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Neil Young, 38 álbumes en 38 canciones / #EnRutaEnCasa

BIG FEST 2013 (Foto: Dena Flows)

 

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Recorremos la trayectoria de Neil Young en solitario seleccionando una canción de cada uno de los 38 discos publicados.

«The Loner» (Neil Young, 1969)

Nos contaron hace mucho que «The Loner» era Stephen Stills, pero poco a poco fuimos cayendo en la cuenta de que es el típico autorretrato en tercera persona, de esos que se escriben para despistar. El solitario, el extranjero perfecto, el cruce de sí mismo y un zorro no pueden ser más que el propio Neil, esquivo e inquietante personaje de thriller psicológico. Como al final de Buffalo Springfield, la compañía de Jack Nitzche todavía le hace ver el estudio como un instrumento. Orquestaciones ambiciosas, teclados omnipresentes, horas de trabajo. Por poco tiempo. Escuchando atentamente «The Loner», ese riff de órgano que pide a gritos ser electrocutado por una guitarra, ya se puede oír el galope de Crazy Horse. De hecho, está a la vuelta de la esquina. CR

 

«Down By The River» (Everybody Knows This Is Nowhere, 1969)

Segundo disco en solitario y el primero con la que será la banda de su vida: Crazy Horse en su encarnación inicial, es decir Talbot, Molina y el fallecido Danny Whitten. Una obra fundamental y decisiva en su trayectoria que contiene varios pesos pesados de su cancionero. Escrita atravesando una gripe y en estado febril, igual que otros temas del álbum como «Cinnamon Girl» o «Cowgirl In The Sand», «Down By The River» es una composición marca de la casa. Larga y con una extensa parte instrumental donde las guitarras flotan dibujando arpegios y solos en una etérea y casi hipnótica atmosfera eléctrica. La historia toma el espíritu de las murder ballads tradicionales y narra una tormentosa relación amorosa que acaba con el asesinato de la amada. MC

«Southern Man» (After The Gold Rush, 1970)

Tema con el cual el canadiense se ganó la antipatía y el desprecio de muchos sureños y fue una de las motivaciones de Lynyrd Skynyrd para escribir «Sweet Home Alabama» —junto con «Alabama»— e iniciar una pequeña batalla que terminó hermanando a ambos frentes. No en vano, trata el tema de la esclavitud y los tópicos que envuelven dicha práctica en el sur de Estados Unidos. Cuentan los rumores que se puede deber a un encontronazo durante su paso por Alabama, siendo testigo de la humillación de un joven afroamericano por parte de dos hombres blancos. Polémicas aparte, es uno de los grandes temas del disco que incluye a un inexperto joven tocando el piano llamado Nils Lofgren. JR

 

«The Neddle And The Damage Done» (Harvest, 1972)

Aquejado de graves problemas de espalda que limitaron sus movimientos durante meses, hasta el punto de impedirle tocar la guitarra con normalidad, Neil graba un disco en general tranquilo que incluye su mayor éxito —el «Heart Of Gold», que le proyectaría a la categoría de los superventas— y que terminaría por convertirse en su trabajo más conocido a pesar de bajar algo el nivel en relación con los anteriores. “Canto esta canción porque amo al hombre” se justifica en su sentido lamento por Danny Whitten, guitarrista de Crazy Horse cuyo talento se esfumaba a medida en que se entregaba a la heroína y cuyo fallecimiento tendría lugar inmediatamente después de ser expulsado de las sesiones de Harvest por su incapacidad para integrarse en la dinámica. ER

 

«L.A.» (Time Fades Away, 1973)

Hay veces en las que se acierta de pleno. Quiero decir, en «L.A.» todo encaja. El tono sombrío, la fábula críptica de la ciudad a la que se refiere el título y su relación con la heroína, el pedal steel de Ben Keith coloreando los puentes/estribillos, el cabalgar de la batería de Johnny Barbata, ese toque de campana que añade el propio Johnny en el segundo enganche al puente… Y luego está Neil, que parece tener a Danny Whitten en mente —aunque esto ya forme parte de mi imaginación— mientras entona cada una de las palabras. Nunca vi Time Fades Away como un disco en vivo per se, aunque el público esté ahí. Al no captarse a la audiencia durante las canciones, parece más el reflejo de una banda actuando en la prueba de sonido que ya en un recital. Eso, canciones como «Don’t Be Denied» o la mencionada ayudan a hacer de éste un disco muy especial. SM

