Encuentros

James Dean Bradfield, de repente Víctor Jara

Una pandemia que asola la humanidad, una nueva crisis económica cuando aún no habíamos salido de la anterior, crecimiento de la ultraderecha en el mundo, gobiernos cercanos a esa ideología en los EE. UU, Hungría y Polonia. Opiniones que, con razón o sin ella, dan por muerto el rock and roll y fían toda respuesta sociocultural a fenómenos como el reggaeton o el trap. Y de repente, sin previo aviso, desafiando lugares comunes, zonas de confort políticas o culturales, rescatando la viabilidad del Rock como vehículo para el mestizaje musical, aparece el segundo álbum en solitario de James Dean Bradfield dedicado a la figura universal de Víctor Jara.
Bradfield, frontman de la banda británica Manic Street Preachers, vuelve a la carga con un nuevo álbum, que, consolidándolo como autor, demuestra su madurez como compositor y músico, trasmitiendo una sensibilidad única para interpretar canciones con su característica voz. En este caso, además, Bradfield se sirve de los poemas del dramaturgo galés Patrick Jones, uno de los más reconocidos de las letras británicas contemporáneas y hermano del bajista del grupo Nick Wire. El resultado de esta colaboración es un sincero y sentido homenaje a uno de los cantantes más destacados de la música popular universal.

Un trabajo en solitario que consolida al de Gales en su carrera paralela a la de Manic Street Preachers, después de un debut más que notable en el año 2006 con “The Great Western”, y que se afianzó con la composición de la Banda Sonora para la película “The Chamber” en 2016. En este caso Bradfield se mostró como un compositor más que capaz de afrontar el reto de crear con su música una atmósfera asfixiante, para un drama de supervivencia humana en el fondo del océano.

El nuevo álbum del músico británico es una mezcla de sensibilidad, ritmo, mestizaje, guitarras eléctricas y españolas entrelazadas a la perfección y una voz siempre convincente, que transmite honestidad con el trabajo realizado. En su caso, además, consigue que en las composiciones se reflejen las distintas influencias que ha tenido en su formación musical, como se puede observar en la canción que abre el disco, la magnífica y enigmática “Recuerda”.

Las credenciales de este trabajo quedaron presentadas en los dos sencillos lanzados antes de la publicación del álbum. Así There’ll Come a War, nos acerca al conflicto de clases con la matanza producida en la localidad de Puerto Montt de fondo, en la que 10 trabajadores chilenos murieron y otros 52 fueron heridos a manos de los carabineros, bajo las órdenes directas del ministro democristiano Edmundo Pérez Zujovic el 9 de marzo de 1969. Víctor Jara se hizo eco de aquellos trágicos hechos y compuso su canción Preguntas por Puerto Montt. Lo cierto es que como le ocurriera años antes en España a Federico García Lorca con su obra “La casa de Bernarda Alba”, esta canción será una afrenta que no podrán olvidar policías y militares chilenos, haciéndosela pagar a Víctor Jara años más tarde.

El segundo sencillo lanzado antes del álbum es sin duda una de las mejores canciones del disco titulada “Seeking the Room with Three Windows”. Se inicia con una entrada que va hilvanando el sonido de una guitarra eléctrica, para después hacer crecer la canción, consiguiendo crear una atmosfera enérgica en la que James Dean Bradfield imagina a Víctor Jara en la portada de su quinto álbum, “Canto libre”, de pie con su guitarra en Machu Picchu, mientras observa el Templo de las tres ventanas. Esta identificación directa con la obra de Víctor Jara tendrá su correlato musical en el álbum con la canción “La partida”, en la que la influencia de la Nueva Canción Chilena es evidente desde el primer momento.
El resto del álbum es una sucesión de sólidas canciones, en las que la prosa de Patrick Jones encuentra eco en la música de Bradfield, y como pasa en los discos de Joan Manuel Serrat dedicados a Antonio Machado y Miguel Hernández, los poemas se hacen inseparables de las notas musicales, elevando más si cabe los versos de Jones a una dimensión cultural completa.

