darme un gran abrazo. No nos habíamos visto en dos años y fue un gran reencuentro. Me dijo de un sitio que hacían costillas a la barbacoa, un sitio que cerraba tarde, y nos fuimos a cenar. Estando con las costillas le conté que tocaba la guitarra y me contestó: «¿Por qué no lo habías dicho antes?». «Porque no estaba seguro de que fuese lo bastante bueno, yo vengo de un rock and roll más sencillo. Pero creo que estoy preparado, porque he estudiado tu música». «Te diré lo siguiente», me dijo, mientras saboreaba aquella excelente salsa que traían las costillas. «Trae tu guitarra a Boston, que es el siguiente concierto. Harás una audición para mí, en mi habitación de hotel». Fue a Boston, pero me tenía que marchar a Taiwán y le dije que a la vuelta le llamaría.

Lo dicho, si quieres conocer más sobre el tandem Lucas/ Beefheart, sigue atento a las páginas de Ruta 66. Mientras tanto, celebremos la carrera de un tipo singular con ese mastodóntico recopilatorio: The Essential Gary Lucas. Y que pronto le veamos de nuevo por estos escenarios de dios.

 

Texto: Sergio Martos

Fotos: Archivo Gary Lucas

(Gracias a Reuben Myles por su colaboración para hacer esta entrevista posible)

 

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