 

«On The Beach» (On The Beach, 1974)

Cuando el canadiense se siente desesperado, hay pocos artistas, vocalmente, que puedan desprender más dramatismo de su garganta. Es algo que va más allá de lo puramente técnico, incluso de lo artístico. Es una sensibilidad especial, algo que se marchita o cobra vida dependiendo del estado anímico. Cuando Neil canta: “Necesito una audiencia pero no puedo enfrentarme a ella día tras día”, sabes que no es un actor interpretando un papel. On The Beach es un disco crudo y doloroso, deprimente salvo en «Walk On» y «Vampire Blues». Pero es también adictivo, pues el cuadro no siempre ha de verse colorido y esperanzador. Nadie entendió este revés después del éxito de Harvest, pero un trabajo así afianza la credibilidad de cualquier artista. SM

«Mellow My Mind» (Tonight’s The Night, 1975)

En medio de la oscuridad, una angustiosa petición de auxilio. Reconfórtame, hazme sentir como un niño encantado de ir de pesca, recuérdame esas sensaciones que he olvidado. Como en otras ocasiones en la carrera de Young, una letra simple, cercana a la sensiblería, se eleva casi al infinito gracias a una interpretación sublime. Al borde del colapso, la voz se rompe en un doloroso crujido desafinado, casi insoportable. El oyente se siente casi culpable por tener acceso a un momento de sufrimiento real, una grabación que cualquier estrella del rock guardaría bajo siete llaves. El desprecio por la alta fidelidad y la confianza en un grupo de músicos dispuestos a todo, convierte el duelo por dos amigos muertos en un monumento irrepetible. CR

 

«Don’t Cry No Tears» (Zuma, 1975)

Suele pasar a menudo que el tema que abre un disco de Neil suele ser el mejor del disco. En este caso podría ser, pero es más representativo de este período, marcado por la ruptura sentimental del músico con la actriz Carrie Snodgress. Cuando parecía que salía del bache de las muertes de Danny Whitten y Bruce Berry, parece que la mala racha personal no le abandona. Que Neil tiene el corazón dañado es obvio por títulos como «Stupid Girl», «Danger Bird» o «Pardon My Heart». El tema sobrevuela por ambas caras del vinilo, bañado en José Cuervo, su fiel compañero de batallas durante esa época. Es el primer trabajo con los renovados Crazy Horse —la bienvenida al gran Frank «Poncho» Sampedro— tras el deceso de Danny. JR

 

«Like a Hurricane» (American Stars ‘n Bars, 1977)

En ese cajón de sastre que fue el irregular American Stars ‘n Bars —disco con una cara dedicada al country— brilla uno de los mejores trajes hechos a medida por Neil Young para Crazy Horse. Inspirado en un encuentro de Neil con una chica en un bar —en un periodo de frecuentes salidas nocturnas— aunque el asunto no prosperó, sí sirvió para que Young vertiera su pasión del momento en dar forma al tema esa misma noche en su rancho, tocándolo obsesivamente hasta el amanecer. Desde entonces es referente en sus giras, con sus largos y penetrantes solos marca de la casa y sus pegadizos coros. La letra dice que la chica es como un huracán, pero que hay calma en su mirada. Más o menos como la canción, huracanada en su intensidad pero reflexiva en su ritmo. XL

 

«Field Of Opportunity» (Comes a Time, 1978)

