Encuentros

Steven Wilson, nuevas canciones para tiempos inciertos

Foto: Lasse Hoile

 

Pospuesto durante meses debido a la pandemia de marras, el nuevo disco de Steven Wilson saldrá finalmente a la venta en enero de 2021. The Future Bites es un nuevo y arriesgado paso en la carrera de un artista que ha hecho del cambio, la evolución y la fobia a repetirse su principal marca de fábrica. Incidiendo en la electrónica desde su siempre atinada sensibilidad pop, las nueve canciones del álbum suponen -líricamente- una acertadísima reflexión sobre cómo la tecnología y las redes sociales nos han cambiado como especie. De ello y varias cosas más charlamos en la entrevista que sigue.

Mi primera percepción tras escuchar el álbum varias veces es que se trata de uno de tus trabajos más eclécticos y, a la vez, más compensados. Hay electrónica, pop, temas acústicos… ¿este eclecticismo fue algo premeditado o simplemente surgió de forma natural al ir componiendo?

Yo diría que es una consecuencia que fue evolucionando de forma orgánica respecto a la música que amo, y de la música que me gusta hacer. Todo aquel que ha seguido mi carrera sabe que tengo gustos muy diversos y eclécticos, desde el rock clásico a la música electrónica, la cual me gusta especialmente. Pero la música electrónica no es algo que haya aparecido en muchos de mis trabajos, sí lo ha hecho en algunos momentos de mis discos en solitario, pero no tanto con mis bandas anteriores. Así que este disco muestra de forma definitiva mi amor por la electrónica y el groove pero sobre todo me sitúa en un plano en el que he alcanzado la suficiente confianza para hacer distintos tipos de música, distintas clases de canciones, pero siempre sonando a mí mismo.

Cuando eres más joven, como músico sueles tener miedo de que si muestras demasiado tus influencias tu música sonará como un pastiche, sonará a imitación. Pero todos los grandes artistas copian y están influenciados por alguien. Piensa en Led Zeppelin copiando a los bluesmen de Chicago, en los Beatles copiando a los pioneros americanos del rock’n’roll…tendemos a pensar que esos artistas aparecieron de la nada, y no es el caso en absoluto. Yo me he sentido más seguro, conforme me he ido haciendo mayor y acumulando experiencia, para aglutinar toda esa distinta inspiración musical y hacer que sea mi propia personalidad la que haga que todo encaje. En cualquier caso creo que este es probablemente mi disco más directo, más melódico y más orientado a las canciones y espero, en consecuencia, que resulte fácil disfrutarlo.

Porcupine Tree

Hablando de influencias, nadie puede negar tu filiación al rock progresivo de los setenta, especialmente con tu antigua banda, aunque por edad creciste en los ochenta. En ese sentido siempre has mencionado el pop, la electrónica e incluso la música industrial como parte de ese crecimiento personal y artístico. Pero con este álbum en concreto, ¿a quién señalarías –si lo hay- como ascendente directo en su sonido? Hablando de músicos más contemporáneos, me refiero…

Esa es una pregunta muy difícil de contestar. Mis trabajos más recientes han sido -de un modo u otro- homenajes al pasado: mi anterior álbum era un homenaje a los ochenta, al pop experimental, había mucho de Tears for Fears y Talk Talk. Otro lo fue en referencia al rock conceptual de los setenta. Pero una de las cosas que decidí muy al principio de este proyecto es que quería hacer un disco que solo pudiera haber sido hecho ahora y que solo pudiera haber sido hecho por mi (risas). Así que respecto a tu pregunta sobre influencias directas, es algo que he intentado por todos los medios evitar, en esta ocasión. Y creo que lo he logrado en parte gracias a la ayuda de trabajar con un coproductor de gran personalidad, alguien que quizás ha evitado que volviera a caer en mi zona de confort, en mis clichés. Mi zona de confort tiende a hacer las cosas largas y complicadas, más cercanas a ese rock conceptual, y eso es algo que no quería esta vez. Así que trabajar con David (Kosten, N. del A.) me ha ayudado a mantenerme muy centrado en esa idea de “si algo suena a algún otro, no lo hagamos”. En el pasado yo hubiera dicho “¡oh, esto suena a tal cosa, genial!” (risas) y ahora ha sido “pues no podemos hacerlo”. David ha sido muy útil para evitar que hiciera el tonto, porque al final yo soy tan aficionado a la música, y tan curioso al respecto…lo puedes ver en esta pared llena de discos (señala detrás suyo, con estanterías repletas de vinilos del suelo al techo), puedes ver que estoy obsesionado con escuchar música así que es fácil dejarte atrapar por todas estas influencias, y trabajar con David me ha ayudado a circunnavegar esta cuestión. En definitiva te diría que la mayor influencia en este disco ha sido no dejarse influenciar (risas).

