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Blues en la encrucijada: Jimmie Vaughan, el fino estilista, el guardián de la esencia

Muchos son los que aseguran que el blues está muerto. Pues desde aquí vamos a demostrar que no. Que está más vivo que nunca, y no solo eso, sino que ha sufrido múltiples mutaciones. Y que blues hay hasta debajo de las piedras. Blues bastardo, quizá. Pero a fin de cuentas, blues.

Ah, Texas, el estado de la estrella solitaria, fronterizo con México y cuna de los hermanos Vaughan. El llorado Stevie Ray fue, sin duda alguna, el último gran guitarrista de blues. No solo a nivel musical, también se lleva el galardón de darle al género un gran empujón a nivel comercial, volviendo a llevarlo a las listas de ventas en unos años en que parecía olvidado y solo destinado a los puristas y a los fieles del mismo. El más joven de los Vaughan era una supernova que lo arrasó todo a su paso, tal fue su fulgor y su brillo que eclipsó en parte a su hermano mayor Jimmie. Un tipo que parecía destinado a dedicar sus habilidades al deporte cuando a una inoportuna lesión lo postró en casa durante un tiempo. El adolescente, catorce más o menos por la época, decidió aprender a tocar la guitarra para matar el rato y el resto es historia. E imagino que ya pueden intuir quien le dio las primeras lecciones a SRV… ¿No?

Un año después ya se subía a los escenarios con su primer grupo y a los diecinueve, decidido a ser músico profesional, se largó con el amplificador a Austin. Una ciudad con muchas más posibilidades para que un chaval pueda encontrar su oportunidad. Fue derrochando virtudes por los clubes de la zona con diferentes formaciones hasta que sus pasos se cruzaron con los del cantante y armonicista Kim Wilson. De ese encuentro nacieron los Fabulous Thunderbirds, una formación soberbia y sublime, que conjugaba de la mejor manera posible el blues y el rock & roll. Pronto su nombre empezó a correr como la pólvora y las salas se llenaban hasta la bandera para verlos en acción. Y las grabaciones que dejaron para la posteridad entre el 79 y el 89 son verdaderas gemas que suenan geniales a día de hoy. Señalar que siguen en activo con Wilson al frente y que se mantienen en forma.

Volvamos a nuestro héroe, en 1990 decide abandonar a los T- Birds y se reúne con su hermano pequeño para grabar Family Style, un disco a medias que no acabó de cubrir las expectativas, que como imaginarán eran muchas, pero que tenía momentos muy destacables. Poco después de la salida del disco SRV encontró la muerte en accidente de helicóptero, la posibilidad de una gira conjunta para presentar el disco quedó en el olvido y Jimmie se tomó un descanso para recuperarse del traspaso de Stevie y recapacitar antes de empezar su carrera en solitario con el estupendo Strange Pleasures (1994). Una carrera no muy prolífica en grabaciones, unas ocho referencias a su nombre en algo más de veinticinco años, pero repleta de colaboraciones y conciertos donde su toque, limpio, elegante y contenido destaca sobremanera. Fino estilista, guardián de las esencias de maestros como Albert o Freddie King, concentrado en el tañido cristalino y puro de su inseparable Stratocaster. Incluso la propia marca Fender creo un modelo de Stratocaster en su honor, la Jimmie Vaughan Signature.

Pero vayamos a la actualidad, ya que hace poco que se ha puesto en el mercado un doble compacto (triple en vinilo) que recopila  Plays Blues, Ballads & Favorites (Proper, 2010) y Plays More Blues, Ballads & Favorites (Proper, 2011), un par de álbumes de versiones donde rendía homenaje a sus influencias o bien interpretaba canciones que le gustaban. Ambos funcionaron muy bien, éxito que justifica esta reedición en la que se recogen los dos volúmenes además de algunos temas extras. Treinta y una canciones en que Vaughan derrocha sabiduría a las seis cuerdas junto a  George Rains (batería), Ronnie James (bajo), Billy Pitman (guitarra rítmica) y músicos invitados como el saxofonista Greg Piccolo, Ephrahim Owens, el desaparecido teclista Bill Willis, Derek O’ Brian o la cantante Lou Ann Barton.

Nos encontramos composiciones que han formado parte de sus repertorios en directo o bien que son favoritas personales, cosas de Jimmy Reed, Roscoe Gordon, Little Richard, Dough Sahm, Charlie Rich, Amos Willburn, Willie Nelson, Billy Emerson, Roy Milton, LaVern Baker, Johnny Ace, Guitar Junior, Ray Charles, Lloyd Price, Nappy Brown o Bobby Charles. Todo un viaje sin billete de regreso por la música norteamericana de la mano de un guitarrista único. Un tipo que dignifica la herencia de sus predecesores y que a sus sesenta y nueve primaveras sigue siendo un fervoroso y apasionado fan de la música.

Nada mejor que despedirse con unas palabras suyas. “Cuando hablo del country o del blues para mí son lo mismo. Muddy Waters, Hank Williams, Webb Pierce,  Jimmy Reed. Cuando era un niño no entendía la diferencia. Todos me preguntaban: “¿Por qué quieres tocar blues? ¿Por qué no tocas country?” Y escuchaba a bandas de country tocando canciones de Jimmy Reed. Estaban en la misma onda. Y Ray Charles, B.B. King, Lonnie Brooks, Guitar Junior, Little Milton hicieron canciones de country… ¿Bob Wills es country, blues o jazz? La respuesta es que es música estadounidense. Estoy cansado de encasillarlo todo. Quiero juntarlo, todo viene del mismo lugar…”

Poco más hay que añadir, solo rendir el respeto y la debida pleitesía a un guitarrista superlativo, dueño de una técnica brillante que nunca ha prevalecido por encima del sentimiento, del mojo necesario para tocar los blues. Un tipo que cada vez que entra a un estudio de grabación o pisa un escenario dignifica un género musical que bien entrado el siglo veinte permanece inmune al paso del tiempo.

Manel Celeiro

Sección coordinada por Manel Celeiro & Eduardo Izquierdo

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