Complicada tarea la de seleccionar una sola canción de este elepé magnífico, un título en el que todas y cada una de las piezas funciona a la perfección. Con Crazy Horse en un par de temas y la participación de músicos de relumbrón —J.J. Cale, Spooner Oldham, la voz de Nicolette Larssonn…— Young se saca de la manga un disco en la onda campestre y melosa que ya trabajara en Harvest, una exquisitez y uno de sus discos más infravalorados, quizá debido precisamente a su tono amable y accesible. Consciente del molesto papel que se le asigna como referente de una generación, elude una posición que le incordia dejando claro en las primeras frases de esta canción que: “No tengo respuestas, amigo, solo esté montón de viejas preguntas que me ha dejado la memoria”. ER

 

«Hey Hey, My My (Into The Black)» (Rust Never Sleeps, 1979)

Ante la eclosión punk, Neil respondió a sus dudas existenciales asociándose con Devo, uno de los grupos surgidos de la onda expansiva de ese boom de 1977. Y, contra pronóstico, de ahí surgió este temazo tan atemporal y tan identificado con el sonido Crazy Horse. «Hey Hey, My My» (y su hermana gemela, la acústica «My My, Hey Hey») proclaman que el rock&roll no puede morir nunca, citando tanto al Rey Elvis como al recién llegado Johnny Rotten. Todo ello entre bilis y erosionados acordes, como apunta el título del elepé: el óxido nunca duerme. Kurt Cobain malinterpretó la estrofa de la versión acústica que dice “es mejor arder que desvanecerse”, y la incluyó en su nota de suicidio, sin ver lo bien que le sientan al propio Young la erosión y el óxido. XL

«The Old Homestead» (Hawks & Doves, 1980)

Discutir la importancia de Crazy Horse en la carrera de Neil Young es casi ridículo. Pero los críticos, y también los compañeros de profesión, somos capaces de eso y de más. Por eso el canadiense quiso dar respuesta a aquellos que acusaban a su banda de acompañamiento de mejorables para su música o directamente insuficientes. «The Old Homestead», incluida en Hawks & Doves, fue esa respuesta. De manera críptica aunque haciéndose preguntas tan claras como: “¿Por qué montar este caballo loco?”, Young recorre de forma algo paródica su carrera y da sus motivos para la confianza que siempre ha demostrado en los músicos que le acompañaban y de paso le atiza un sopapo a su excompañero David Crosby que también había mostrado sus dudas respecto a Crazy Horse. EI

 

«Op-Er-A Star» (Re-Ac-Tor, 1981)

“Naciste para rockear, nunca serás una estrella de la ópera / Algunas cosas nunca cambian, se quedan como están”. Así de cafre se presenta Neil en el tema de obertura de un disco infravalorado como pocos, pero brillante como pocos también. Guitarras saturadas, textos idiotas, el bombo de Molina sobresaliendo de la mezcla… La new wave contra el punk, aliándose al garage y tocado por los Crazy Horse en una de sus mejores grabaciones. Vamos, esto es lo que yo llamo puro y llano rock&roll. Pendenciero, peligroso, estúpido. Como ha de ser. Adiós a Reprise Records, ahora toma y véndelo. ¿Y dicen que los ochenta no fueron buenos? No he oído gansada parecida. Bueno, sí, lo que canta Young en «T-bone»: “Got mashed potatoes, ain’t got no T-bone”. Así durante diez minutos. SM

 

«Little Thing Called Love» (Trans, 1982)

Maldito canalla. Es capaz de escribir las más angustiosas y deprimentes canciones para, a continuación, sorprender con una inmaculada canción de orfebrería pop. Luminosa, contagiosa y de arrebatadora vitalidad, Neiler disfrutaba de los felices primeros años de su matrimonio con Pegy Young. “Sólo el amor te hace verter una lágrima / Sólo el amor te hace parecer hipnotizado / Sólo el amor te hace dudar / Sólo el amor te hace sentir triste”. Ágil de escucha y con estribillo que se mete hasta el fondo, no sonaría igual sin la soberbia guitarra slide del ínclito Ben Keith, que satura el color de este cuadro impresionista. Trans es un álbum difícil de entender pero «Little Thing Called Love» demuestra que aunque no se sabe qué fumaba en los ochenta todavía tenía un pie en la Tierra. MB