No se puede hablar, por tanto, de Even in Exile, sin detenerse en la figura de Patrick Jones, cuya autoría de las letras del disco es clave para el resultado final que buscaba Bradfield. La obra de este poeta y dramaturgo británico nacido en el País de Gales ha estado relacionada con el compromiso político desde el principio. Su activismo y militancia laborista le ha llevado a diversos frentes culturales, como la organización de Jóvenes Escritores galeses, talleres de lectura y escritura para trabajadores, especialmente mineros, así como programas de alfabetización en un país arrasado por el thatcherismo y el darwinismo social. Este compromiso lo ha llevado a otras facetas de su vida profesional, como sus apariciones en la BBC Wales, a organizar diversos festivales de literatura, talleres sobre marxismo, conciertos contra la guerra de Irak o investigaciones sobre la violencia de género.

Pero Even in Exile no es la primera incursión de Patrick Jones en el mundo de la música, ni la primera colaboración con James Dean Bradfield. Amigo personal de este, conoce a Bradfield gracias a su hermano Nicky Wire, bajista precisamente de Manic Street Preachers. Pronto ambos proceden a compartir proyectos, como Dyn Cardiff, con BSO del propio Bradfield que se llevara al teatro, un CD sobre lenguas minorizadas y otro disco grabado en el año 2014 que contiene un musical dedicado al movimiento obrero primigenio, a través de los llamados cartistas titulado The Forgotten. La obra de Patrick Jones no ha estado exenta de polémica, como cuando tuvo que hacer frente a la denuncia de un grupo de presión ultra religioso, que le acusaba de un supuesto delito de blasfemia.

El relato nos lleva así al artífice de este álbum, James Dean Bradfield, que como líder de Manic Street Preachers, se destacó desde el principio, al igual que el resto de la banda, por tener un compromiso social y político marcadamente de izquierdas. Nacido un 21 de febrero de 1969 en la localidad galesa de Pontypool, conoció ya en la adolescencia a los que serían sus compañeros en Manic Street Preachers. Así su primo Sean Moore sería el futuro batería, Nicky Wire sería el bajista y el propio Bradfield el guitarra solista. A todos ellos se uniría el malogrado Richey James Edwards como cantante.

Desde el principio de su carrera, la banda británica Manic Street Preachers se diferenciaron sobre el resto del llamado Britpop, por tener una actitud menos hedonista y condescendiente, implicándose en la realidad a través de unas letras políticas y sociales que les acercaban a Billy Bragg, poniendo de manifiesto que la rebeldía se basaba en el compromiso político y no en una actitud confusa. Dentro del britpop destacaron por ser musicalmente diferentes, con mayor influencia de T-Rex, del punk o de Joy Division que de la década de los 60, a diferencia del resto de su generación, desplegando de esta manera una carrera que beberá de diversos estilos, desde el ya mencionado Glam rock, pasando por el indie primigenio, y también por el hard rock.

Manic Street Preachers han demostrado con creces a lo largo de su ya dilatada trayectoria de 28 años, que es compatible escribir canciones revolucionarias con guitarras afiladas de fondo y vender más de 10 millones de discos. Así, ya su álbum de debut en 1992, Generation terrorists, llegó a ser disco de oro en Gran Bretaña, y los convirtió en los hermanos mayores del Britpop. Este éxito no fue aislado, ya que lo repetirían en 1998 con su álbum This Is My Truth Tell Me Yours, el más vendido de su carrera.

Precisamente en este álbum se encuentra una de las canciones más abiertamente políticas de su carrera, “If You Tolerate This Your Children Will be Next”, sobre la que preguntamos a James Dean Bradfield en la entrevista posterior a este artículo. El tema hace una una reflexión sobre las Brigadas Internacionales que acudieron en ayuda de la República frente al fascismo durante la Guerra Civil, su valor y su innegable sacrificio, enfrentándose a las tropas sublevadas profesionales y altamente preparadas, convirtiéndose los batallones internacionales (como los cerca de mil voluntarios del batallón británico Clement Atlee) en las mejores unidades del Ejército Popular.

