Encuentros

James Elkington, regreso a sus orígenes

Tras años formando parte activa de la efervescente escena musical de Chicago, James Elkington vuelve los ojos a la música del terruño, recreando de manera muy personal algunos de los momentos dorados del british folk.

Buena parte de su vida musical, desde que abandonó Inglaterra poco antes del cambio de siglo, lleva nuestro protagonista como ciudadano americano, bien formando parte de bandas como Eleventh Dream Day o acompañando a grandes artistas como Richard Thompson, Wilco o nuestro querido Steve Gunn. Pero su carrera discográfica experimentó un drástico giro en 2017, cuando debutó en solitario con el brillante Wintres Woma, en el que regresaba espiritualmente a las músicas de su tierra natal. Su reciente y notable secuela, Ever-Roving Eye (Paradaise Of Bachelors, 2020) reincide en una inspirada actualización de los sonidos que hicieron inmortales a Bert Jansch, John Martyn y tantos otros, en una suerte de nuevo tradicionalismo. Entusiasmado con este nuevo lanzamiento, un parlanchín Elkington revisa con Ruta 66 su periplo vital y la prometedora carrera como solista que acaba de iniciar.

Quería comenzar esta conversación felicitándote, has encadenado dos discos de gran nivel, ¿te encuentras especialmente inspirado en esta etapa de tu vida artística?

Muy considerado por tu parte. Llevo ya muchos años grabando discos, pero es ahora cuando siento que estoy más equilibrado musicalmente. Estar involucrado en diferentes proyectos y tener una familia me ha permitido ser más objetivo sobre lo que tengo que hacer, quizás esa sea la diferencia frente a mis trabajos del pasado

Esta primera cuestión me lleva a la siguiente, cuando entras a formar parte de Eleventh Dream Day, creo que en 2012, la banda ya había abandonado parcialmente su faceta más crispada, pero contigo en la formación grabáis temas muy tensionados como “Dakota”, ¿te fue fácil adaptarte a ese tipo de sonido?

Bueno, para una persona de mi edad que se gana la vida tocando en bandas, se supone que has de escuchar toneladas de música, y en mi caso, filtrarlas. Cuando era un veinteañero tocaba la batería en grupos muy influenciados en lo que estaba sucediendo en Chicago, cosas como Big Black y The Jesus Lizard, por lo tanto esos sonidos forman parte de mi ADN musical, aunque pudiese parecer que no tiene nada que ver con lo que hago ahora. Formar parte de Eleventh Dream Day era como tomarme unas vacaciones y descansar de mí mismo.

Te lo pregunto por que en principio parece algo apartado de tu educación musical, o al menos de tu posterior evolución

Sí que lo puede parecer, pero forma parte de mi educación musical previa, y es algo que está todavía latente en mi mente.

Tus primeras ascendientes musicales, viviendo todavía en las islas fueron The Smiths ¿influyeron de alguna manera en ti para decidirte a coger una guitarra?

Es difícil de precisarlo, pero desde la primera vez que tomé lecciones de guitarra comencé a crear mis propios acordes, y me daba la impresión de que Johnny Marr estaba haciendo lo mismo que yo, pero perfeccionado. Muchos de mis descubrimientos musicales han venido de esa manera, como si en mi cabeza existieran inconcientemente acordes que ya los habían grabado otros músicos, me ha pasado con gente como Sonic Youth o Bert Jansch. En todo caso, cuando me hice con una copia de Hatful Of Hollow me empeciné en repetir las partes de guitarra, en contra de la opinión de mi profesor de guitarra, que opinaba que esos acordes eran horribles, por lo que pensababa que tanto Marr como yo éramos unos incomprendidos musicales (risas)

¿Qué te impulsó a mudarte a los Estados Unidos, y por que a Chicago?

A finales de los 90 iba con alguna frecuencia, ya que mi novia de entonces vivía allí, pero la razón principal era que me atraía la comunidad musical de la ciudad, que me recibió muy bien y me resultaba tremendamente inspiradora. No soy nada aventurero, nunca pensé que iba a vivir fuera de UK, pero el atractivo de Chicago era muy potente. Creo que mudarme allí es el centro de gravedad sobre el que pivota mi vida adulta, cuando me vine ya tenía 30 años y pensé que el cambio era para mejor.

Resulta curioso que viviendo en los USA te empezaras a interesar por la época dorada del folk británico, ¿por alguna razón especial?

Creo que es algo bastante común entre expatriados, te atrae más la cultura de tu país cuando no estas imbuido en ella. Al aterrizar en Chicago me encontraba en una suerte de encrucijada, por un lado mí renovado interés por la guitarra acústica y por otro el re descubrimiento del folk británico de los ´60. Por supuesto, mucha de la música británica es vista aquí como algo exótico, y creo que eso también me influyó, antes pensaba que el folk era algo más bien aburrido.

A pesar de una ya larga carrera musical, son tus dos últimos discos nominativos los que te sitúan por primera vez en el centro del foco mediático, ¿te sientes cómodo en esta tesitura, teniendo en cuenta que tu obra te presenta como una persona más bien introvertida?