 

«Wonderin’» (Everybody’s Rockin’, 1983)

Geffen no había entendido el movimiento con Young de Trans y menos aún que su siguiente ofrecimiento a la compañía fuera el country Old Ways, así que David Geffen en persona exigió al músico un disco de “genuino rock&roll”. Young se lo tomó al pie de la letra y acompañado por una banda creada para la ocasión, The Shocking Pins, grabó con escasa fortuna un disco de rockabilly en el que combinaba versiones descafeinadas con temas propios. «Wonderin’», escrita a principios de los setenta, es una de ellas y sirve como perfecto ejemplo de lo que era un disco como Everybody’s Rockin’: un estéril ejercicio de estilo que, eso sí, despierta las simpatías de muchos de sus seguidores. Yo me cuento entre ellos, por cierto. EI

«The Wayward Wind» (Old Ways, 1985)

Esta canción country escrita por Stanley Lebowski y Herb Newman fue versionada por gente como Tex Ritter, Gene Vincent, Sam Cooke o Patsy Cline antes de que Neil Young decidiera que fuera el tema de apertura de Old Ways, disco de genuino country que no gustó a Geffen en su momento, por lo que tardó dos años en ser editado. La canción, única versión de un disco en el que aparecen Waylon Jennings y Willie Nelson, refleja a la perfección lo que Young buscaba en ese momento: recuperar los sonidos campestres y acercarse de nuevo a la parte más tradicional de su música. Sin ser ninguna maravilla, sí que es un buen tratado de música de raíces que, dando la razón a Geffen, no fue muy bien recibido comercialmente. EI

 

«People On The Street» (Landing On Water, 1986)

De tanto en tanto era habitual ver este videoclip en los minutos musicales que nos regalaba Televisión Española. Para alguien que había crecido con Harvest y Rust Never Sleeps resultaba complejo apreciar la nueva sonoridad de Young. Pero tampoco lo enjuiciaba como horrible, el oído estaba acostumbrado a este tipo de sintetizadores y reverberaciones en la batería. Lo practicaban la mayoría de viejos ídolos. Así, ya lo tienen, el disco ochentero de Young. Lo peor no era en sí la orientación, sino las canciones, de las que pocas podrían salvarse de la hoguera. Sigue resultando mucho más divertido observar el videoclip de la dichosa canción y presenciar a Neil en levita purpura, caminando por las calles al ritmo de la prosa. SM

 

«Prisoners Of Rock ‘n’ Roll» (Life, 1987)

Impredecible. El hombre que despachó los álbumes más flojos de su carrera con inventos variopintos bajo su etapa con Geffen, se alió nuevamente con Crazy Horse para alumbrar el quinto y último disco del contrato. Después de una primera cara perfecta irrumpe con fuerza este epinicio construido a base de contundentes guitarrazos, energía desbocada y un pegajoso estribillo. “No paran de decirnos que tocamos con demasiado volumen / Pero no tienen ni idea de lo que trata nuestra música / No hacemos caso de la gente de la compañía de discos / Intentan moldearnos y arruinar nuestro grupo / No vamos a ser obedientes / Somos prisioneros del rock&roll”. Ya se lo podía haber aplicado en los cuatro anteriores. Un optimista himno en toda regla que destaca dentro de un álbum con fuerte carga política. MB

 

«This Note’s For You» (This Note’s For You, 1988)

Finiquitada su turbulenta relación contractual con David Geffen, nuestro hombre encontraba tiempo y energía para abrir nuevos frentes de lucha. «This Note’s For You» es un potente tema que menciona sin disimulo a Pepsi, Coca-Cola y las cerveceras Bud y Miller. Y es que entonces la nueva moda era el patrocinio de las giras por parte de marcas comerciales, así que Neil sintió la necesidad de declarar, alto y claro, que él no estaba en venta. Si bien lo hizo con una composición de nivel inferior a las obras maestras que estaban a punto de llegar, esta canción le sirvió para enfilar el sendero correcto y canalizar su siempre inspirador cabreo. Escuchen cómo canta aquí aquello de “esta nota es para ti” y desearán que no se esté dirigiendo a ustedes. XL

