Encuentros

Coke Belda, la grandeza de la sencillez

 

Instalado en los últimos años en Estados Unidos, el valenciano Coke Belda reaparece, tras su precedente trabajo homenajeando el repertorio de Bee Gees (A Tribute To The Bee Gees), con un disco bautizado con su propio nombre junto al número 4. Un título con el que se indica el capítulo que ya ha alcanzado la carrera en solitario de este músico, proveniente de otros proyectos colectivos (Los Relevos, Cokeroque, Bueyes Perdidos, Beaters…), que sitúa como una de sus máximas prioridades la búsqueda de esa melodía perfecta, en este caso perseguida entre ritmos que van desde el pegadizo sonido beat a un power pop vibrante.

En ese sentido pocas novedades sustanciales nos vamos a encontrar en una nueva grabación que sin embargo, puede presumir de haber echo diana en el mismo blanco en cuanto a la pretensión de sonar vitalista, resplandeciente y con un inquebrantable espíritu adictivo. Atravesamos virtualmente el charco a lomos de esta extraordinaria colección de temas para entablar conversación con su autor…

En este nuevo disco, Coke Belda 4, la portada la ocupa el mástil de una guitarra, parece una declaración de intenciones a cerca de un sonido más contundente y guitarrero…

¡Exactamente! Mi llegada a los Estados Unidos a principios de 2017 marca una nueva etapa en cuanto a material para grabar. El mercado de segunda mano es increíble. Aquí he conseguido finalmente una de mis guitarras favoritas, marca Reverend y de fabricación americana. Reverend trasladó su fábrica a Asia años después de empezar, así que los modelos fabricados aquí son muy buscados, y el sonido es increíble. Ahora, mis Reverend USA se han convertido en parte de mi música, y las puedes escuchar en casi todas las canciones del disco. Creo que la portada, que está cien por cien ideada y fotografiada por Verónica Alcázar, es una imagen que simboliza mi estancia aquí y el sonido del disco.

Al margen de ese aspecto técnico, ¿influye en uno el entorno, en este caso los Estados Unidos, en el que se encuentra a la hora de componer? Quiero decir, ¿harías el mismo disco viviendo en Valencia?

Claro, el estado de ánimo, el nivel de estrés, la tranquilidad, la seguridad y muchas otras cosas más influyen en la música que uno hace. Otras cosas, que he comentado antes, como el acceso a nuevos amplificadores, pedales y guitarras, conocer nuevos músicos, también influye. Aquí, en el supermercado o esperando a que te devuelvan el coche reparado, en el hilo musical suena Badfinger, Del Amitri o Jayhawks, eso ayuda a que el oído se acostumbre a lo bueno. Imagino que estando en Valencia, el disco hubiera sido distinto, no sé si mejor, pero distinto.

Antes de este álbum publicaste uno como tributo a los Bee Gees. Teniendo en cuenta que en la numeración que has utilizado para poner el nombre a tus trabajos lo has contabilizado, ¿significa que lo consideras un trabajo totalmente propio?

Grabar el tributo a los Bee Gees fue muy divertido y me dio la oportunidad de volver a analizar sus canciones una vez más. La intención fue hacer mías sus composiciones, y por eso lo considero oficialmente mi tercer disco. Al introducir guitarras medio distorsionadas, sintetizadores y añadir nuevas voces, sus canciones pasaron a tener un poco mi sello. Creo que la selección de temas alejándome de los Bee Gees más comerciales hace que no sea el típico tributo de grandes éxitos, y eso gustó mucho. Que por cierto, si todo va bien, el volumen 2 está en camino…

Abres este nuevo álbum con «Thank You, Paul», un claro homenaje a McCartney y, por extensión, a los Beatles, una influencia que desde fuera parece esencial en tu música. No sé hasta qué punto los de Liverpool son culpables de que en la actualidad podamos disfrutar de tus canciones.