Manic Street Preachers

Reconocidos por crítica y público, Manic Street Preachers siguieron haciendo bandera de sus ideas marxistas, con canciones en las que golpeaban sin piedad al capitalismo. Este compromiso político con la izquierda los llevó a ser el primer grupo de rock and roll que tocó en La Habana en directo en el Teatro Karl Marx, ante el mismísimo Fidel en 2001.
Y es que no hay que perder de vista que si algo caracteriza al rock and roll británico es que la gran mayoría de sus grupos o solistas, tienen un marcado carácter de clase trabajadora, identificando la música popular con buena parte de la cultura obrera británica. Desde el sindicato ( y a pesar de las derrotas de la década de los 80), las viviendas en hileras interminables, el equipo de fútbol como elemento identitario extradeportivo, el pub como zona de encuentro y reunión, han ido creando una conciencia de clase de la que sentirse orgulloso, y que a diferencia por ejemplo de lo que vemos en España. es reivindicada desde el mundo de la música, sea esta comprometida o no. Es esta conciencia de pertenencia a una clase social diferenciada, la que une a grupos más allá del estilo que toquen, bien sean The Kinks o Pulp, The Clash o Aztec Camera.

Manic Street Preachers eran, por tanto, los más adecuados para componer una canción que rápidamente se convertiría en un himno para la clase trabajadora británica. Sin duda, A Design For Life lo era, hasta el extremo que se adelantaba al libro Chavs del sociólogo británico Owen Jones, sobre los ataques a la cultura obrera y su criminalización por parte del sistema que la responsabiliza de cualquier acción violenta en la sociedad.

Sin renunciar un ápice a su personalidad, conciencia de clase y orgullo galés, la trayectoria de los Manic se ha mantenido en el tiempo hasta hoy, simultáneamente con las carreras en solitario de sus miembros, tanto la del bajista Nicky Wire, como la del que nos atañe en este artículo James Dean Bradfield, cuyo primer trabajo The Great Western data de 2006. Hemos tenido que esperar 14 años para la publicación de este segundo trabajo con el título Even In Exile, creado a partir de la vida y la obra de Víctor Jara.

No es de extrañar la fascinación de Bradfield por la figura del músico y dramaturgo chileno por partida doble, ya que los une compartir una misma ideología y profesión. Víctor Jara es mundialmente conocido por su horrible asesinato el 16 de septiembre de 1973 a manos de militares golpistas, después de haber sido brutalmente golpeado y torturado debido a su militancia en el Partido Comunista chileno.

Lo que probablemente se conozca menos en la actualidad, es su aportación imprescindible a la renovación de la música popular latinoamericana, a través de la llamada Nueva Canción chilena, la cual introducía sonidos de rock anglosajón en sus raíces andinas. La influencia del pop a nivel mundial también tuvo su repercusión en Latinoamérica, donde una persona abierta a cualquier influencia cultural como era Víctor Jara permitió que guitarras, bajos eléctricos y baterías se colaran entre instrumentos tradicionales como la flauta de pan, el tubo de metal y el charango entre otros.

Víctor Jara se inició en la música popular chilena a través de versiones del cancionero tradicional del país latinoamericano. En su proceso de actualización jugaron un papel fundamental dos figuras: por un lado, el cantautor argentino Atahualpa Yupanki y por otro la chilena Violeta Parra. Coetáneos ambos, realizaron una recuperación del folklore del cono sur, poniendo en valor los sonidos del altiplano andino, la importancia de las costumbres de los pueblos autóctonos y su reivindicación como la influencia musical que les guiaba en su obra.

No menos importante era el factor político que acompañaba la música de los dos maestros. Ambos indignados por la situación de pobreza extrema que sufrían las clases trabajadoras y las capas populares indígenas, contrajeron un compromiso político con el Partido Comunista. La lucha política se convertía en una clave más de esta música, en la que no solo se recuperaban melodías e instrumentos tradicionales, sino que las letras tendrían una fuerte carga ideológica, acompañándolas la censura y la prohibición de la reproducción de las canciones en emisoras de amplio alcance.

Víctor Jara nació en el seno de una familia campesina de la provincia chilena de Ñuble, al sur del país, el 28 de septiembre de 1932 . Desde muy niño tuvo que trabajar abandonando sus estudios de secundaria, lo que le llevó a sufrir la explotación y las desigualdades desde muy joven, adquiriendo muy temprano una conciencia política que le llevaría a afiliarse al Partido Comunista Chileno. Fue gracias a su madre, Amanda Martínez, por lo que empezó a tocar la guitarra, siendo ella su maestra, iniciándolo también en el canto. Lo que era una afición inicial, acabó convirtiéndose en una cosa más seria a partir de su entrada en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile en 1957. A partir de ese momento entró en contacto con el grupo de folk Cuncumén y conoció a la madrina de la música chilena, Violeta Parra.

