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¡Malditos seáis! Kevn Kinney

Músicos malditos. Músicos de culto. Músicos a los que sólo conocen cuatro gatos. La atracción por esos artistas cuyos innegables méritos artísticos no reciben la merecida respuesta del público siempre ha estado ahí. El gusto por escarbar en discografías subterráneas y descubrir pequeños tesoros semienterrados es inherente al aficionado al rock menos acomodado. Volvemos al lío con Kevn Kinney.

Sun tangled angel revival - Kevn Kinney - MuziekwebKevn Kinney: Conduciendo solo por carreteras secundarias

 

Aunque haya quien pueda pensar que Kevn Kinney es sureño de pura cepa, de eso nada. Drivin’ N’ Cryin’, la banda que ha liderado desde sus inicios, nació en Atlanta sí, pero él es oriundo de Milwaukee. Allí nació y creció, en el seno de una familia católico-irlandesa de clase media muy aficionada a la música. Un ambiente que sin duda le serviría de base al descubrir más tarde su verdadera vocación dentro del rock. Según él, a través de dos experiencias en directo. Una, todavía de crío, viendo una banda psicodélica local llamada Michael and the Messengers, la primera vez que pensó: “¡yo también quiero hacer esto!” La segunda y definitiva ocurrió en 1977, contando dieciséis añitos, cuando se encontró a los Ramones tocando en el Summer Fest de su ciudad. Si ya llevaba tiempo rumiando montar una banda, esa experiencia le dio el espaldarazo definitivo: no hacía falta una gran técnica -de la que por entonces todavía carecía- para tocar rock’n’roll. Joey & Co, por cierto, no solo fueron la mecha que prendió su decisión, sino también una de las razones -junto a The Ventures y MC5- de su sempiterna devoción por las guitarras Mosrite.

Tras meterse en el mundillo ejerciendo de roadie, sería en 1980 cuando formaría su primer grupo, The Prosecutors; aunque sus días en Wisconsin estaban contados. Un tanto hastiado del poco interés suscitado por su banda, vio la oportunidad de cambiar de aires cuando su hermano, residente en Atlanta, le convenció de que bajara al Sur y se pusiera a currar en la construcción o algo similar, tentándole con una paga que en Milwaukee ni olía.

 

Dicho y hecho, rumbo a Georgia, donde pronto le contratan en una planta de tratamiento de aguas residuales; sin mucha ilusión por hacer carrera en el sector, como podemos imaginar. Porque en Atlanta y alrededores el ambiente musical era otra cosa. Bandas como los Georgia Satellites, the B-52s o R.E.M empezaban a dar el salto a nivel nacional y a Kevn le faltó tiempo para buscar compinches con los que apuntarse a la movida contactando con Frank French, a quien había conocido previamente en Milwaukee. Fench había establecido un estudio de grabación en su casa de Smyrna (un suburbio de Atlanta), así que Kevn se presentó con The Psycho Relics, su banda provisional por entonces, y le preguntó si podía grabar con él. Estamos a principios de 1985 y de ahí saldría el germen, como veremos, de uno de los discos más desconocidos en la trayectoria de nuestro hombre. Pero no vayamos tan rápido. The Psycho Relics pronto se disolvieron, quedándose Kevn y Frank trabajando en comandita primero como The Lonesome Desperadoes y más tarde ya como Drivin’n’Cryin (el título de uno de los temas en los que estaban trabajando). En un momento durante ese 1985 Kevn se toparía con Tim Nielsen, por entonces bajista de The Nightporters, una conocida banda local; ambos congenian y Kevn le deja escuchar las demos que había grabado hasta entonces. Más que satisfecho por lo escuchado, Nielsen le propone formar un grupo junto a Paul Lenz, ex batería de su banda. Con Fench inicialmente en labores de apoyo como guitarrista, Drivin’ N’ Cryin’ acababan de nacer como tales. Y aquí hemos de establecer un punto y aparte.

Kevn Kinney - WikipediaSiendo un gran fan de la banda, si empezara a hablar de ellos no podría parar, y este capítulo no versa sobre eso, sino sobre la carrera solista de Kevn. Solo me permitiré aconsejar a aquellos lectores que desconozcan la obra del grupo que se hagan con su tercer álbum, Mystery Road (1989) y a partir de ahí sigan con el resto. Porque con ese disco y con canciones del calibre de «Ain’t it Strange», «Honeysuckle Blue» o «Straight to Hell» caerán rendidos a sus pies. Se lo garantizo.

