Discomático

Neil Young – Homegrown (Reprise/Warner)

La obsesión comercial por rescatar, cuando no reescribir el pasado de artistas legendarios nos ha acostumbrado a recibir cada poco tiempo nuevas obras maestras perdidas. En la mayoría de casos distan mucho de la obra maestra y, en muchos otros, ni siquiera son perdidas. Neil Young es uno de los culpables, por hacer pasar ciclos de canciones por discos no publicados (te miro a ti, Hitchhiker).

Por eso resulta histórica la publicación de Homegrown, un verdadero álbum perdido que estuvo a punto de salir al mercado a principios de 1975 antes de ser descartado en favor de Tonight’s the Night, grabado un año y medio antes. Una cronología tan errática como la carrera del propio Young, que sitúa la grabación de Homegrown en la segunda mitad de 1974, tras la multitudinaria gira de Crobsy, Stills, Nash & Young y la publicación de On the Beach. Un ciclo de canciones eminentemente acústicas que documentan la ruptura de su matrimonio con la actriz Carrie Snodgress, inéditas en su día por pudor pero cuyas sesiones nutrirían en los años siguientes Zuma, American Stars ‘N Bars, Decade, Hawks & Doves o incluso Ragged Glory (aquí nace «White Line» en una versión acústica con Robbie Robertson).

Que la mayor parte de este material ya fuese conocido no impide que Homegrown, al igual que los discos que le preceden y suceden, sea capaz de suscitar un estado de ánimo único que trasciende sus propias canciones. Ni el desbarre dipsómano de garito a las cinco de la mañana de Tonight’s the Night ni el desencanto estoico de On the Beach, Homegrown se parece más a volver al pueblo a emborracharse la noche de San Juan y soportar la resaca del día siguiente bajo el inclemente sol de junio. Las bonitas «Separate Ways» y «Try» justifican su clasificación como eslabón perdido entre Harvest y Comes a Time y «We Don’t Smoke It No More» y «Vacancy», con Levon Helm y Tim Drummond, vuelven al R&B de Tonight’s, pero el corazón de Homegrown se encuentra en esas pequeños bocetos acústicos y alucinógenos como la conmovedora «Mexico», «Kansas» o el spoken-word «Florida», que muestran al Young más ensimismado y doliente, el otro lado de las largas divagaciones de On the Beach. Volviendo al inicio, ¿obra maestra perdida? Dejémoslo en un digno compañero de viaje de los repudiados Times Fade Away, On the Beach o Tonight’s the Night sin la ventaja histórica de haber sido publicado en su momento y, por lo tanto, sin la carga histórica que distingue a los clásicos malditos anteriormente citados.

Texto: Héctor G. Barnes

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