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Stiv Bators, retrospectiva de un icono irrepetible

Pocas veces en la historia del Rock se ha conocido alguien con tanta devoción por la típica «forma de vida del Rock and Roll”,   en la consabida dieta a base de sexo, drogas y decibelios.

Aun a los 40 años, Bators era el tipico fan, empeñado en repetir, y aun superar, una a una las hazañas de sus ídolos (Alice Cooper-Iggy Pop-Lou Reed-New York Dolls-Jim Morrison), como un credo que debía ser cumplido dia tras dia. Su devoción fue ciega… casi infantil. Su imagen pública, salvaje y autodestructiva, pero no era necesario cavar demasiado hondo en su personalidad para descubrir un tipo vulnerable, tierno e inocente, querido en todo el ambiente del rock, tanto pares suyos (Johnny Thunders-Sid Vicious-Ramones) como impensables personajes (Barry Gibb de los Bee Gees).

Viviendo constantemente en el límite, Bators llevaba una nada recomendable existencia repleta de alcohol y cantidades de drogas duras, practicaba skate sobre el techo del bus de gira de los Lords en movimiento, se tajeaba el pecho hasta hacerlo sangrar (al más puro estilo Iggy Pop 1973) durante los shows de los Dead Boys, y vivía constantemente de gira para poder sobrevivir, ya que pese a su cantidad de años en el espectáculo, su situación económica era precaria, siendo incluso estafado varias veces por sus mánagers y productores.

Para estos menesteres, exprimía cada uno de sus proyectos al máximo, y si no tenía banda, la inventaba en unos pocos días, con unos cuantos covers de sus temas favoritos y un puñado de canciones propias.

Nacido en Cleveland (U.S.A.), for­mó su primera banda a principios de los 70, se llamaba Mother Goose y fue anticipo, espontáneo y auténtico, de lo que luego sería el Punk. Hartos del virtuosismo preponderante en esos días, los Mother Goose destrozaban clásicos del Detroit Rock, se presentaban pintados cada uno de un color diferente y mentían a los dueños de los clubes diciéndoles que hacian algo similar a Pink Floyd, para poder ser contratados. Invariablemente, eran echados antes de interpretar cuatro canciones (sabian solo cinco), pero lograron levantar tanto revuelo que fue a verlos un periodista de la revista americana “Creem”, por intermedio del cual, Bators conocería a los que serían sus compañeros en su nueva banda: los Dead Boys.

El grupo fue bautizado por Bators, cuando se encontró en apuros frente al organizador del famoso club neoyorquino  CBGB, que pensaba contratarlos.

Los Dead Boys se convirtieron rápidamente en uno de los grupos fundamentales de la escena de New York 75-79, con su explosiva mezcla de Killer Rock y Punk, siendo conocidos también por sus constantes performances violentas, llenas de piñas, líos, excesos y hasta puñaladas.

Editaron tres álbumes: “Young, Loud and Snotty” (77), «We have come for your children” (78) y el en vivo “Night of the living Dead Boys” (81), siendo el primero todo un clásico, de Rock arrastrado y asesino, el Segundo un compendio de Rock and Roll infeccioso con deudas al “Kill City” de Iggy Pop, y el tercero una pieza complementaria, fiel testimonio del descontrol que eran los shows de la banda. Posteriormente se editó un álbum con mezclas alternativas del primer LP y otro en vivo, con un cover monstruoso del «Search and Destroy» de los Stoo­ges.

Por su fama de violentos, en 1979 ya nadie quería contratar a los Dead Boys, así que no tuvieron más reme­dio que separarse.

Bators se va a Los Angeles a vivir en casa de Joan Jett, que en ese momento era un hervidero de drogas. El dueño del sello independiente “Bomp” le ofrece a Stiv grabar un álbum como solista, cuyo resultado fue “Disconnected”, más Power Pop que los Dead Boys, pero con una gran carga de tristeza en sus letras, siendo un eslabón más en la eterna cadena de “beautiful losers», que adorna el Rock. Este álbum fue reeditado hace unos años con el nombre de “The Lord and the New Creatures” (parafraseando al libro de Jim Morrison y al nombre de la banda de Bators en esos días), con el agregado de 4 temas editados en simple durante ese período solista.