Después de una gira por Europa que le permitirá conocer culturas diversas como la belga o la soviética, registra su primer sencillo, “Paloma quiero contarte” en 1961, en el que las influencias de Violeta son más que evidentes, pero también brilla una personalidad propia que se asoma en un timbre de voz que cautiva de inmediato. Juntamente con su otro tema “La canción del minero”, grabará su primer disco con el grupo Cuncumén. No será hasta 1967 cuando grabe su primer álbum homónimo y se una a toda una generación de músicos, configurando lo que se conocerá como la Nueva Canción Chilena. Grupos como Quilapayún o Inti-Illimani, y solistas como los hermanos Angel e Isabel Parra (hijos de Violeta), Patricio Manns y el propio Víctor abrirán nuevos senderos compositivos. Renovarán y actualizarán la canción chilena, haciendo que conecte con los sectores más jóvenes de la población, poniendo banda sonora a su vez a la campaña de la Unidad Popular y a la victoria en las elecciones presidenciales de 1970 de Salvador Allende.

Víctor Jara

La obra musical de Víctor Jara se fraguó en un espacio breve de tiempo de 6 años. En 1969 publicará su segundo trabajo, Pongo en tus manos abiertas siguiéndole Canto Libre, El derecho de vivir en paz, La población y el que sería su último álbum Canto por travesura publicado en 1973. En todos estos discos se aprecia el amor que tenía Víctor Jara por su pueblo, por la igualdad y una creencia absoluta en la vía chilena al socialismo, lo que Allende describía como un socialismo en democracia, pluralismo y libertad.

Acercarse a los discos de Víctor Jara es descubrir un universo de música latinoamericana, a partir del llamado folclore tradicional chileno, como resultado de una investigación exhaustiva de su riqueza y diversidad. Pero Víctor fue más allá, buceando en influencias de otros países americanos, que quedaban reflejadas en canciones como el folclore mexicano en “Juan sin tierra”, el cubano en “La zamba del Che”, el boliviano en “A Cochabamba me voy”, o el estadounidense en “Las casitas del barrio alto”, versión de la canción de Pete Seeger “Little boxes”, del que también hará una versión de su canción “El martillo”.

Los ecos del rock and roll se aprecian sin duda alguna en su canción “El derecho de vivir en paz”, donde el lamento de una guitarra eléctrica se entrelaza perfectamente con una flauta chilena para denunciar el infierno de la guerra de Vietnam, en el que sin duda es, uno de los más bellos ejemplos de mestizaje musical de la historia. Otras canciones tendrán destellos pop, camuflados tras instrumentos tradicionales chilenos como “Abre la ventana” o “Vamos por ancho camino”. Esta influencia no solo sería musical, sino que también se manifestaría a través de sus letras, como el claro paralelismo que se puede establecer entre “Móvil Oil Special” y la ironía con la que Víctor Jara describe el radicalismo izquierdista de los universitarios burgueses, que resulta ser la misma con la que tratan The Beatles en su canción “Revolution” a los estudiantes de clase alta, tan alejados de la realidad del movimiento obrero.

Los terribles y sangrientos hechos acontecidos en Chile a partir del 11 de septiembre de 1973, con la orgía de represión y crimen genocida perpetrados por el ejército y la policía contra la Unidad Popular, harán de la tortura y fusilamiento de Víctor Jara en el entonces Estadio Nacional de Chile, todo un símbolo del gobierno democrático, juntamente con el propio Presidente Salvador Allende, asesinado en el Palacio de la Moneda y con el poeta y Premio Nobel de literatura Pablo Neruda, muerto en extrañas circunstancias a finales de ese mismo septiembre negro.

Estas circunstancias convirtieron la obra Víctor Jara en un referente en la lucha contra el fascismo y el imperialismo estadounidense, politizando el tratamiento de su trabajo, lo que dificultará un acercamiento musical al mismo. Este encasillamiento casi consigue que su música fuese arrinconada en los años 80 y 90, décadas en las que la obra de los
cantautores era tratada de una manera despectiva e infravalorada en lo musical. El paso del tiempo ha querido que la obra de aquellos músicos que dotaban a sus letras de un contenido político comience a ser tratada de manera ecuánime, con la suficiente objetividad para valorar su calidad artística. Y es aquí donde el trabajo de James Dean Bradsfield cobra una mayor importancia, por el autor elegido y por el momento de hacerlo.

