Encuentros

Phil Shoenfelt, todavía atrapado entre la carne y el espíritu (Parte 2)

Foto de Michal Bauer Pticen

Continuación de la entrevista publicada el pasado 13 de diciembre en esta misma web.

 

Te estableciste en Praga a mediados de los noventa, ¿cómo dirías que ha cambiado la ciudad desde entonces? ¿Qué nos puedes contar sobre la escena musical actual en Praga y la República Checa en general?

La década de los noventa fue una época maravillosa para estar en Praga, llegué aquí por casualidad en el mejor momento posible. Era un ambiente libre, realmente salvaje y creativo, y todo el mundo lo pasó en grande. Ahora tienes un ex informante de la policía secreta como primer ministro y un títere ruso con intereses comerciales chinos como presidente. Pero no tiene sentido sentir tristeza y nostalgia por los años de Havel, por grandiosos que hayan sido. Es un juego diferente ahora y la República Checa está vinculada a la economía globalizada, como el resto de Europa. Esto significa que las personas generalmente tienen un nivel de vida más alto, pero también significa que han sido arrastrados a esta carrera de ratas, que es de lo que estaba tratando de escapar cuando dejé Londres y me mudé aquí. Quieres un coche rápido, un piso bonito, una esposa y dos hijos sanos; bueno, puedes tener estas cosas, pero tendrás que trabajar doce horas al día (en horario flexible) para conservarlas. No se puede culpar de todo esto al actual primer ministro, por mucho que me desagrade el tipo; es simplemente una parte integral de cómo ha ido el mundo. Economía neoliberal, contratos de cero horas y el resto de toda esa mierda de Milton Friedman. Supongo que lo que intento decir es que se trata de una compensación. Cuando llegué aquí en los 90, los clubes eran fantásticos, pero todavía había montones de carbón lignito en la calle, las alcantarillas apestaban y no se podía respirar. Ahora tienes aire limpio, desagües con olor agradable y edificios bellamente restaurados, pero también tienes a Babiš y Zeman.

 

 

 

El año pasado salió al mercado Under the Radar, un vinilo que recopila canciones tuyas inéditas de los ochenta y noventa. ¿Cómo se te ocurrió la idea y cómo reuniste el material?

La idea inicial del álbum vino por parte de un amigo alemán, llamémosle Rolf, aunque el concepto de producción es mío. Rolf es dueño de un sello para coleccionistas que publica grabaciones oscuras que nunca se han editado en ningún otro lugar. Mezclas alternativas -de edición limitada- de álbumes de Stooges y Joy Division, por ejemplo. Algunos de estos lanzamientos no son exactamente legales y, por lo tanto, están “bajo el radar”. Es un absoluto experto, Rolf, y la mayoría de sus vinilos se venden en ferias discográficas del norte de Europa y Escandinavia. Originalmente, Under The Radar iba a ser lanzado como un bootleg “oficial”, autorizado por mí. El título era una referencia humorística tanto a los métodos de Rolf como a mi propia carrera musical, que en sí misma ha estado también “bajo el radar”, tal como mencionaste en tu artículo de 2018 en estas mismas páginas. Pero un pirata hubiera significado que yo tendría que renunciar a los royalties. Por lo tanto, Rolf organizó el lanzamiento a través de Last Year’s Youth, un sello registrado en Alemania. Eso significó que obtuve un poco de calderilla a través del acuerdo de licencia que el sello tiene con GEMA.

En cuanto al material, el LP es una colección retrospectiva de demos, grabaciones en vivo y versiones alternativas que abarcan de 1981 a 1997. La cara A es una colección de canciones de principios de los noventa, de la época de Backwoods Crucifixion y God Is The Other Face Of The Devil . La cara B consta de dos grabaciones en directo: la primera, un estallido de ruido de dos minutos de mi banda de Nueva York, Khmer Rouge, que se grabó en el primer White Columns Noise Fest en junio de 1981; la segunda, una jam de 17 minutos grabada en Rostock en 1997, cuando tocaba la guitarra solista en la banda de Nikki Sudden. Estas dos grabaciones en vivo son como un reposalibros para las canciones en la cara A. Tenía estas grabaciones desperdigadas por CD grabados, cintas, casetes DAT y C60, por lo que el proceso de masterización fue bastante complicado. Significó transferir todo a un formato digital y luego llegar a un compromiso en términos del sonido general. Sorprendentemente, pudimos lograr un equilibrio entre estas grabaciones tan dispares, y lo que salió suena como un álbum coherente, en vez de como una colección irregular de oscuros recuerdos sonoros.