The Beatles son la razón por la que estoy aquí, musicalmente hablando. Yo he sido una persona muy afortunada porque nací en una casa con discos, guitarras, teclados, bajos y una familia muy musical. Mis primeros recuerdos musicales son escuchando a todo volumen el “Sgt. Pepper’s” (Reprise), ese comienzo de batería de Ringo me volvía loco… ¡y todavía me sigue enloqueciendo! The Beatles son mi banda favorita de todos los tiempos, e imagino que siempre lo serán.

Una música como la tuya, y por supuesto este álbum, parece reclamar y buscar la (aparente) sencillez y grandeza de esas pegadizas canciones pop. ¿Hasta qué punto lo que a nuestros oídos llega como algo sencillo es a la larga algo laborioso y complicado de conseguir?

Esto va un poco canción a canción. Hay temas como “Thank you, Paul” que me llevó mucho tiempo y muchas pistas para acabarla, creo que hasta 36. Lo complicado es hacer que todas esas pistas distintas se mezclen bien sin que resulte complejo para el oyente. Otras canciones tienen un proceso completamente diferente; te levantas un domingo pronto, coges la guitarra, sale una melodía, te pones a grabar, escribes la letra, cantas y haces voces, y te plantas a las ocho de la tarde con una canción terminada, como en el caso del “Believe” de este Coke Belda 4.

Es poco frecuente que un músico traslade las dudas que ha tenido a la hora de confeccionar uno de sus trabajos. Sorprendentemente, viendo el excelente resultado de este nuevo álbum, en redes dijiste que en un momento dado necesitaste el ánimo y las ideas de gente cercana para salir de cierto bloqueo en el transcurso de su confección, ¿hubo muchos momentos de dudas antes de que viera definitivamente la luz este disco?

¡Demasiados! Yo ya tengo asumida mi tendencia emocional como artista. Tengo un periodo de composición en el cual me obligo a sentarme un rato siempre que pueda. Es en este momento cuando me llegan las dudas: ¿es esta canción buena? ¿es suficientemente buena? ¿mejora a mis otras canciones? ¿esta la guardo o la desecho para siempre? Suelo contar con muy buenos amigos que escuchan las demos y me dicen lo que piensan. Ese es el empujón que necesito para sentarme y empezar a grabar en serio. Luego ya viene el periodo de grabación, mezcla, máster y lanzamiento, que es la mejor parte.

Una vez publicado llega el periodo de depresión. Procuro no hacerme muchas ilusiones cada vez que saco disco, pero me cuesta aceptar el momento musical actual, donde sale un disco cada cinco minutos, y aunque ahora el alcance geográfico es mayor, el impacto es casi nulo. Tu nuevo disco gusta mucho, pero se esfuma en los próximos días. Cuando la depresión se pasa, vuelta a la casilla de la composición. ¡Ese es mi ciclo!

«Another Day» significa, entre una mayoría de composiciones de carácter amoroso, el punto airado y enfadado contra toda la jauría que suele rondar en redes sociales, ¿de qué manera convives con todo eso?

Hemos llegado a un momento en la vida virtual donde todo el mundo es experto en todo, las opiniones son extremas y hay mucha rabia acumulada que se traduce en reacciones muy feas con los demás. Hay días que hubieras deseado ni abrir Facebook o Twitter porque no hay nada que ver. Yo procuro echar vistazos rápidos durante el día e intento compartir música y nuevos videos, pero reconozco que me cuesta no opinar sobre política o sobre la situación actual, va por días.

Hablando de esas canciones de temática más amorosa, algunas desde fuera dan la sensación de ser más personales y otras historias inventadas, no sé si a la hora de escribir necesitas partir de lo autobiográfico o puedes basarte también en la ficción.

Hay que partir de la base que no soy un gran letrista. Al final, le doy más importancia a la música que a la letra, aunque siga intentando mejorar en ese aspecto. De todos modos, una sinfonía de Beethoven no tiene letra y sin embargo emociona igual o más que cualquier canción con una letra profunda. Yo hago la música primero, y luego, depende del estado de ánimo y de la inspiración, la historia puede ser más personal, de ficción o una mezcla de las dos. En este disco hay de todo, desde “Harlan, Kentucky”, escrita a partir de un capítulo del libro Outliers, hasta “1968”, una letra sencilla y real sobre un año realmente importante.