En cada una de las canciones de Even In Exile, podemos encontrar una unión completa entre la música de Bradsfield, los versos de Patrick Jones y un Víctor Jara omnipresente en cada surco del disco. También algo a lo que deberá de estar atento quien escuche Even In Exile, es como James Dean Bradsfield, ha creado una atmósfera en la que parece haber querido volcar todas sus influencias musicales, de manera que puede dar la equivocada impresión de que Jara es una mera excusa. Pero es todo lo contario, música y letras van unidas, en un disco conceptual gracias a Patrick Jones, pero en un marco sonoro en el que la sorpresa es que Víctor Jara se mueve entre guitarras eléctricas, sintetizadores, cajas de ritmo, y un compendio de la evolución del rock and roll desde la década de los 60 hasta el britpop.

Hay que destacar que el líder de los Manic ha huido de la tentación de interpretar alguna canción de Víctor Jara, ante el problema de cantar en una lengua, la castellana, ajena por completo a su mundo. Por eso la única canción del autor chileno interpretada en el disco, es La Partida, que al ser instrumental permite a Bradsfield hacer un homenaje sentido y humilde. Entrando ya directamente en el álbum, la primera canción del disco, Recuerda, comienza con una intro, en la que solo escuchamos la voz de Bradsfield y una guitarra que bien podría pasar por una de la de los hermanos Parra, para de repente dar un giro inesperado en el estribillo, lanzándonos a un sonido que bien podría recodar a The Joshua Tree de U2. Este cambio provoca el interés inmediato por seguir escuchando el álbum.
En The Boy From The Plantation encontramos el primer videoclip del álbum, así como una de las letras más bellas que habla directamente de Victor Jara y de algo tan duro como trabajar de campesino, como hizo el cantante chileno en su infancia. Éste aparece directamente citado en el estribillo a través de su nombre completo Víctor Lidio Jara Martínez.

Y todo ello interpretado como si de una canción de power pop se tratara. There’ll Come a War es la canción más lenta del álbum, ya que Bradsfield quiere que escuchemos con atención los versos de Patrick Jones, poniéndonos en alerta ante un conflicto que llega, con un desenlace dramático, como fue la matanza de Puerto Montt. La instrumental Seeking the Room With The Three Windows se asienta sobre una base musical que se encuentra a caballo entre el rock progresivo y la new wave, con un punteo final que a su vez nos remite a Chile, dando sentido a esa imagen de Víctor Jara contemplando el Templo de las tres ventanas en Machu Pichu.

Thirty Thousand Milk Bottles es una canción introspectiva que pone en valor uno de los mayores logros del gobierno de la Unidad Popular, como fue el reparto gratuito a todos los niños de clase trabajadora de medio litro diario de leche, para así acabar con la desnutrición. Como ya ocurriera en “There’ll Come a War”, aquí la música no debe de despistarnos para poner en valor la letra, verdadera protagonista del tema. Los primeros acordes del segundo instrumental del álbum, Under The Mimosa Tree, bien podría haberlos tocado con su amigo Billy Bragg en su disco con letras de Woody Guthrie, Mermaid avenue. El tema avanza con un estribillo con un sonido muy propio del cantante chileno, que establece una línea directa entre la nostalgia y la evocación que sugiere el propio título.

From the Hands of Violeta es la canción más propiamente Manic Street Preachers de todo el disco, con ese sonido tan directo y la soberbia voz de Bradsfield para cantar a ese personaje central en la vida de Víctor que fue Violeta Parra. Siguiendo esta misma línea más Manic, pero en su versión más acelerada y guitarrera, se encuentra la canción dedicada a Joan Jara Without Knowning The End (Joan’s song). Llegamos así a La partida, única versión del cantante chileno en todo el disco. Hay que destacar que el líder de los Manic huye de la tentación de interpretar alguna canción de Víctor Jara ante el problema que le supone, como hemos referido antes, cantar en castellano. Por eso La Partida, tema instrumental, es un homenaje sincero y para nada impostado, desde su realidad
The last song, comprende dos partes claramente diferenciadas. Y es que se inicia lenta y reflexivamente, para endurecerse en la segunda parte con guitarras agresivas, distorsionadas y punzantes, como los sentimientos que provoca el no poder cambiar un desenlace fatal.

