Discomático

Dead Lord – Surrender (Century Media)

Hacia el final de la década de los noventa llegó desde tierras escandinavas una legión de bandas, capitaneadas por Hellacopters, Backyard Babies, Gluecifer y Turbonegro, que revitalizaron una escena que por aquellas languidecía. La del rock & roll guitarrero y salvaje que había sido reducido a la mínima expresión. Influenciados por el punk, las bandas high energy de Detroit o Australia y compatriotas legendarios como Nomads mantuvieron vivas durante unos años las llamas de tan tonificante género.

Sin demasiado eco en los medios y quizás sin tanta sensación de comunidad o “hermanamiento” generacional estamos asistiendo en los últimos años a una nueva oleada de nombres que certifican la buena salud de la cantera nórdica. Nombres como Svartanatt, Horisont, Honeymoon Disease, Lucifer (donde está involucrado Nicke Royale de Hellacopters) o Spiders serían un buen ejemplo de ese conjunto de bandas más reciente. Aunque hay un notable cambio que diferencia una y otra hornada, en la actualidad los músicos parecen haber crecido con una banda sonora que va desde el proto metal sesentas y setentas y las bandas clásicas del hard hasta  la nueva ola del metal británico acontecida entre finales de los setenta y principios de los noventa.

Entre ellos tenemos a Dead Lord, banda que bebe lo vientos por esos estilos musicales citados en el párrafo anterior con especial preferencia por un nombre, Thin Lizzy, aunque ellos también citen a Kiss, AC / DC o UFO como referentes principales. Una veneración que no disminuye en este nuevo disco, el cuarto ya de su carrera, que continua rico en pasajes que harán estremecerse de felicidad a los seguidores de las huestes capitaneadas por el añorado Phil Lynott. El fraseo de su vocalista remite inevitablemente al irlandés y las guitarras dobladas atacando al alimón la melodía, alternando los solos, cruzándose entre ellas y repartiéndose punteos tienen denominación de origen. Pero eso no resulta ningún inconveniente para disfrutar de unas composiciones redondas y muy bien ejecutadas a cargo de una banda que ha ido creciendo álbum tras álbum hasta ser capaces de reciclar de maravilla todos esos ascendentes y demostrar la validez en el presente del rock de toda la vida sin recrearse en un ejercicio de nostalgia frívolo y sin contenido. Y ahí están «Evil Always Wins», «Messin’ Up», «Letter From Allen St.» o «Authority» para demostrarlo.  Y cuando ponen un poco de distancia con esos tótems y se adentran en terrenos algo más personales dan pistas de su capacidad de crecimiento en el futuro, «Dark End of the Rainbow», «Bridges», así como de su habilidad para facturar estribillos, «Gonna Get Me», «The Loner’s Way», fortalecidos por unos coros muy trabajados.

Un excelente álbum de canciones de cervezas y puños en alto que tampoco parece poder escapar a la aplastante sensación de desastre que nos acompaña en la actualidad, tal y como refleja la canción que pone cierre al mismo, «Dystopia», donde Hakim Krim canta. “No hay lugar a donde correr, no hay sitio para esconderse…” y una sirena de alarma suena entre la telaraña guitarrera en el final del tema. Si, malos tiempos, desde luego, pero mientras esperamos acontecimientos subamos el volumen y dejemos que la electricidad atruene.

Manel Celeiro

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