Después de realizar una gira presentación del disco por los USA, con Brian James (ex guitarrista de los Damned, otro rayado por el Detroit Rock), Bators se muda a Londres, ya que la banda punk Sham 69 quería echar a su cantante (Jimmy Pursey) y formar una nueva con nuestro héroe. De esta manera nacen los Wanderers, grupo efímero que editó  un solo LP: “Only lovers left alive» (81).

Como con los Wanderers la cosa no andaba demasiado bien, Bators acepta el ofrecimiento de Miles Cope­land  luego mánager de Sting, her­mano de Stewart Copeland y, en ese momento propietario del sello alterna­tivo I.R.S., donde grababan los Cramps y Wall of Voodoo, entre otros), para que haga algo con Brian James, con el cual no pasaba demasiado con su ca­rrera solista. De esta manera nacen los Lords of the New Church.

Lords of The New Church

Por la banda pasaron conocidos personajes, todos rayados por el De­troit-Glam sound. Tony James (ex Generation X y fu­turo Sigue Sigue Sputnik), Terry Chimes (ex Clash y futuro Cherry Bombz) y Glen Matlock (ex Sex Pistols, Rick Kids y futuro bajista de Iggy Pop). Cuando die­ron con su forma­ción definitiva con Bators como can­tante, Brian James a la guitarra, Dave Tregunna (ex Sham 69 y Wanderers) al bajo y Nick Turner (ex Barracudas) a la batería, graban su primer long play, en 1982, titulado como el grupo, hoy todo un clásico del After Punk, y uno de mis favoritos de todos los tiempos. El disco es un sa­broso cóctel de Glam, Killer Rock, Psicodelia, Dark y Punk. Los Lords fueron un auténtico supergrupo under­ground, con ex in­tegrantes de ban­das famosas, bauti­zados jocosamente por un periodista inglés como los “Asia del Punk”.

Las giras del grupo fueron cons­tantes (a la manera de Bators), y tam­bién los excesos, que muchas veces los llevaban a apa­recer en escena completamente colgados.

Para el segundo álbum «Is nothing sacred?” (83), agregan un tono más Pop, consiguiendo maravillas como «Dance with me» y un excelente cover del «Live for Today» que hicieran famosos los Grass Roots. A estas alturas, los Lords eran criticados por estar «demasiado influenciados por sus modelos a lo que ellos respondían: «copiamos a los New York Dolls, a Alice Cooper y a Iggy Pop… y no nos importa”. Los Lords eran el grupo de cul­to por exce­lencia, otro peldaño en la tradición del Rock más ex­tremo, y eso esta­ba expresado en su nombre, «Señores de la Nueva Iglesia” y en la onda general del grupo, mística, con un sentido constante de culto, referencia a sus dioses (paganos) y al vudú.

Los Lords editan dos álbumes más, “The Method to our Madness” (84) y «Killer Lords” (86), recopilatorio con dos inéditos y una mezcla, más un puñado de trepidantes singles y ma­xis con una cara «B” inédita. Se pele­an a muerte con Miles Copeland, har­tos de las estafas constantes a las que eran sometidos, destrozándole su oficina, discos de oro de Police incluidos. Copeland se venga desprestigiándolos en todo el ambiente, consi­guiendo que no sean aceptados por ningún otro sello, con excepción de la independiente francesa «Bondage», una pequeña grabadora en la cual editan su último Mini-Lp «Psycho Sex” (88), de producción pobre, sin su ba­jista original, y donde se nota la mella que está haciendo las drogas en sus personalidades.