«Crime In The City (Sixty To Zero Part I)» (Freedom, 1989)

Young remata su complicada década de los ochenta con un nuevo retorno de CSN&Y que cristaliza en el insulso American Dream y con Freedom, un severo diagnóstico de la realidad norteamericana, descoyuntada tras la política económica de un Reagan cuya continuidad —en uno de esos vaivenes ideológicos marca de la casa—paradójicamente apoyó. Crónica de sucesos y desesperanza, con capítulos de violencia, alcohol y drogas en muchas de sus canciones —resumidos en ésta, con esa familia desestructurada o el patrullero que se deja sobornar por un niño traficante—, Freedom será el arranque de una nueva era de reconocimiento para Young, adoptado como referente y padrino por la generación grunge, y el hilván para la llegada de esa locomotora titulada Ragged Glory. ER

 

«Over And Over» (Ragged Glory, 1990)

Álbum soberbio que debería declararse patrimonio de la Humanidad, habría que remontarse hasta Everybody Knows This Is Nowhere en 1969 para volver a encontrar el grado de compenetración más perfecto entre Neiler y Crazy Horse. Ocho minutos y medio de guitarras saturadas descargando en paralelo inundando los bafles, una atmósfera creada por el impecable estado de forma de Neil con la ayuda de un melódico estribillo. Cuenta una enternecedora historia de amor: “Bailamos bajo la plateada lluvia / Sobre los verdes pastos / Cuando el tiempo no contaba / Y ahora el sentimiento / Sigue siendo el mismo / Una y otra vez”, pero a pesar de ser una emocional viñeta colorida, la escucha deja al oyente aturdido por ser una experiencia de soledad en un inmenso océano de electricidad. Vigorizante y musculosa, es un ejemplo más de por qué este disco nos cambió la vida a algunos. MB

 

«One Of These Days» (Harvest Moon, 1992)

En su enésimo regreso al reposado refugio de las sonoridades campestres, Young se plantea una maniobra de recuperación del espíritu del Harvest original, recurriendo a los Stray Gators y a nombres como Nicolette Larsson, James Taylor, Linda Ronstadt y hasta a Jack Nietzsche. El resultado es un disco precioso, elegante, lleno de estupendas armonías vocales y con al menos media docena de piezas excelentes. En ésta aprovecha para proclamar —sin ambages ni subterfugios, abandonando su armadura huraña por una vez —su agradecimiento a todos aquellos, amistades y músicos, que le han acompañado en la vida. Y anuncia su intención de escribirles una carta que, de hecho, ya les deja escrita en forma de emotiva canción. ER

 

«Change Your Mind» (Sleeps With Angels, 1994)

Composición larga y muy representativa del tono que se desprendía en este disco. Casi un cuarto de hora que bebe de las típicas jams con Crazy Horse —su séptima colaboración juntos— y que repesca el aire sombrío y oscuro que se podía respirar en Tonight’s The Night. Incluso llegó a ser lanzado como sencillo, algo inusual en plena época MTV. El ejemplo de los característicos temas largos marca de la casa, que deja explayarse a Neil con las seis cuerdas. Pese a que el conjunto del disco respira un tono gris y triste, el corte logra arrojar algo de luz y quedar a altura de otros grandes clásicos. Y disipa las dudas de aquellos que se preguntan por qué es considerado el padrino de lo que algunos iluminados se emperraron en bautizar como grunge. JR

«Peace And Love» (Mirror Ball, 1995)

Aunque Mirror Ball muestra en todas sus pistas la unión entre Neil Young —apodado el Padrino del grunge— y Pearl Jam, es probablemente en esta canción en la que mejor se refleja y más se evidencia la colaboración, ya que es la única que no compone el canadiense en solitario sino que coescribe junto a Eddie Vedder. En sus poco más de siete minutos reúne la cadencia reconocible de muchos de los temas de Young con la rotundidad instrumental de los de Seattle convirtiéndose en el ejemplo perfecto de la unión de dos generaciones. Quizá por ello tanto las ventas del disco como la gira posterior conjunta fue un rotundo éxito cosa que, curiosamente y en contra de lo que suele ser habitual, no les llevaron a repetir. EI

