Encuentros

Young Marble Giants, cuarenta años aliviando nuestros miedos

 

 

Con la reedición de Colossal Youth, la banda galesa vuelve a visitar el álbum de culto que marcó a toda una generación de música alternativa. Tras cuatro décadas, constatamos que nos encontramos no solo ante un regreso único, sino también ante una obra completamente atemporal.

Colossal Youth es un álbum lleno de angustia y temor acerca del hecho de crecer y perder ese sentimiento de juventud. ¿Cómo lo veis en retrospectiva, después de 40 años?

ALISON STATTON: A mi aún me sigue pareciendo un álbum tan relevante como lo fue entonces. Esos años de juventud, ese miedo y esa angustia que conllevan van aparejados al propio hecho de crecer y convertirse en una persona independiente; es como si fuese un rito de paso. Creo que es algo con lo que todo el mundo se acaba cruzando. Sin embargo, también creo que hay elementos de humor y positividad dentro del álbum.

STUART MOXHAM: ¡Pues yo nunca lo había interpretado de esa manera! Lo cierto es que suelo escuchar el álbum pocas veces porque siempre estoy intentando componer música nueva. Para mi ya no solo siempre suena diferente, sino que además creo que mi percepción se ha alterado después de todos los comentarios y reseñas que he recibido a lo largo del tiempo. Eso sí, estoy muy orgulloso de Colossal Youth. A veces me pregunto cómo pude hacerlo, con la inexperiencia musical que tenía entonces.

A veces podemos hablar sobre una nostalgia oculta en todas las canciones, que pueden llegar a ser al mismo tiempo tanto festivas como oscuras. ¿Fue por esa angustia o fue la forma en que concebisteis personalmente vuestra vida al completo hace cuatro décadas?

A.S.: Personalmente, el hecho de ser joven y sentir, al mismo tiempo, un agridulce sentido de rechazo a esta juventud y un anhelo de ese abrigo familiar que aquello contenía, terminó produciendo un sentimiento de nostalgia algo infantil y un sentido mucho más ominoso de aquello desconocido, aquello que estaba por llegar. Creo que esto afectó mucho a cómo interpreté las letras y la propia música.

S.M.: Creo que mis letras fueron una suerte de completa corriente de conciencia. El hecho de escribir para un vocalista que no fuese yo fue un catalizador clave a la hora de poder escribir acerca de mis historias y relaciones personales. Soy, básicamente, una persona alegre que lucha contra las consecuencias mentales de los traumas de una infancia tardía.

Ahora que vuestra juventud se ha esfumado, ¿cuál es vuestra preocupación principal como artistas?

A.S.: Me preocupa mucho que el poder reparador del arte no sea valorado y reconocido lo suficiente por los gobiernos a la hora no solo de financiar el propio arte, sino a éste dentro de las distintas comunidades. Creo que el arte es una herramienta preciosa que puede ser de gran ayuda para cualquier individuo, sobre todo para aquellos con problemas de salud mental o de un carácter más personal. Esto ayuda a la gente a interpretar y dar forma al mundo y a su propia identidad dentro de él; ayuda a acercar entre sí a las comunidades. Creo que aunque se ha avanzado a la hora de reconocer el rol y el valor de la música alrededor del mundo aún quedan en pie muchas dificultades para los músicos.

S.M.: Ah, pero no creo que la juventud desaparezca. Creo que estamos formados mediante distintas capas, como una cebolla: la infancia, la niñez… todo eso nos convierte en lo que somos ahora mismo. Está escrito en nuestras caras, en nuestro lenguaje gestual , en nuestras acciones y en nuestras actitudes. De todos modos, creo que aún hay muchas cosas por las que podemos preocuparnos. Personalmente, como artista siempre he seguido mi instinto. Por ejemplo, para componer las letras siempre escucho las ideas que van acudiendo a mi cabeza, por muy tenues que sean. Siempre intento ir desenredando su significado.

¿En qué sentido creéis que Young Marble Giants ha influenciado a la música, especialmente en el post-punk, desde 1980? Creo que hay una gran cantidad de artistas que se han visto impactados por vuestras canciones, algunos tan diferentes como Stereolab o Kurt Cobain.

A.S.: Bueno, nosotros siempre hicimos música que queríamos crear y escuchar, sin ningún deseo subyacente de ser comercial o encajar en algún género o estereotipo. Para nosotros la esencia de la canción era mucho más importante que la perfección técnica. De hecho, creo que fue la honestidad y la desnudez derivadas de la falta de habilidades técnicas lo que pudo haber empujado a otros a seguir más su propio instinto. ¡Creo que por aquel entonces no éramos para nada conscientes de que nosotros pudiéramos llegar a influenciar a alguien!

S.M.: Yo, por mi parte, no soy un gran consumidor de música. Desde los 30 años he preferido componer antes que escuchar. Sí que pienso, eso sí, que con Young Marble Giants teníamos una música que estaba repleta de ideas, y quizás otra gente las haya ayudado a expandir.