Con Debbie Harry

Los Lords se pierden en la oscuri­dad de los tiempos. Bators se reúne para unos conciertos de fin de año con los Dead Boys y edita un Maxi con ellos «All the way clown” (nunca un título más explícito), para luego editar otro maxi como solista, nueva­mente en el sello Bomp, con «Story in your eyes”, cover de los Moody Blues.

Parecía que todo comenzaba de vuelta, incluso, en los días previos a su muerte, Bators estaba organizando una nueva versión de los Lords, con el complicado nombre de «The New Lords of the New Church”, nuevamen­te con un seleccionado de «ex” de bandas famosas, corno Ramones, Dr. and the Medics y Godfathers, con quienes estaba grabando un álbum y con francas intenciones de seguir cu­rrando en los clubes. Además partici­pó en discos de amigos como Johnny Thunders, Alice Cooper y Michael Mon­roe.

Incluso tuvo la intención, en sus últimos tiempos, viviendo en París, de formar un supergrupo junto a Johnny Thunders y Dee Dee Ramone, bajo el nombre de «The Whores of Babylon», que no llegó a buen puerto, luego de algunos ensayos, por peleas de junkies entre Thunders y el ilustre bajista Ramone.

Pero el 4 de junio de 1990, es atropellado en París por un taxi cerca de su casa. Bators se dirige a un hospital, y luego de esperar un par de horas sin lograr ser atendido, se dirige a su departamento al considerar que las heridas no eran graves, Es encontrado muerto en su cama por su novia a la mañana siguiente (falleció mientras dormía por las heridas internas sufridas).

La muerte lo sorprendió en plena actividad, cuando aún podía dar sa­tisfacción a muchos (como quien esto suscribe) con su rock copieta, pero lleno de encanto.

Aunque no lo conocí personal­mente. para mí, se fue un amigo… Dios te salve Stiv!

Texto: Augusto de Lazzari

 

6 Comments

  1. Héctor Rodas

    Morir, atropellado por un taxi y en París, es lo menos «glamouroso», que le puede ocurrir a un músico de Rock, como para dejar huella en la historia del Rock & Roll y su Hall of Fame.
    De risa.

    • Augusto de Lázzari

      Por lo menos, París es glamorosa. En cuanto al Rock & Roll Hall of Fame, disfruto de sus inducciones y ceremonias anuales televisadas, pero jamás dejarán entrar en él a estas leyendas del lado B del Rock, «Beautiful Losers»

  2. Clockwork Orange

    Stiv Bators ha sido uno de los grandes del punk y el tema Sonic Reducer de los Dead Boys es un clasico del punk de todos los tiempos…pasará a la Historia del Rock como un grande y un revolucionario total. The Lords of the New Church, si los escuchas ahora y ves los vídeos en youtube te das cuenta rápido de la tremenda evolución de Stiv desde sus primeros tiempos. Vivió a tope sin importarle nada…su muerte se produjo cuando iba colocado hasta las trancas como iba siempre…¿acaso cualquier muerte es «glamourosa»? la muerte nunca tiene nada de glamour porque con ella termina el camino…pero su vida si fue glamourosa desde el principio hasta el final…y su nombre quedará escrito en la Historia del Rock eternamente.

    Amigo Héctor Rodas, probablemente tu propia muerte no tenga nada de glamour tampoco…pero a diferencia de Stiv Bators, su vida permanecerá por siempre en al glamour…dudo que la tuya aparezca en ninguna parte, aparte de solamente aquí para criticar…su muerte…

    Mientras todos en el instituto levaban camisetas de monstruitos y se rendían al márketing comercial de las «grandes bandas» del momento que vendían dioscos como churros…yo llevaba una discreta sudadera de los Lord of the New Church con el nombre del grupo y una espada…y la gente no tenía ni puta idea de quién eran…ni falta que hacía…

  3. Los vi en Rockola. Maravilloso concierto

  4. Yo tambien los vi en rock ola y luego mas tarde en el rock club
    De echo stiv paso mirandome por la barra de arriba dirigiendose al camerino supongo eran cojonudos

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