 

«Big Time» (Broken Arrow, 1996)

Séptimo álbum de estudio junto a Crazy Horse. Un trabajo irregular y hasta desganado que podía dejar entrever un cierto cansancio. De hecho no volvieron a cabalgar al unísono hasta cuatro años después. «Big Time» es la pieza de apertura del disco. Un monstruo que parece arrastrarse, lento y hasta desorientado, pero cuyo resultado final es aplastante. Siete minutos de perezoso traqueteo y ritmo monolítico que vuelven atrás en el tiempo rememorando algunos de los primeros momentos de su carrera con metáforas cripticas y un velado resquemor hacía Elektra Records, sello al que entregó en 1965 algunas maquetas acústicas en busca de un contrato que fueron inesperadamente rechazadas por la compañía. Neiler saldando ciertas cuentas pendientes. MC

 

«Razor Love» (Silver & Gold, 2000)

Amor, amor, amor, imposible contar el número de veces que Young le canta al amor. Hace falta muchísimo amor, tienes deseo de amar y amor para quemar, no sé cuánto me llevará encontrarlo… El hippie de corazón, sentimental, todo lo que quiere es cantarle una canción de amor a su mujer, como entona en «Distant Camera», otra canción de este disco deliciosamente menor, acogedor, con aroma a madera baqueteada y más íntimo según avanza, apenas el sonido de las acústicas y las baterías acariciadas. Aquí ofrece un amor afilado como una chuchilla, que corta limpiamente lo que se le interponga, y lo canta ensimismado, ajeno a las miradas, como desde una dimensión paralela en la que sólo existieran los buenos sentimientos, el idealizado amor incondicional. CR

 

«Let’s Roll» (Are You Passionate?, 2002)

Siendo uno de los músicos socialmente más comprometido de su generación, Neil Young no podía ser ajeno a los atentados sucedidos el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. Por eso en el primer álbum que publica tras los hechos, Are You Passionate?, y en el que aprovecha para acercarse a la música soul, incluye este «Let’s Roll» que fue publicada como single en noviembre de 2011. En su letra Young se pone en la piel de Todd Beamer, uno de los pasajeros que estaba en el avión que se dirigía a la Casa Blanca y que acabó estrellándose en Pensilvania. Las últimas palabras que dejó grabadas desde su móvil antes de morir fueron: “¿Are you ready? Let’s roll” (¿Estáis preparados? ¡En marcha!). Neiler lo utiliza para ponernos en la piel de los pasajeros de manera tan cruda como real. EI

«Falling From Above» (Greendale, 2003)

Irreductible y terco como una mula, presume de hacer lo que le viene en gana. Así, cuando los soporíferos álbumes conceptuales es parte del pasado de la historia del rock, Neiler sorprendió con Greendale, un disco que cuenta una historia que no da ni para un telefilme de horario nocturno. Pero, ojo, musicalmente estamos ante una de sus últimas obras de peso que fue grabada con dos tercios de Crazy Horse —falta Poncho Sampedro—. Densa, adictiva y de atmósfera hipnótica, va presentado a los personajes mientras expira reflexiones de contenido ecológico-pacifista: “Que sigan los combates / Que sigan las guerras religiosas / Posiblemente no sirvan para nada”. Cuando te quieres dar cuenta has alcanzado los siete minutos y medio, quedando un poso descorazonador. Es lo que tienen las buenas canciones, que se agarran al alma. MB

 

«Prairie Wind» (Prairie Wind, 2005)