Una vez apuntado esto, pasemos directamente a los discos que Kevn editaría a su nombre, alternándolos en más de una ocasión con los de su banda. Y el primero, como hemos comentado, sería una compilación de todo ese material grabado junto a Fench en los meses previos a la formación del grupo. Firmado a medias y con una cojonuda portada a cargo de Daniel Clowes, Everything Looks Better In The Dark (1987) es un disco eminentemente folk rock grabado en cuatro y ocho pistas “para rendir tributo al sonido de aquella época”, en palabras del propio Fench.  Si alguien quiere hacerse con él, eso sí, que prepare unos cuantos billetes. No ha tenido reedición digital, evidentemente, y el vinilo original (o el casete, en su defecto) se cotiza y no poco.

Puestos a dejarse la pasta, no obstante, la siguiente referencia merece mucho más la pena. Y es que cuando Drivin’ N’ Cryin’ llevaban ya tres discos a cuestas, Kevn se presentó oficialmente en sociedad como cantautor con MacDougal Blues (1990), sin duda uno de sus mejores discos. Incidiendo en el folk, añadiendo blues y southern country en las dosis adecuadas y con un nutrido grupo de músicos respaldándole, el álbum se benefició además de la amistad entre Kevn y Peter Buck. El de R.E.M. no solo pulió las -ya de por sí magníficas- composiciones del disco añadiéndoles guitarra y mandolina de su puño y letra, sino que se ocupó de la producción por entero y, tras editarse el álbum en enero, se embarcó junto a Kevn en una gira por medio país promocionándolo. Gran tipo Buck, nunca está de más repetirlo.

Fly Me Courageous: Drivin' N Cryin: Amazon.es: MúsicaTras el relativo éxito comercial del siguiente disco de Drivin’ N’ Cryin’, Fly Me Courageous (1990), con apariciones en MTV y demás, Kevn entró en una peligrosa espiral de malos hábitos que le llevaron, finalmente, a tomar la decisión de mudarse a Athens en 1993: “me escapé y comencé una nueva vida aquí», comentaba en una entrevista. “Estaba haciendo muchas cosas malas en Atlanta. Tengo una personalidad muy adictiva, puedo hacer algo durante tres meses y casi me puede matar”.

La pequeña ciudad universitaria le ofreció un respiro frente a la mala vida, aunque a lo largo de la década recién estrenada, Kevn centraría prácticamente toda su actividad en Drivin’ N’ Cryin’, publicando tan solo un disco a su nombre. Down Out Law (1994) consta en buena parte de material descartado para Smoke (1993), el quinto trabajo de la banda. Con una instrumentación más austera que en su debut, sirviéndose tan solo de su guitarra en la mayoría de temas, Kevn vuelve a ejercer de storyteller hablándonos de poetas beat («A Haight Street Beatnik Kerouacian Ripoff In «E»»), de vagabundos que fueron estrellas de rock («Down And Out Law») o incluso de la Última Cena («Shindig With The Lord»)», recuperando con esta última el humor del que ya había hecho gala en ciertos momentos de MacDougal Blues. Y es que su prosa se ha comparado en ocasiones con la de Mellencamp o Springsteen en esa mezcla de compromiso, denuncia y posicionamiento junto a los débiles, y parte de ello hay; pero en su caso, casi siempre acompañado de una imaginería propia (bastante sureña en esencia) y un inteligente y afilado sentido del humor.

La segunda mitad de los noventa le vería de nuevo enfrascado casi a tiempo completo con su banda, publicando dos nuevos trabajos en estudio, un directo y un best of antes de tomarse un prolongado descanso que, evidentemente, ocupó como mejor sabe.

The Flower and the Knife by Kevn Kinney: Kevn Kinney: Amazon.es: MúsicaThe Flower And The Knife (2000), tercer esfuerzo en solitario, fue grabado en menos de una semana en los estudios Water Music de Hoboken, Nueva Jersey. Pero lo que en principio iba a ser un disco más pronto se vio convertido en un desfile de invitados que quita el hipo, a saber: John Popper, Oteil Burbridge, Derek Trucks, Hook Herrera, Allen Woody (meses antes de fallecer), Matt Abts y Warren Haynes, este último asimismo en funciones de productor. Nada premeditado, como él mismo contaba, simple vecindad coyuntural: “todos esos tipos estaban tocando juntos como Frogwings, haciendo tres noches en Wetlands, así que todos los días conseguíamos que uno de ellos viniera a hacer algo”. El resultado fue un trabajo que contiene algunas de sus mejores canciones, caso de «This Town», «Dirty Angels» o «Trail of Seasons», más dos temas de Drivin’ N’ Cryin’ revisitados y otras tantas versiones de Dylan («I Shall Be Released» y «Ballad of Hollis Brown»).