El disco parece moverse, a nivel temático, alrededor de unos conceptos bastante concretos: consumismo, marcas y corporaciones, redes sociales… ¿qué has tratado de expresar, concretamente, en estas nuevas canciones?

El álbum habla principalmente de como el género humano ha visto afectado su curso evolutivo -tal como yo lo veo- debido a internet y específicamente, a los usuarios de redes sociales. Me fascina la idea de que las redes sociales nos hayan convertidos en obsesos de nuestra propia imagen. Facebook, Instagram, Tik Tok, el nombre que sea, todos van de lo mismo: exponerte y verte reflejado en el espejo de las redes. Conseguir likes, conseguir visitas…eso es algo que solía ser competencia exclusiva de las estrellas del pop, cineastas y gente del arte en general. Ahora eso se ha convertido en la obsesión de absolutamente todo el mundo. Y ello me parece una idea fascinante porque no sé si realmente llegamos a comprender, como especie, de qué modo esto va a afectar nuestra evolución a largo plazo.

Hay cosas muy preocupantes en el mundo ahora mismo que considero que son producto del incremento de la obsesión por uno mismo y de la beligerancia. Y cuando digo beligerancia me refiero a esta tendencia de mucha gente a ver las cosas en términos de blanco o negro. Esto es algo que se ha visto absolutamente reflejado en las elecciones estadounidenses, no se me ocurre en estos momentos un ejemplo mejor que ese. Y esa beligerancia creo que está impregnando a toda la raza humana…

Foto: Andrew Hobbs

Muy cierto. Además esta tendencia a posicionarse en uno u otro extremo imposibilita buscar puntos de acercamiento, buscar tonos de grises entre tanta polarización, Puede llegar a ser muy frustrante…

Absolutamente. Y eso lo puedes ver perfectamente reflejado en una figura como Donald Trump, el cual es muy consciente del poder que ello tiene sobre la gente y juega con las redes sociales en ese sentido, para crear más odio y beligerancia. Yo lo veo como una tendencia que está afectando a muchas personas. En Inglaterra tenemos el Brexit, que se ha visto envenenado por este tipo de filosofía y lo vemos cada día en las redes. Gente cuya única razón para existir parece ser el esparcir negatividad y odio, y simplemente no lo puedo entender. Pero es algo que parece estar creciendo y en consecuencia es algo sobre lo que he escrito mucho en el disco, al igual que sobre el consumismo, sobre el hecho de que la gente que tiene más poder en nuestras vidas son aquellos que escriben algoritmos online, que nos persuaden para comprar cosas, escoger cosas, ver cosas. Tú y yo somos lo suficientemente mayores para haber visto cómo esto ha ocurrido en nuestras vidas: la raza humana cambiando completamente la trayectoria de su evolución. Cuando todo parecía estar orientado hacia un mayor entendimiento, una mayor ilustración, de repente nos hemos detenido y vamos en dirección opuesta: menos curiosidad, más estupidez, más ignorancia, rabia…realmente se hace difícil no escribir sobre ello. Y no soy el único, obviamente.

¿Podría decirse en cualquier caso que estamos ante un álbum conceptual, aunque no sea en el sentido más tradicional del término?

Creo que nunca he hecho un disco que no tenga al menos una cierta continuidad temática. Este último no lo definiría como un álbum conceptual porque no explica una historia, no hay una narrativa pero sí, por supuesto hay un nexo común entre las canciones.

El disco se tuvo que postponer debido a la pandemia y finalmente el próximo enero ha sido la fecha escogida para editarlo. Todavía con el planeta en distintos grados de confinamiento ¿qué tienes pensado para substituir la promoción del disco en directo?

Bueno, justo hace un par de semanas empecé las The Future Bites Sessions. Cada semana cuelgo online la versión de un tema grabado en mi estudio aunque por supuesto eso es algo que también está haciendo mucha otra gente, en realidad voy un poco tarde al respecto, pero a los fans parece que les está gustando. De todos modos yo soy optimista, y de verdad espero que volverá a haber música en vivo, conciertos en directo. No creo que los haya durante un tiempo, pero yo tenía planes para presentar The Future Bites, con ideas muy interesantes y sería realmente una lástima que no pudiera llevarlos a cabo.

