Hace tiempo que David Ivar se quedó en solitario al frente de Herman Düne. Lo que empezó como dúo y luego trío, ha acabado convertido en un proyecto en solitario que, eso sí, no lo convierte en menos interesante. Por eso desmenuzamos canción a canción su nuevo disco, dedicado desde su título al barrio de Los Ángeles en el que reside hace tiempo, Vinegar Hill, en San Pedro.
«Say You Love Me». Difícil no acordarse de The Band y su «The Weight» en este tema en el que Caitlin Rose aporta coros. Un tema de country stentero con Jon Natchez a las trompetas y que según su propio autor está basado en una noche de borrachera y en esa apertura de corazón que suele producirse cuando uno va un poco tocado.
«Heartbroken & Free». Sigue la mar de norteamericano el franco-sueco y lo hace con un tema cinematográfico que podría haber estado en uno de los últimos discos de Bob Dylan o incluso en el country Nashville Skyline. Especialmente destacado es el colchón que aporta la pedal steel guitar a este tema trotón con otro excelente trabajo a los coros de Caitlin Rose y de la novia de Ivar, Mayon.
«Freak Out Til The Morning Dew ». Inclasificable tema que tiene algo de las Basement Tapes (de nuevo Dylan y The Band) y mucho de circense. Una especie de vals con muy buen trabajo instrumental y plena libertad creativa. Dedicada a la ansiedad que provoca el insomnio.
«Ballad of Herman Düne (High On Rye & Lost At Sea)». Un ritmo casi hip hop nos lleva, a un tema…muy hip hop, claro. Ojo a su letra cargada de referencias conocidas que es de las mejores de todo el disco. Americana vía Snoop Dog o Dr Dre.
«L.A. Blues». Hipnótica y con un magnífico trabajo de guitarras se presenta este baladón psicotrópico y ciertamente deprimente. La vida de un inmigrante en un país que no está en el mejor momento para ser precisamente extranjero.
«Vinegar Hill». Está claro que David Ivar está cómodo con su vida en Los Ángeles y eso se hace evidente en cada tema. Y vamos a dejar ya las comparaciones con Dylan, Danko, Helm y compañía para buscar otras referencias en este dúo chico-chica. Creo que la cosa está clara, ya que el aroma a Gram Parsons y Emmylou Harris sobrevuela todo el tema.
«Scorpio Rising». Con lo poco que me gustan las baterías programadas, y a este tema le sientan la mar de bien. El tema evoluciona de un aroma al «Me & Bobby McGee» a algo cercano a los mejores momentos de los Bee Gees. Aviso, no es para todos los públicos pero como te metas en ella, no sales.
«Hawaii Morning». Juguetear con una guitarra hawaiana también es muy de Herman Düne y aquí lo tenemos. Tema cachondo y sencillito con escasa instrumentación.
«Mookie Mookie». Si Marc Bolan o el Bowie más glam se hubieran ido a vivir a California, probablemente hubieran acabado haciendo canciones como esta. Parece un cambio de tercio, y de hecho lo es, pero su aparente alienación del resto de canciones del álbum le sienta genial a este. Aviso, algún fraseo me recuerda al «Johnny 99» de Bruce Springsteen ¿habré perdido ya la cabeza?
«Birds Of Prey». Cortísimo tema en plan bluegrass. Ni dos minutos para hablar de lo fugaz de nuestro paso por este mundo. Contrapunto a los momentos de jovialidad del disco.
«PS I Could Have Done Great Things». Autocrítica al poder. Podría haber hecho grandes cosas, pero aquí estoy haciendo un simple disco. Suerte que uno no se lo toma en serio. Uno de los momentos más irónicos del disco demostrando Ivar lo buen letrista que es.
«Long Monday». No podíamos cerrar el disco sin un tema que otra vez sonara a The Band ¿no? Aunque esos coros también tienen algo de The Byrds. Pero ¿no les suena el tema? Efectivamente, estamos ante una versión, en este caso de John Prine, fallecido por el maldito COVID, y que Ivar ha querido incluir como homenaje. Era un tema que el músico tocaba ya en sus shows desde hace tiempo y que decidió incluir como colofón del disco en el último momento. Todo un acierto.
Eduardo Izquierdo