La despedida de Víctor Jara acaba plasmándose en ese broche final del disco que es Santiago sunrise, que invita a querer saber más sobre el músico chileno, sobre su vida, su obra, su compromiso político y su figura imperecedera.
Nos encontramos pues ante un disco en mayúsculas, hecho por un músico británico pensando en otro chileno, al otro lado del océano. James Dean Bradfield nos presenta un trabajo que destila admiración, respeto, identificación y por encima de todo ganas de vivir, las mismas que tuvo siempre Víctor Jara y que le fueron arrebatadas por 44 balas disparadas a bocajarro por sus asesinos, durante aquella locura de sangre y crimen que sumió a Chile en 17 años de terror y oscuridad.

No ha querido hacer James Dean Bradfield un disco homenaje al uso, sino acercar la obra de Jara a su mundo musical anglosajón, demostrando que la cultura es universal cuando se hace desde el corazón, rompiendo estereotipos, como esa antítesis absurda entre canción de autor y rock and roll en cualquiera de sus diversas variantes. Este es un disco donde las diferentes lenguas unen más que separan, encontrando un lugar común que pulveriza las fronteras humanas artificiales.
Even in Exile es un álbum que conmueve, que incita a escucharlo una y otra vez, a perderse por sus melodías evocadoras, a la vez que a la reflexión sobre las injusticas de este mundo. Como bien ha dicho Nicky Wire, nos encontramos ante un álbum moderno, eléctrico, de adivinación sobre un músico que ya no está, a través de las letras y la música de unas canciones que han llegado para quedarse.

¿Por qué Víctor Jara y por qué ahora?

Elegí escribir sobre Víctor Jara fruto del destino y quizás de cierta inevitabilidad. Mi amigo Patrick Jones, poeta y dramaturgo, estaba escribiendo poemas, prosa y un monólogo teatral sobre Jara, como una especie de ejercicio emocional. Cuando me di cuenta de que Patrick no iba a publicarlo vi la oportunidad de plasmarlo en música. Manic Street Preachers estaba haciendo una pausa entre grabaciones, pero lo más importante es que había estado escuchando a Jara toda mi vida, a través de las canciones de Calexico, U2, Working Week, The Clash. Músicos como Robert Wyatt y Bruce Springsteen habían escrito versiones sobre sus temas. Era como si de alguna manera tuviera que pasar. Me quedé impresionado por la belleza y ternura de sus canciones. La política necesita de un lado más amable en su discurso y en su manera de comunicarse, o al menos, de cierta empatía que no comporte compromiso, de no ser así nos alejamos cada vez más los unos de los otros.

Tu trayectoria profesional y personal guarda muchas similitudes con la de Víctor Jara. En ambos casos el compromiso político ha corrido paralelo a la obra artística. ¿Cómo se refleja esta similitud en el álbum?

La canción “Recuerda” enlaza la voz de Jara y el uso que hizo de ella para ilustrar algunas de las injusticias cometidas a lo largo de la historia de Gales. En la localidad galesa de Machynlleth se celebra anualmente un festival dedicado a la figura de Víctor Jara. Su voz y sus canciones trascienden más allá de las fronteras, las décadas, la lengua y los continentes. El tono de su música es de alguna manera sanador y eso lo hace único.

No es la primera vez que te acercas a hechos históricos en tu trabajo. Así la canción “If You Tolerate This Your Children Will Be Next”, ya había una influencia clara de la Guerra Civil española. ¿Has visto en la figura de Víctor Jara una línea de continuidad con el asesinato de Federico García Lorca? ¿Podemos referirnos a tu álbum como una necesaria denuncia del fascismo, ante los peligros que nos acechan hoy en día?

El tema de los Manic Street Preachers “If you tolerate this your children will be next” fue escrito como una autocrítica, reconociendo que nunca hemos tenido que sacrificar nada sustancial de nuestras creencias políticas, a diferencia de lo sucedido con otros en la historia de Europa. Mi álbum surge en un momento en el que la polarización de la política esta llegado a niveles peligrosos. El centro se utiliza por quienes no tienen escrúpulos en condiciones extremas.

Desde el principio de tu carrera nunca has ocultado tu defensa de los principios del comunismo como hizo Jara. ¿Qué importancia tiene en el imaginario colectivo musical su brutal asesinato en el Estadio de Chile al inicio del Golpe fascista contra Salvador Allende?

