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Steve Earle, J.T. canción a canción

Steve Earle & The Dukes: 'J.T.' Album Review - PasteDisco doloroso, este. Pero, sin duda, uno de los grandes ya del año que acaba de empezar. Steve Earle publica el día que su hijo hubiera cumplido 39 años el prometido homenaje a este, titulado simplemente J.T., porque era como llamaban al fallecido Justin Townes Earle en familia. No siempre estuvieron unidos. De hecho pasaron largas temporadas sin dirigirse la palabra, pero se reconciliaron, afortunadamente, antes de la desgraciada muerte de Justin. Papá Steve lo homenajea cantando sus canciones, en una curiosa selección que, afortunadamente, se ha llevado a su terreno. Porque su hijo era (como duele ese pasado) muy bueno, y pretender imitarlo hubiera sido un error. Y Steve es perro viejo. Así que con un cierto aroma a bluegrass y montañas, repasamos este disco tan especial canción a canción, y al hacerlo así es inevitable comparar. Aunque el álbum sea excelente sin esa necesidad de buscar similitudes o diferencias.

 

«I Don’t Care». Con este tema, entre otros, algunos conocimos a Justin, y pudimos verlo en directo en la desaparecida sala La Boite de Barcelona. Porque está incluido en su EP de debut, Yuma, el disco que venía a presentar. Con su sonido, Steve marca el camino. El suyo propio. El de reinterpretar esas canciones en clave mucho más country.

 

«Ain’t Glad I’m Leaving». Incluida en el primer disco de JT, The Good Life, el más representado en esta colección de canciones y publicado originalmente el 25 de marzo de 2008. Los dos minutos y treinta tres segundos de la canción original ya olían a Hank Williams por los cuatro costados, así que Steve solo puede aspirar a igualar el resultado, cosa que no acaba de conseguir.

 

«Maria». Nos trasladamos hasta 2012 y el disco Nothing’s Gonna Change The Way You Feel About Me Now, del que Steve solo rescatará una canción, este «Maria». La original era la típica canción de rock americano perfectamente construida, y esas a Steve le van de lujo. Aquí abandona el campo y se acerca a sonidos que no hubieran desencajado en su El Corazón.

 

«Far Away In Another Town». Un Hammond y la voz casi rota de Steve nos da la bienvenida. Volvemos a The Good Life con este baladón de órdago en el que la mandolina, el dobro o el violón dan un contraste estupendo a su melodía.

 

«They Killed John Henry». La original es una de mis favoritas de JT, así que es difícil que la versión de Steve me gustara más. Mucho más bluegrass que aquella, me quedo con la aparecida en Midnight At The Movies (2009), aunque vuelve a ser de agradecer el esfuerzo de Steve para llevarse la canción hacia otro sitio.

 

«Turn Out My Lights». Otra vuelta a The Good Life. Steve en plan acústico como si estuviera grabando Train A Comin’. Qué bonito entra la banda a medio tema, y qué preciosidad de canción. La original era mucho más acústica, si cabe, con la armónica de JT protagonizando el tema. Quizá aquí sí me quedo con la versión de papá, aunque la del vástago estremece.

 

«Lone Pine Hill». Seguimos en el mismo disco, y quizá yo nunca hubiera optado por esta canción, pero a Steve le queda muy bien la cosa. Su voz, aquí, más rotunda que la de su hijo, gana la partida con una banda, los Dukes actuales, de nuevo muy inspirada.

 

«Champagne Corolla». La única canción del fantástico Kids In The Streets (2017) del lote. La canción que abría aquel disco que habla, simplemente de un tipo que está en una esquina admirando a otro por haberse comprado un coche de bajo consumo. Tema banal para una canción soberbia.

 

«The Saint Of Lost Causes». El tema que daba título al último disco de JT. Magnífico. Versión original insuperable que…no se supera, claro. Esa bruma de la canción le sentaba mucho mejor a JT, aunque papá hace un buen trabajo.

 

«Harlem River Blues». Repetimos como en la anterior y de Harlem River Blues (2010) solo se interpreta la original, algo que me sorprende, porque es un excelente disco y quizá el más Steve Earle de todos los de Justin. Otra vez se da protagonismo a un sonido más country respecto a la original, que olía algo más a Nueva Orleans.

 

«Last Words». Perfecta elección para cerrar. Últimas palabras, claro. Única original de Steve Earle, en la que se confiesa de una forma que pone la carne de gallina. No es un panegírico, sino una reflexión sobre la vida de un padre y un hijo que no siempre supieron encontrarse. Estremecedora.

 

Eduardo Izquierdo

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