 

 

 

Nikki Sudden & Phil Shoenfelt* - Golden Vanity (2009, CD) | DiscogsCuéntanos cómo conociste a Nikki Sudden y cómo nació y se desarrolló la colaboración que se plasmaría en Golden Vanity

Conocí a Nikki en Londres en 1977. Estaba mirando cubetas en el puesto de Rock On Records en Soho Market y Nikki apareció con una caja del siete pulgadas de Swell Maps, «Read About Seymour». Estaba tratando de vendérselos a Stan y Phil, quienes dirigían el puesto de discos en ese momento. Compré una copia para mí, empezamos a hablar de música y rápidamente me di cuenta de lo fan que era, no solo del punk rock, sino de todo, desde Marc Bolan hasta Led Zeppelin, Rod Stewart y los Stones.

Me mudé a Nueva York poco después, y no fue hasta mi regreso a Londres que nos volvimos a encontrar. Eso sería 1993, en una fiesta en la casa de Annie Nightingale, justo después del lanzamiento de God Is The Other Face Of The Devil. Dave Kusworth y Glenn Tranter también estuvieron en esa fiesta, si no me falla la memoria. Howling Good Times, el disco de reunión de los Jacobites, estaba a punto de salir en Regency Sound, que era un sello hermano de Humbug Records, la compañía que lanzó GITOFOTD. La siguiente vez que Nikki y yo coincidimos fue cuando él tocó en Praga en 1996, aproximadamente un año después de yo mudarme aquí. Él estaba a punto de mudarse a Berlín, así que ambos éramos expatriados ingleses que habían dejado de intentar ganarse la vida tocando música en el Reino Unido. Regresó a Praga unas semanas después y se quedó conmigo y con mi novia checa, y comenzamos a escribir canciones juntos, la mayoría de las cuales terminaron en Golden Vanity.

Luego, en el otoño de 1997, me invitó a tocar la guitarra solista en su gira europea, que terminó en febrero del año siguiente. Cubrimos grandes distancias en esa gira, y justo en medio de todo eso nos llegó la noticia de que su hermano, Epic Soundtracks, había muerto. Después de eso, Nikki no se encontraba en muy buen estado emocional, pero era un soldado del rock and roll y, a pesar de su profundo sentimiento de pérdida, estaba totalmente comprometido con la música. Al final de la gira, fuimos a los estudios Interzone en Berlín para grabar lo que luego se convertiría en Golden Vanity; básicamente la mayoría de las canciones que habíamos compuesto juntos en Praga, además de algunas canciones en solitario que habíamos escrito individualmente.

La formación de la gira y el álbum fue: Nikki (guitarra rítmica y voz), yo (guitarra principal y voz), Carl Eugene Picot (bajo) y Robbie Schmidt (batería). Las sesiones de grabación fueron inspiradas, pero no teníamos un plan ni un concepto. Simplemente entramos, subimos el volumen e improvisamos letras y arreglos sobre la marcha. También fue difícil porque Nikki y Robbie desaparecían en el baño cada media hora para meterse drogas. ¡El lugar era un desastre, manchas de sangre por todas las paredes! Nuestro ingeniero de sonido, Dugald Jayes, se echaba las manos a la cabeza, desesperado por nuestra negativa a bajar el volumen. Finalmente, dejó de intentarlo y nos dejó seguir. Tocamos todo en directo al máximo volumen, probablemente inspirados por Neil Young & Crazy Horse y álbumes de rock and roll clásicos como Exile On Main Street. Las agujas de los diales estaban en rojo todo el tiempo y la mesa de mezclas estaba enormemente sobrecargada ¡la pesadilla de un ingeniero de sonido! Ni siquiera se llegó a la mezcla final. Como digo, Dugald se rindió y Nikki también pareció perder interés. Poco después de que terminaran las sesiones, se fue a Chicago para trabajar con Kevin Junior. Estaba buscando un sonido más limpio, más comercial y, por supuesto, Golden Vanity es sucio como el infierno. Pero yo seguí escuchando las grabaciones durante meses, convencido de que habíamos hecho una obra maestra. Todo lo que tenía para recordar a Nikki eran estos dos CD grabados que me había enviado antes de irse a Estados Unidos, uno de los cuales saltaba a partir de la mitad. Finalmente dejé de torturarme y los puse en una caja, acumulando polvo en mi buhardilla durante años. Luego, después de la muerte de Nikki en 2006, me visitó un amigo coleccionista de Budapest, que es un gran fan suyo. Saqué los CD del altillo y los puse por primera vez en seis o siete años. Él estaba como, “Phil, TIENES que editar esto ¡es genial!”