En cierto modo, creo que Colossal Youth puede ser un producto nacido de la reorganización industrial de Gales y su impacto en cómo la gente vio el futuro —desalentador— por aquel entonces, ¿no?

A.S.: Creo que todos los niños acaban teniendo una influencia y una impresión particular según el lugar donde hayan vivido, por lo que creo que es inevitable que eso nos haya afectado, claro. Había un cierto ritmo industrial, mecánico en el sonido que creábamos hace cuatro décadas. Al fin y al cabo, creo que reflejábamos la esencia de la propia ciudad de Cardiff, cuya historia y razón de ser estaban unidas tanto al puerto como a la minería. Creo que sí que al final conseguimos capturar parte de esta decadencia y esta visión de un futuro post-industrial.

S.M.: Estoy de acuerdo. La desindustrialización que se dio a finales de 1970 y en adelante —con las huelgas mineras y el desempleo masivo— fue una época terrible y nos puso muy difícil poder imaginar cualquier tipo de futuro. Creo que la vida, en parte, es un ejercicio de mantenerse cuerdo ignorando todos los horrores y preocupaciones en los que nos sumergen, especialmente ahora, con internet. Me parece que hoy es importante limitarse a la propia exposición personal y no adentrarse en este tsunami de terror y atenciones constantes.

Alison, ¿por qué escogiste ese estilo para cantar? Me refiero a que hablas de tus miedos y emociones, pero lo haces de una forma completamente neutral. ¿Fue una forma de distanciarte de esa clase de sentimientos?

A.S.: Realmente no fui yo la que escogió un estilo, ¡el estilo me escogió a mi! No era una cantante experimentada, ni mucho menos. Ni siquiera tenía la conciencia de querer cantar en un estilo determinado, tan solo me pareció la forma natural de interpretar aquellas canciones. Además, creo que más que una forma de alejarse era una forma de reflexionar sobre ellos. En parte, aquello era como relatar la historia de otra persona desde mi experiencia, solo que como observadora neutral.

Colossal Youth es un álbum lleno de canciones sobrias y melodías minimalistas sobre sucesos normales. ¿Fue por vuestra inexperiencia o fue como si os expresaseis en una suerte de diario íntimo?

A.S.: Yo considero que nuestra inexperiencia fue una de las mejores herramientas a la hora de crear el sonido de Young Marble Giants. Creo que nuestras canciones llegaron a tener un mayor peso e impacto porque, aunque eran muy cortas, tenían esas voces que yo proveía de forma inconsciente y que hablaban, a veces, sobre observaciones algo lúgubres sobre la vida.

S.M.: Cuando escribí las canciones para el álbum mi estilo se movía entre lo que yo consideraba mi ritmo propio y el de mi propio hermano, Phil [Moxham, tercer componente de la banda galesa]. Al final, para crear el mayor impacto posible —porque éramos invisibles para la industria musical de Gales— escogimos un minimalismo extremo, un volumen bajo y una gran simplicidad. Antaño pensábamos que si el esqueleto básico de nuestra música era excelente entonces aquello sería suficiente. Hay una expresión muy reveladora para esto, K.I.S.S.: Keep It Simple, Stupid! [hazlo de forma sencilla, estúpido].

Vuestro estilo a veces me recuerda al que más adelante tuvieron The Magnetic Fields. Me preguntaba si la música, sin tener en cuenta el género, era más sobre contar pequeñas y fidedignas historias que sobre cualquier otra cosa.

A.S.: Claro, si la música es insincera, entonces no tendrá el mismo poder que una historia verdadera. La gente puede escuchar música cuando ésta proviene de tu propia experiencia personal o de ciertas interpretaciones de algunos sucesos, ya que posteriormente a ellos les acaba resonando en su propia manera, ¿sabes? Incluso aunque no estén de acuerdo con el sentimiento, creo que consigue causar una impresión mucho más profunda sin tener en cuenta el estilo con que estén presentados.

S.M.: Desde luego. Recuerdo ver a Ralph McTell cuando había sacado el álbum Streets of London (1974). En un vistazo, me di cuenta de que aquello era una experiencia absolutamente reveladora: aquel hombre podía hechizar a toda la audiencia durante una hora o más tan solo con su voz, su guitarra y sus historias, que eran como las habitaciones de un edificio maravilloso por el que él mismo nos guiaba. Yo mismo sentí la indefinible magia de sus canciones, su habilidad para llevarnos más allá del presente mundano, su capacidad para liberarnos. Creo que gran parte de este efecto es causada por las propias historias que el músico narra, así como, por supuesto, también los efectos psicológicos y emocionales de las melodías. Una anécdota: la primera experiencia que tuve con la música en vivo fue cuando mi madre —siempre ocupadísima, con cuatro hijos— me llevó a un concierto de Paco Peña cuando era tan solo un niño.

Texto: Pelayo de las Heras Álvarez

Fotos: Andrew Tucker

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