La vida no le sonreía a Neil Young en 2005. Presenciaba impotente el declive de su padre —que padecía alzhéimer y falleció en junio de ese año— y afrontaba una arriesgada intervención quirúrgica por un aneurisma cerebral. ¿Quién no se pondría nostálgico y trascendente ante hechos así? De ahí que, empuñando la guitarra acústica y ataviado con su Stetson, se desplazara a Nashville para, con ayuda de algunos amigos, lograr un sonido grandilocuente al repetir estrofas como: “Tratando de recordar lo que dijo mi padre / Antes de que demasiado tiempo se llevara su cabeza”. Aunque quizá demasiado larga, «Prairie Wind» sin duda recoge y transmite la emoción de ese periodo tan dramático. Apuesto a que grabar este disco le sirvió de terapia para superarlo. XL

 

«Let’s Impeach The President» (Living Wih War, 2006)

Neil vuelve a la carga. En un álbum casi monotemático sobre la guerra de Irak encontramos este “procesemos al Presidente”, un dardo envenenado dirigido a George W. Bush. Le acusa, entre otras cosas, de mentir, de dividir el país y de la desastrosa gestión que siguió al huracán Katrina. Además, incluye cortes de voz con declaraciones del propio Bush. Musicalmente destaca la trompeta inicial, que toma prestadas notas de una tonada militar, antes de que el mensaje se transmita mediante una melodía tan repetitiva como efectiva. Curiosamente, Young presentó el disco en vivo junto a Crosby, Still & Nash, en una politizada gira que dividió a las audiencias entre abucheos y aplausos. Neil ni se inmutó. Es más, se recreó rodando un documental sobre ello. XL

 

«Ordinary People» (Chrome Dreams II, 2007)

En plena eclosión punk de 1977, Young descarta Chrome Dreams metiéndolo en el baúl en favor de American Stars ‘n Bars. La idea vuelve a la vida tres décadas después con el mordaz segunda parte en el título y recogiendo algunas composiciones descartadas de anteriores trabajos. Caso de «Ordinary People», sobrante de las sesiones de This Note’s For You (1988) y que formó parte del repertorio de canciones interpretado en directo en aquella gira pese a no ser incluida en el disco. Extensa oda a la clase trabajadora con una diferencia clave respecto a otros temas del canadiense. En lugar de que el faro guía sean las estructuras guitarreras son la voz y la letra las que la protagonizan acompañadas por una sección de viento de clara raíz soul. MC

 

«Fork In The Road» (Fork In The Road, 2009)

¿Quién no ha dejado volar la mente mientras se relaja conduciendo por una desértica carretera? Liberada de presión, la mente pasa de un tema a otro con rapidez, sin detenerse en ninguno en concreto. Así debió escribir Neil la absurda letra de esta canción, un texto que no cuenta nada. Con ritmo trotón de dieciséis válvulas suelta la primera gilipollez que se le pasa por la cabeza. Momento preferido: “Soy una gran estrella de rock / Mis ventas se han estancado / Pero todavía te molo / Gracias / Descárgate esto / Suena a mierda”. A pesar del escaso valor literario, musicalmente es diésel rock de primera división, con un cierto toque pantanoso y estructurada con un repetitivo riff que los ZZ Top harían maravillas si la versionasen. MB

«Angry World» (Le Noise, 2010)

Aunque haya en el cabalgar de la guitarra cierta reminiscencia a «Hey Hey, My My (Into The Black)», hay una chispa única en la parte que consideramos el estribillo, una química que sucede de tanto en tanto cuando juegas en un patrón supuestamente lineal, tal y como sucede a lo largo y ancho de Le Noise. Tan solo se le puede achacar a un disco así que no exista la versión con banda. Pues tal y como lo conocemos, el trabajo presenta solo a Neil recreándose en su propio feedback y manipulando los juguetes habituales (pedales de distorsión, fuzz, delay, etc.). La producción de Daniel Lanois dota al disco de una extraña atmósfera, pero nada de ello hubiese funcionado de ser las canciones un bluf. Y no lo son. SM

 

«Travel On» (Americana, 2012)

