Por lo que se advierte a primera escucha, y se confirma con las sucesivas, el David Ramirez adscrito, durante cierto tiempo, a ese sonido folk-country que se acomoda sin estridencias en el amplio espectro del americana, en este nuevo trabajo ni está ni se le espera. Escritas, al parecer, durante una relación que pasó por todas y cada una de las etapas clásicas, desde el encoñamiento hasta el ahí te quedas, las canciones de My Love is a Hurricane se mueven por derroteros distintos a los conocidos, cuanto menos por lo que respecta a lo formal.
Soul, R’n’B y pop de traje a medida son las nuevas armas del de Austin, a las que no se les puede negar ni el riesgo ni la clase. Sí se les puede negar la idoneidad, puntualmente, en cuanto un tercio del álbum no alcanza los niveles del resto. Pero es que ese resto es cosa seria, oigan.
Moviéndose en terrenos ya transitados por nombres que van de Phosphorescent a Bear’s Den, Ramirez te vende acústicas y sintetizadores –y unos bajos que te planchan y almidonan la corbata- para que compres joyería de muchos kilates. «I Wanna Live in Your Bedroom», «Hallelujah, Love is Real», «Easy Does It», o el tema que titula el disco son gemas de esas que encuentras muy de cuando en cuando. Forjadas con tal clase, elegancia y (buen) sentido de la originalidad y la evolución artística, que difícilmente van a pasar nunca de moda.
Esto va a sonar tan potente, intenso y vibrante de aquí veinte años, como lo hace ahora. Por composición, por producción, y por enjundia. No me cabe la menor duda.
Eloy Pérez