Es cierto que a lo largo de mi pertenencia a Manics, siempre hemos mostrado cierta fascinación hacia la imaginería socialista de izquierdas británica, francesa, el bloque soviético, aunque no exclusivamente comunista. Creo que los fundamentos del socialismo británico más amplio deben dirigirnos hacia la propiedad estatal de los recursos minerales, el agua, los transportes, los ideales republicanos,pero lo cierto es que estas creencias y principios hoy en día están teñidos de un halo de nostalgia. El final de la vida de Jara está más allá del análisis o la mitología. Es de una brutalidad que todavía nos estremece hoy en día.

A lo largo del álbum vas explorando la vida y el asesinato de Víctor Jara, de la mano de los poemas del poeta y dramaturgo Patrick Jones (hermano por cierto del bajista de Manic Street Preachers, Nicky Wire). ¿Cómo se fue forjando la idea de musicar sus poemas?

Patrick estaba escribiendo sobre la vida de Jara y lo convencí para que colaborara conmigo. Así de rápido surgió todo.

Tus influencias musicales y los estilos que has desarrollado a lo largo de tu trabajo con Manic Street Preachers y en solitario, se han movido en los márgenes del rock alternativo, el postpunk incluso influencias del Glam rock. ¿Te ha costado acercar a Víctor Jara a un universo compositivo distinto del que se movía el cantautor chileno?

Desde los 8 años, la música siempre me ha atraído como nada en el mundo. Empecé con Elvis y Sinatra. La ELO fue mi primer amor, luego llegó el pop, el indie, la música de la Motown, Public Enemy, el heavy metal, Leonard Cohen, Billy Bragg, Tim Buckley. Así las cosas… ¡la tarea fue fácil!

Las canciones del álbum tienen fuerza, ritmo, belleza, sentimiento, ternura, ¿es lo que te inspira la figura de Víctor Jara y los poemas de Patrick Jones?

Está claro que la vida y la música de Jara han tenido una influencia enorme en las canciones y la música. Sus temas “Manifesto” y “Luchin”, no son un grito sino un resplandor. También y al igual que lo hizo con Victor Jara, Violeta Parra, me ha influido muchísimo. Canciones como “Run run se fue pa’l norte” o “Una copla me han contado” son de una belleza increíble. Esta claro que esa tradición en la música chilena me ha guiado.

Por ejemplo “Seeking the Room with Three Windows”, traslada una energía que hace que la evocación de la famosa imagen de Víctor Jara en su álbum “Canto libre” en Machu Pichu, parezca más viva, como si el propio Jara saliera de la misma. ¿Crees que con la melodía del tema consigues que trasladar que Víctor sigue entre nosotros?

La cubierta de “Canto Libre” fue una fuente de inspiración para Patrick y para mí. ¡Fue como el epítome del folklore! La imagen, que rebosa esperanza y alegría, fue la inspiración para la música.

“Recuerda” y “La partida” son los dos únicos títulos en castellano del álbum y ambos dos tienen dos partes musicales bien diferenciadas, una más inspirada en la Nueva Canción Chilena y otro más rock. De hecho, en “La partida” podemos intuir hasta una cierta fusión de ambos estilos. ¿Has querido que esto sucediera precisamente en los dos temas con título castellano?

“La partida” está en el disco porque quería música de Jara en mi disco, pero tenía la sensación de que mi voz no hacia justicia a sus palabras. “Recuerda” está relacionada con “Cofiwch” (recuerda en galés) por razones de empatía psicológica de naturaleza geográfico-histórica entre el espíritu de Jara y determinados eventos en la historia de Gales.

En “Without Knowning the End (Joan’Song)”, queda relatado el drama que vivió la pareja de Víctor, Joan Jara, uniendo el dolor causado por su asesinato con toda una vida luchando para esclarecer la identidad de los asesinos de su marido. ¿Te has puesto en contacto con ella para hablarle del proyecto?

El libro de Joan “An Unfinished song” fue una enorme fuente de inspiración y de información durante la elaboración del disco. Su compromiso para enseñar ballet a los hijos de la clase trabajadora chilena, su lucha para conseguir justicia después del asesinato de Jara y su regreso a Chile para vivir allí, fueron realmente inspiradores. Su canción en el disco es muy importante para contar toda la historia. Me puse en contacto con ella y le mandé el disco.

Texto: Amadeu Sanchis

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