Mientras tanto una de las cosas que sí he hecho ha sido poner mucha más concentración, energía y dinero en la realización de buenos videoclips para varias canciones. Y aunque está siendo más duro que nunca hacer que la gente se comprometa solo con estas herramientas, es la única vía que pienso que queda. Sin la oportunidad de presentaciones en tiendas de discos, sesiones de firmas, shows en directo o apariciones en televisión…

Pero dices que mantienes la confianza intacta respecto a la vuelta de la música en directo…

Bueno, confiado puede no ser la palabra correcta. Optimista, mejor. A ver, creo que no será antes de un año a partir de ahora y desde luego no doy nada por sentado, pero sí me siento esperanzado.

«Personal Shopper», el primer adelanto del disco, está basado según has comentado en el film homónimo de Olivier Assayas, tu película favorita de 2018. Al respecto, ¿qué influencia dirías que ha tenido el cine en tu música y en tu modo de componer?

Directores y películas sin duda han supuesto una inspiración para mi casi al mismo nivel que la música. Incluso a un nivel muy básico. Cuando hablo del artista que aspiro a ser hablo de la clase de artista que constantemente sorprende, que desafía a su público. Y eso es así en algunos músicos, ya sabes: David Bowie, Frank Zappa… pero incluso puedo pensar más en directores: Stanley Kubrick, David Lynch, Jonathan Glazer y por supuesto el director de Personal Shopper, Olivier Assayas. Lo que adoro del mundo del celuloide y que a veces lamento que no sea más frecuente en el mundo de la música es que está aceptado, si eres un realizador, ir de género en género, cambiar de película a película. Si te fijas en alguien como Kubrick, hizo un thriller psicológico, un film bélico, otro de ciencia ficción…llegó a hacer una de las mejores películas de terror de todos los tiempos ¡sin haber hecho nunca ninguna anteriormente! Eso para mi es tan inspirador. Esa creatividad, esa capacidad de hacer cada vez algo completamente diferente, que al mismo tiempo es parte de tu propio universo. Si piensas sobre ello, no es algo que ocurra a menudo en el mundo de la música. La mayoría de artistas y de bandas tienden a encontrar una fórmula que funcione y se dedican básicamente a repetirla.

Precisamente, al escuchar el nuevo disco días atrás en cierto momento pensé que era irónico que una parte considerable del público te siga viendo como “ese tipo del prog”, no importa lo mucho que hayas evolucionado o hecho cosas distintas a lo largo de los años…

Sí, esa es mi mayor frustración respecto a mi carrera. Yo nunca he pensado en mí mismo como en un músico genérico, pero al tener mis mayores éxitos con discos asociados a ese género, quedé de algún modo etiquetado. Aunque al principio de mi carrera ya estaba también en No-Man, haciendo dance y electrónica, no tuvimos mucha repercusión. El primer gran éxito llegó de la mano de Porcupine Tree así que de algún modo eso definió todo lo que vendría después.

Por un lado es halagador, muy halagador que te llamen “el rey del rock progresivo moderno” pero al mismo tiempo es igualmente frustrante, te limita. Me he quedado sin aliento a veces repitiendo a la gente “yo no me veo de ese modo” (risas), pero es una batalla que ahí sigue.

En ocasiones has explicado que siempre escribes más canciones de las que realmente necesitas. ¿Ha ocurrido también con este nuevo disco? Y en tal caso ¿tienes planes para editarlas de algún modo?

Sí, no ha sido distinto esta vez. Creo que terminé con veinticinco canciones. Hay nueve en el álbum porque en esta ocasión me comprometí totalmente a que el disco no durara más de cuarenta y cinco minutos. Estoy firmemente convencido de que es el tiempo óptimo para que el oyente mantenga su concentración. No es ninguna coincidencia que la mayoría de álbumes clásicos ronden los cuarenta minutos de duración. Ya sea The Dark Side of The Moon, Pet Sounds, Sgt. Pepper’s…cualquiera de ellos oscila entre los treinta y cinco y los cuarenta y cinco minutos. Y yo no he practicado lo que predico (risas), mis álbumes siempre han tendido a ser demasiado largos pero esta vez me dije a mí mismo: “definitivamente no, voy a mantener este álbum en cuarenta y cinco”. Al final creo que ha quedado en cuarenta y dos. Pero eso no significa que no hayan quedado muchas canciones en el tintero. Seis de ellas van a ir a la edición de lujo en box set, en el segundo disco, otras cuatro o cinco serán caras b de los singles. Finalmente todas acabarán viendo la luz en uno u otro formato.