En el disco aparecen dos versiones del tema «Broken Circle», una de ellas de sonido más latino y acústico, ¿cómo surge esa idea de interpretar desde dos puntos de vista la misma canción?

En realidad, la primera versión era la acústica y más tranquila, pero siempre recuerdo la anécdota de George Martin recomendando acelerar “Please Please Me” para transformarla en un hit, así que hice lo mismo, y así quedó la versión más pop de “Broken Circle”.

En Estados Unidos he conocido a un gran músico brasileño, Fabio De Miguel, quien, al escuchar la versión acústica, me dijo que le había encantado, así que le pedí que la tocara con guitarra española y con acordes más de Bossa Nova, y así la grabamos.

En el vídeo de «Oh, Why» apareces leyendo varios libros, principalmente, sobre músicos, ¿al margen de tu pasión por hacer y escuchar música, también eres de los que te gusta conocer en profundidad las historias, el contexto, de tus ídolos?

Casi todos los libros que tengo pendientes de leer son biografías de músicos. Me alucina saber sobre sus inicios y la evolución de su música relacionado con sus vivencias personales. Lo que más me fascina es que muchos artistas siguen vivos después de los desfases y las barbaridades que han hecho. Me impactó la vida de Pete Townshend y ahora la de John Entwistle, ¡menuda locura!

En tus discos tú mismo te encargas prácticamente de todos los instrumentos, ¿en algún momento echas de menos el concepto de banda, el de interactuar con otros componentes, o precisamente en este proyecto lo que buscabas era esa autonomía casi total?

En el proceso de grabación me gusta tener control de todo, y no sé si después de tantos años así lo sabría hacer de otra manera. Lo que sí que necesito es un productor. Creo que Coke Belda 4 es mi límite en cuanto a producción. Si hubiera un quinto disco, las canciones serían diferentes, pero el sonido sería muy parecido. Estoy pensando en contar con alguien para esas labores en el próximo, pero igual no me gusta lo que me tenga que decir. Más que una banda para componer o grabar, ¡echo de menos una banda para tocar en directo!

Has participado, cuando no estaba de moda, en bandas que homenajeaban a otras formaciones clásicas, no sé si ese concepto que manejabais lo asemejas a lo que hoy entendemos como «bandas tributo» y cómo valoras la proliferación en la actualidad de dichas bandas.

Yo respeto a toda la gente que forme bandas “tributo”, pero tengo una opinión muy clara sobre ellas: primero, si el grupo al que estás haciendo tributo está en activo, prefiero ver a los originales; segundo, nada de pelucas, vestirse igual o comportarse igual que el artista original, y tercero, las melodías no se tocan. Y si puedo ya pedir que los solos de guitarra no se alarguen eternamente, ya perfecto.

Lo de la proliferación es ya un problema, yo formé parte de Beaters en Valencia hace 20 años y en aquel momento había cuatro o cinco grupos en España (conocidos) haciendo tributo a The Beatles, ahora hay uno en cada barrio de España, y eso, guste o no guste, baja la calidad y divide al público.

Tus discos son publicados por Rock Indiana, un sello de esos que son señal de calidad y de mimo por lo que ofrece. Al margen de que supongo que te sientes muy cómodo con ellos, ¿también uno se siente más seguro a la hora de pensar en grabar un disco sabiendo que se tiene un apoyo así detrás?

Trabajar con Pablo es una gozada. Me apoyó desde el primer disco, Coke Belda I, y siempre está ahí para sacar mis trabajos y para incluirme en sus recopilatorios. Tengo la sensación de que no le merezco, ya que, desde mi posición desde hace años, puedo aportar discos, pero no los directos o promociones que otros artistas, estando en activo y en España, sí pueden. Desde aquí, mi más sincero agradecimiento a Pablo Carrero y su Rock Indiana.

 

Texto: Kepa Arbizu

 

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