Nueve años más viejos que la última vez, Crazy Horse son convocados de nuevo por su gran jefe, periódicamente necesitado del parsimonioso y desengrasante trote de su grupo de confianza. Antes de ponerse con la mastodóntica experiencia de Psychedelic Pill, recuperan tono muscular atacando un manojo de aquellas canciones tradicionales que le enseñaron el camino del folk, hoy en el subconsciente colectivo de varias generaciones. Sometida al groove troglodita de Crazy Horse, aparentemente grabada según la iban recordando, «Travel On» suena gozosa y resuelta, un himno al movimiento perpetuo: “Ya he estado en esta ciudad demasiado tiempo, siento que necesito seguir mi camino”. Antes de que el óxido se agarre a mis articulaciones, le falta decir. CR

 

«Drifting Back» (Psychedelic Pill, 2012)

Picasso, los mp3, la meditación y el Maharishi, borrar pensamientos e ira, encontrar una religión y un corte de pelo hiphopero… La letra parece un ejercicio de escritura automática que por momentos suena a puro cachondeo, una disculpa para caminar sin rumbo. Dejaos llevar, parece decir, cerrad los ojos y vagad conmigo. El demencial y fascinante viaje dura veintisiete minutos en los hay tiempo de perderse y reencontrarse, está a punto de descarrilar en más de una curva para poco más tarde alcanzar clímax eléctricos solo al alcance de un iluminado. Inmune a las expectativas ajenas, Young lleva al límite a unos titánicos Crazy Horse en un disco testamentario, enmienda a la totalidad contra el espíritu de estos tiempos de prisas y placeres fugaces. CR

 

«If You Could Read My Mind» (A Letter Home, 2014)

Curioso disco de versiones el que suelta el viejo zorro. No por su condición si no por sus características. Tras sus insistentes diatribas sobre la calidad de los métodos actuales de reproducción musical digital y comprimida y casi al alimón de presentar en sociedad el sistema Pono de su invención se descuelga con esta grabación. Registrada en una cabina de los años cuarenta con una calidad de sonido acorde con la época de fabricación de la misma y solo con su voz, su guitarra y algunas armónicas. Original de Gordon Lightfoot, compatriota de Young, magno guitarrista acústico y gran compositor, la toma es de una simplicidad encantadora y de una pureza folk impoluta. Neil canta de maravilla personificando la esencia más básica del músico. MC

«Who’s Gonna Stand Up?» (Storytone, 2014)

Nunca he presenciado un bis tan apocalíptico como el que sucedió en Colmar, Francia, la última vez que vi a Neil con unos retocados Crazy Horse en el verano de 2014. Excepto los que nos llevaban ventaja en el transcurso de la gira, nadie antes había escuchado el abrasivo tema protagonista. Era su estreno y la guitarra de Neil disparaba un riff a una sola nota, como el sonido de una ametralladora en acción continua. La letra no debió costarle más de cinco minutos, pues era un eslogan tras otro: “Protege las plantas / Renueva el campo / Salvemos el agua”. Oh, un himno sobre la problemática climática. Casi era lo de menos: la fuerza y la violencia que extraían las notas era lo relevante. Lástima que Storytone fuese un disco fallido por partida doble: en versión acústica y en orquestal. SM

 

«A Rock Star Bucks a Coffee Shop» (The Monsanto Years, 2015)

Con este corte nos muestra Neil su lado más contestatario e inconformista. Algo que siempre ha tenido pero que parece que acusa más de unos años a aquí. No contento con atacar en todo el disco a las prácticas de la compañía Monsanto, decide que aquí también le toca recibir a otro gigante: Starbucks. Todo esto, mientras llama la atención a Donald Trump por utilizar un tema suyo en plena campaña. Por otro lado, es normal que cargue contra dicha empresa, puesto que siempre ha sido muy activo en defensa de los granjeros (raro ver una edición del Farm Aid en que no salga). También certifica su alianza con Promise Of The Real, la banda de Lukas Nelson —hijo de Willie— que aparece acompañándole. JR

 

Textos: Manuel Beteta, Eduardo Izquierdo, Sergio Martos, Carlos Rego, Xavier Llop, Manel Celeiro, Eduardo Ranedo y Jordi del Río.

Artículo publicado en el nº 337 mayo del 2016

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