Ese mismo año participó en un curioso proyecto, -escrito por Clay Harper (un músico y restaurador (¿!) de Atlanta) que consistía básicamente en la banda sonora de Main Street, una película ficticia. Son trece temas con insertos dialogados del (inexistente) film que van del rock al jazz pasando por el funk, a los que él aporta básicamente la voz, tan curiosos como prescindibles a menos que se sea un fan a muerte. Y casi ni así.

Mucho más sólido y convencional fue Broken Hearts And Auto Parts (2002), un disco del que una vez leí, en acertada definición, que era como “ese par de zapatos viejos que son tus favoritos”. Desde ese inicial e irónico “are you ready…to rock” que da paso al alt-country que titula el disco, las canciones se suceden en plácida cadencia, respaldadas por una banda eléctrica (básicamente sus compañeros en Drivin’ N’ Cryin’) y alguna presencia de lustre, como las voces de Sarah Lee Guthrie y Johnny Irion en la magnífica «A Good Country Mile». Como coda, una continuación del primer tema en forma de pista oculta al final del disco ayuda -a través de una conmovedora historia de consejos paternos- a explicar el origen del título.

 

Cambiaría de banda, que no de formato, para su siguiente entrega dos años más tarde bajo el nombre de Kevn Kinney’s Sun Tangled Angel Revival, presentando un disco tan escueto en minutaje como inspiradísimo en su variedad. Sonando como pocas veces (los escuderos que se buscó no son cualquiera), el combo pasa de los matices bluesy de «(Welcome To The) Sun Tangled Angel Revival» al pedal Steel de «This Train Don’t Stop At The Millworks Anymore» para terminar con las guitarras y teclados echando humo en «Madman Blues». Reduciendo a acrónimo el nombre de la banda y manteniendo la sección rítmica con Bryan Howard y Dave V. Johnson (Gibb Droll se caería de la formación), daría continuidad al proyecto con Comin’ Round Again (2006), versión ampliada -y para mi gusto mejorada- del álbum anterior. Solo por una maravilla como «Covered By An Underground Umbrella» ya valdría la pena adquirir el álbum, pero es que todo él es magnífico, incluyendo las revisitaciones de temas propios como «Tell Him Something For Me», «Chattahoochie Coochie Man» o «40 Miles Of Mountain Road». Música americana al más alto nivel.

An Evening with Drivin N Cryin - Tickets - Upstairs at Ponyboy - Oklahoma City, OK - February 19th, 2020 | Tower TheatreLa reactivación de Drivin’ N’ Cryin’ en 2009 con su primer disco de estudio en más de diez años (Whatever Happened To The Great American Bubble Factory, 2009) dejaría su carrera solista en segundo término. Un primer artefacto autoeditado ese mismo año –Pre-Approved Pre-Denied– con la mitad de temas en spoken word sería la antesala de su último gran trabajo hasta la fecha, el imprescindible A Good Country Mile (2011), grabado junto a toda una institución como los Golden Palominos de Anton Fier. De nuevo versiones propias y ajenas (ojito a lo que hacen con el «Never Gonna Change» de Drive-By Truckers) más algunos temas nuevos para la última gran obra de Kevn hasta el momento. El EP Macdougal Blues Revisited (2013) y el CD

Songs For A Late Night Morning (2013), ambos igualmente autoeditados, entretuvieron la espera un tiempo, pero de momento no hay noticias en lo que se refiere a nuevo material en solitario. Cabe suponer que Drivin’ N’ Cryin’ entrarán en un nuevo impasse, antes o después (tampoco es que lo desee, soy feliz con ellos en activo) y Kevn no se quedará sentado en el porche mirando las musarañas. Siempre encontrará un estudio y unos cuantos colegas para dar salida a esas canciones del cajón, y volveremos a escuchar su voz -tan característicamente nasal y rasgada- y su fraseo -tan característicamente sincopado- en un nuevo trabajo a su nombre. No les quepa duda.

 

Eloy Pérez

 

One Comment

  1. Un placer descubrir a otro maldito. Qué pena no poder disfrutar de esta música viajando por una de esas carreteras perdidas que parece describir en sus canciones.

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