Así que fui a Stereo Mysterio, el estudio de Praga donde he grabado varios álbumes (incluido Cassandra Lied), y Dan Šatra, el propietario e ingeniero de sonido, pudo recuperar las pistas del CD dañado y cargarlo todo en Cubase. Fue mucho trabajo juntarlo todo. Como digo, todo lo que tenía eran las mezclas básicas a las que Dugald había renunciado. Había todos esos fragmentos como «Portcullis», «Cullisport» y «Wage A Crown», que terminé empalmando entre canciones más estructuradas como «Hanoi Jane» y «Hangman’s Daughter». Luego estaba «Jamboree Bag», que es una versión de estudio de lo que luego se convertiría en «Ravi Shankar’s Migraine Attack» en Under The Radar. Es una jam basada en el riff de «Mother Sky» de Can. La versión de estudio duraba originalmente dieciséis minutos, en la que usé los controles de feedback de mi Roland Space Echo con buenos resultados. Pero Robbie se “cansó” a la mitad, dejó de tocar y todo se vino abajo. Así que después de que Dan cargara las pistas, edité «Jamboree Bag», recortando unos siete minutos. No soy técnico, pero tengo buen instinto musical y Dan es un maestro de la edición. Así que finalmente secuenciamos las pistas en un orden que tiene su propia lógica interna, y creo que terminó como uno de los álbumes más infravalorados de todos los tiempos. Me decepcionó que Nikki lo hubiera dejado en un segundo plano en 1998, pero entiendo sus razones. Debió haberse dado cuenta de que sería mucho trabajo hacer un álbum coherente de aquello, y justo le surgió lo que parecía una buena oportunidad en Chicago. Ya no nos vimos mucho durante unos años, y luego murió … Joder, eso fue un duro golpe, fue tan inesperado. De todos modos, después de que Dan y yo termináramos el master, se lo envié a Carlton Sandercock en Easy Action y él accedió a editarlo, con todas las ganancias destinadas a los padres de Nikki para ayudar con los costos del funeral. Así que esa es la historia básica detrás de Golden Vanity, uno de mis álbumes favoritos. Es uno de esos raros discos que puedes reproducir una y otra vez y nunca encontrar realmente dónde empieza y dónde termina.

 

¿Cómo estás lidiando con la pandemia y los confinamientos? ¿Echas de menos tocar en directo?

Bueno, la pandemia actual y las medidas para contenerla son las que son. No veo ninguna forma de evitar el distanciamiento social, el uso de mascarillas y las restricciones de viaje, especialmente porque casi todos los países del mundo han impuesto reglas similares. Por supuesto que extraño tocar en directo, pero la República Checa y Austria estuvieron bastante relajados durante los meses de verano y logré tocar en unos quince conciertos y festivales. Pero luego se volvieron a imponer las restricciones y, aparte de un evento en streaming hace unas semanas, no he tocado en directo desde principios de octubre. No creo en las teorías de la conspiración sobre el Covid-19, aunque algunas personas que conozco piensan que todo es un engaño. ¡Volvemos a Cassandra Lied otra vez! Pero para mí está claro que el virus es realmente peligroso, al menos para una minoría de personas vulnerables. Si miras hacia atrás a través de la historia en pandemias anteriores, las medidas que se nos pide que tomemos no parecen tan excesivas: las mascarillas eran obligatorias en los Estados Unidos durante la pandemia de gripe española de 1918-1920. Desafortunadamente, las pandemias ocurren de vez en cuando y lo han hecho a lo largo de la Historia. Basta pensar en la viruela y el cólera. El primer brote registrado de peste bubónica fue durante la Guerra del Peloponeso, aunque la mayoría de la gente lo asocia con la Edad Media. Por supuesto, la industria farmacéutica está ganando dinero, y me preocupa el aumento de los poderes estatales y las violaciones de las libertades civiles. Pero en general apoyo las medidas, aunque algunas de ellas son estúpidas e ilógicas. Sin las restricciones podríamos terminar con 50 millones de muertos, como ocurrió en 1920. La otra noche estaba viendo el documental Women of the Resistance, de Liliana Cavani, y me sorprendió lo malcriados que somos y la de derechos que nos arrogamos hoy día. En comparación con lo que pasaron esas mujeres, tener que usar una mascarilla o cancelar algunos conciertos parece un inconveniente menor. De todos modos, tengo la suerte de tener otras salidas para mi creatividad que no implican tocar en directo ¡como intentar terminar el tercer libro de Stripped, por ejemplo!

 

 

Eloy Pérez

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