En esta búsqueda constante de nuevas formas de expresión artística que antes comentabas, ¿has considerado o te has encontrado con algún tabú? Es decir, ¿existe algún género musical con el que nunca querrías experimentar?

Esa es una buena pregunta. Hay ciertas estrellas de la música que no me gustan particularmente, y honestamente no soy especialmente fan del sonido de la música pop actual. En parte debido a que soy viejo, estoy seguro (risas) pero también porque creo que se ha convertido en una cosa demasiado formulista, va todo sobre la voz principal y la música no tiene personalidad alguna. El uso del autotune y el melodyne va contra la calidad sintética que siempre han tenido las voces, es un sonido feo, a mis oídos suena feo, no puedo escucharlo. Pero al mismo tiempo a veces escucho algunos discos actuales de pop que son extraordinarios. Billie Eilish, por ejemplo, la escucho y pienso “uau, la producción es impresionante”, ahí hay algo que realmente puedo admirar así que no todo está perdido. Pero en general como te digo, me disgusta ese sonido, la música parece escrita por algoritmos informáticos, es tan banal. Así que creo que nunca voy a meterme en ese mundo y estoy seguro de que mis fans tampoco esperarían que lo hiciera, en cualquier caso (risas).

Foto: Andrew Hobbs

A lo largo de tu carrera siempre has sido un tanto reacio a publicar discos recopilatorios. ¿Por qué razón?

Una parte de mí siempre ha pensado que una recopilación es algo que haces cuando sientes que tu carrera está por acabar. Y yo siempre me siento como si estuviera a punto de grabar mi mejor disco así que sospecho que la razón es esa. A ver, me encanta una buena antología, como a todo el mundo…

Yo creo que en ocasiones son muy útiles para introducirte en la música de determinados artistas con extensas trayectorias, como un modo sencillo y rápido de conocerles antes de profundizar en su trabajo. Uno de mis primeros discos fue un recopilatorio de Queen, cuando era un crío, y de ahí pasé a comprarme toda su discografía.

Sí, creo que tienes razón. Probablemente haya espacio en mi catálogo para una compilación cuidada y bien programada. Por otro lado la diferencia entre yo y una banda como Queen o Abba es que sus recopilatorios son en esencia, una colección de hits y yo no tengo de eso (risas).

En este momento se cumplen más o menos diez años desde que aparcaste a Porcupine Tree e iniciaste tu carrera en solitario. Si pudieras volver a 2010, a nivel artístico ¿crees que cambiarías algunas de las cosas que has hecho o repetirías todos tus pasos?

Interesante cuestión. Todo lo que he hecho siempre he creído que era lo correcto en aquel momento concreto y creía absolutamente en ello. Desde un punto de vista pragmático, no me avergüenzo de nada de lo que he hecho desde que inicié mi carrera en solitario, estoy orgulloso de todo aunque sí es cierto que algunas cosas ahora me suenan como hechas por una persona distinta. O un músico diferente al que soy ahora. Pero eso no es nada malo, es volver a la idea de alguien que está constantemente evolucionando, cambiando…y como les pasa a muchos, tiendo a pensar que lo que estoy haciendo justo ahora es lo correcto. Pero resumiendo no, no cambiaría nada.

El pasado septiembre contrajiste matrimonio, adoptaste dos hijastras, ¿cómo crees que esta nueva situación personal, mucho más estable, puede influir en tus próximos trabajos?

Bueno, creo que tiene que afectar a mi trabajo, como cualquier cosa que ocurre en tu vida, pero todavía no sé cómo. Esto ha sido algo muy grande para mí y estoy seguro de que tendrá efecto en los resultados. Es inevitable. Estoy seguro de que muchos fans escucharán este disco y dirán “¡es más pop, eso es porque se ha casado!” (risas). No creo que sea verdad, estoy totalmente seguro de que todo lo que he hecho a nivel musical durante los últimos diez años, me habría conducido a este punto de todas maneras.

Una de las primeras cosas que hice con mi mujer, al poco de conocernos, fue decirle “mira, esto es lo que hago. Habrá días en que desapareceré en una especie de burbuja creativa y no me verás durante cuarenta y ocho horas”. Y para ella está bien, lo entiende perfectamente. De lo que estoy seguro es de que mi nueva situación moldeará y cambiará el carácter de mi música y mi creatividad pero no soy capaz de articular en qué modo lo hará, porque no lo sé.

 

Texto: Eloy Pérez

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