Muchos son los que aseguran que el blues está muerto. Pues desde aquí vamos a demostrar que no. Que está más vivo que nunca, y no solo eso, sino que ha sufrido múltiples mutaciones. Y que blues hay hasta debajo de las piedras. Blues bastardo, quizá. Pero a fin de cuentas, blues.
Cuando en 2017 Aaron Moreland y Dustin Arbuckle decidieron poner punto final a la aventura iniciada en 2001 bajo el nombre Moreland & Arbuckle, nadie dudó de que no tardarían en llegarnos noticias de cada uno de ellos, y en la dirección adecuada. Promised Land Or Bust (2016) ponía punto final a una trayectoria iniciada como dúo al calor del blues del Delta y posteriormente ampliada -ya como power trio- con notas de la Stax, la electricidad de Chicago y una cierta filosofía jam en la estela de los fumetas clásicos, tras la cual se abrían unas expectativas, para ambos, desveladas casi de inmediato. Aaron formando The Moreland Contingent y Dustin, con el combo que nos ocupa.
Reclutando para la batería a Kendall Newby, tercera pata de Moreland & Arbuckle desde una década atrás, y añadiendo al guitarrista Brandon Hudspeth y al bajista Mark Foley, los Damnations quedaban listos para revista. Durante un año y medio la banda ensaya, se acopla en directo y escribe el suficiente material para, a finales de 2018, sentirse a punto para entrar al estudio. El Airhouse Music de Wichita, su ciudad natal, para más señas.
Y si alguien temía que el vocalista y su harmónica fueran a perder fuelle o circular por otros derroteros, puede quedar tranquilo. Porque cuando finalmente el disco salió a la calle en septiembre del año pasado, pudimos constatar que en los once temas que lo componen sigue vigente ese blues suyo tan dúctil y vitaminado. Pero lo hace no de forma estanca, sino como sólido andamiaje del que sujetar todos esos otros géneros con los que salpimentan su propuesta, siempre con la música de raíces como común denominador. “Uno de los mayores cumplidos que solemos recibir de la gente”, declara Arbuckle, “ya sea de otros músicos, promotores o fans, es que nuestro estilo es puro Americana, porque reunimos muchos aspectos diferentes de la música estadounidense de cara a crear algo único. Con esta banda, y este disco en particular, lo que estamos es tratando de pintar un gran lienzo”.
Y lo pintan con rock, country, soul y hasta swing decelerado, como en «Swingling», tema que cierra el disco con la idea de despedirse con un tono distinto, algo suave para dejar al oyente en un punto distinto al experimentado hasta entonces: “un muy buen ejemplo de eso está en el álbum Colossal Head, de Los Lobos. Terminan con una especie de instrumental de blues lento y atmosférico llamado «Buddy Ebsen Loves The Night Time». Te saca de aquello en lo que te has centrado».
Pero por más precisas e inspiradas que sean esas distintas pinceladas, que lo son, el fondo del lienzo sigue siendo lo que trae a Dustin a esta sección. Baste como muestra el segundo corte del disco, «Across the Desert», elegante puesta al día de los postulados clásicos sin tener que dárselas de iconoclasta. Un señor tema erigido alrededor de la melodía de «She’s Alright», una de las primeras grabaciones de Muddy Waters para Chess, que empezaron versionando como parte de su repertorio de directo, pero de la que paulatinamente se fueron apropiando tanto lírica como musicalmente.
Una buena noticia, en definitiva, volver a saber del señor Arbuckle y más con una puesta de largo (precedida por dos EPs) tan ilusionante. Y por descontado le seguiremos la pista -a lo que también les alentamos- mientras esperamos, sea con este disco o con el siguiente, volver a disfrutar de su presencia sobre nuestras tablas.
Eloy Pérez