Tienes razón, no me siento especialmente cómodo con eso; siempre ha sido más bien el chaval del cuarto trasero, y nunca me he sentido especialmente bien sobre el escenario. Me cuesta hablar frente al micrófono, es lo que menos me gusta de este oficio. Afortunadamente, los focos de la atención mediática no apuntan en la dirección de la música que yo hago, por lo que no soy un personaje público. Y cuando me aburro de tocar solo tengo la suerte de poder acompañar a Jeff Tweedy o Steve Gunn, teniendo claro que nadie se fija en mí.

Para grabar Ever Roving Eye te has recluido en los estudios de Tweedy, y su hijo Spencer se ha encargado de la batería. ¿Que nos puedes contar de esta experiencia y de los demás músico que te han acompañado?

Sabía de antemano que grabar estas canciones me iba a permitir viajar a registros musicales más amplios que en mi primer disco, y tenía claro que la batería tenía que tocarla Spencer. He girado junto a él en la banda de su padre durante cinco años, y tenía claro que su manera de tocar encajaba a la perfección con la mía y la del bajista Nick Macri. Nick ha estado junto a mí desde que llegue aquí, y de hecho es una de las razones de mi permanencia en la ciudad. Macie Stewat y Lia Kohl se han ocupado del violín y del cello, ya había tocado con ambos, pero no había tenido la oportunidad de experimentar con cuerdas en mis canciones, y ha sido increíble hacerlo y contar con la producción de Paul Von Mertens. Desde el principio llevaba tanto canciones como arreglos muy pensados, pero he sido flexible a las aportaciones de mis acompañantes.

Uno de los temas más brillantes es “Rendlesham Way”, creo que el único instrumental de esta hornada. ¿Qué te impulsa a escribir letras para algunos temas y otros dejarlos desnudos?

Gracias, escribí ese tema con la idea clara de que fuese un instrumental, y así me ahorraba de cantar sobre las extrañas cosas que suceden en la canción. No estoy muy satisfecho de mi voz, por lo que en este caso me conformé con tocarla con mi guitarra.

Otro momento de gran nivel lo protagoniza “Carousel”, impregnado de la personalidad de Nick Drake, un músico, que, por tu edad, no llegaste a conocer en vida… 

Uno de los músicos que más me han influido, sobre todo en la manera de tocar, es Bert Jansch, pero de alguna manera estoy más cercano a la gente que abandona la música tradicional para emprender su propio camino, y ciertamente Nick Drake es uno de ellos. No me considero un interprete de folk, ya que mis canciones carecen de ese sello tradicional, no parecen viejos temas cantados y manoseados una y mil veces. Pero volviendo a tu pregunta, Drake es definitivamente una gran influencia.

Me gustaría que nos hablases de tu trabajo como músico a sueldo, aunque esta denominación suene mal; esta faceta tuya te ha permitido colaborar con artistas tan dispares como Tortoise o Richard Thompson, ¿que te aporta musicalmente esta actividad?

Como te comenté antes, es esencial para mí combinar los roles de artista en solitario que trabaja su propio material con formar parte de una banda ajena. Me parece interesante vivir esas experiencias tan diferentes entre sí, y por otra parte me encanta colaborar con otros músicos. En esas colaboraciones adopto diferentes papeles, Steve Gunn me deja que le eche una mano en los arreglos y que escriba mis partes de guitarra, mientras que con Jeff Tweedy me limito a interpretar lo que me dicen. En el caso de Eleventh Dream Day o Brokeback me siento un miembro de las bandas, ambas son muy diferentes del funcionamiento habitual de un grupo; en todo caso necesito resarcirme con mi carrera en solitario, siempre llega el momento en que me harto de seguir unos patrones muy definidos.

Como productor has trabajado con Steve Gunn o Nap Eyes, ambos muy queridos en esta publicación, como ha sido dirigir esas grabaciones, ¿son artistas que se dejan aconsejar o muy seguros de lo que quieren?

En el caso de Steve he estado tocando con él durante años, y varias veces comentamos la posibilidad de que le produjese un disco, de manera que ya habíamos hablado acerca de la forma que le íbamos a dar a las canciones y teníamos muy claro cual era el plan de trabajo; siempre le agradeceré que me dejara producir un disco tan hermoso como The Unseen In Between. El caso de Nap Eyes es muy diferente, traen sus temas terminados pero están deseosos de que aportes ideas que rompan su rutina de trabajo; todos sus miembros tienen voz en el grupo, de lo que se trata es de escuchar a todo el mundo y escoger la mejor opción. Afortunadamente son muy receptivos a mis comentarios, pero me ando con mucho tiento ya que son unos músicos enormes, realmente no necesitan la ayuda de nadie.

Por último, como te planteas la presentación del disco, ¿te acompañaras de banda o serán actuaciones solo con tu guitarra?

Haré algunos bolos sueltos con Nick Macri, no muchos ya que a ninguno de los dos nos gusta mucho estar en la carretera. En mente tengo la idea de tocar en trío contando con Spencer Tweedy a la batería, pero ¿quién sabe que nos depara el futuro? Siempre he concebido mis temas para que puedan ser interpretados solo con mi voz y mi guitarra, y quizás sea ahora mismo la mejor opción.

 

Texto: Manuel Borrero

Fotos: Timothy Musho

 

 

 

 

 

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