Hemos pedido a nuestros redactores y redactoras que elijan un disco que para ellos haya sido especial de la mal llamada década 2010-2019 (sí, sabemos que lo correcto sería decenio). No hemos querido fustigarlos obligándolos a escoger su disco de la década, pero sí al menos uno de ellos y que nos lo reseñen. Semanalmente, durante todo este año que sí da fin a la década, iremos desgranando esos álbumes que componen para el staff de Ruta 66 la fotografía de diez años que ya son historia. Xavi Martínez apuesta por unos clásicos como Black Sabbath.
Black Sabbath -13 (2013)
En el nuevo milenio se pueden contar con los dedos de una mano los artistas ‘clásicos’ o que iniciaron su andadura en el siglo pasado que hayan publicado discos que estén a la altura de su leyenda o que perduren más allá de unas primeras escuchas. En general estas bandas han grabado obras como simple excusa para promocionar giras o para endosarnos el cuento de que su retorno ha sido porqué todavía se consideran vivos creativamente hablando. Por eso la grabación de 13 por parte de la reunida ‘casi’ formación original de Black Sabbath sonaba a disco de trámite por parte de los de Birmingham para hacer caja en una nueva y lucrativa gira nostálgica.
Con todas estas premisas en mente, lo que hace que uno no tenga ninguna expectativa, me tuve frotar los oídos y orejas cuando 13 se publicó en junio de 2013. Black Sabbath acababan de publicar una obra, que aunque no superaba a ninguna de sus obras clásicas (etapa Ozzy me refiero exclusivamente) no desentonaba lo más mínimo al lado de ellas, y les podía aguantar la mirada sin problemas. Y es que este álbum la banda suena viva, con ganas de demostrar que por algo son uno de los entes más influyentes de la historia del rock. Y eso que la cosa no prometía por todo lo que estaba rodeando a la grabación del disco. El batería original, el sinpar Bill Ward no iba a estar presente al parecer por cutres motivos económicos y nada más empezar la grabación el alma de la formación Tony Iommi emitía un comunicado en el que hacía saber que padecía un linfoma y que se tenía poner en tratamiento inmediato. Y esta desafortunada noticia parece que tuvo un efecto revigorizante en la gestación del disco, ya que la grabación se trasladó de Los Angeles a Inglaterra (cuna de la banda) y Iommi se puso a dar lo mejor de sí mismo para olvidar la enfermedad. De hecho el mismo Ozzy Osbourne comentó que las cosas funcionaron tan bien porqué la cabeza del guitarrista estaba imbuida en la grabación.
Y es que en 13 el combo recuperaba su sonido más clásico pero con una acertada pátina contemporánea que el viejo zorro de Rick Rubin supo dar en la producción. Un disco que es la mejor despedida discográfica que podría tener el combo, lleno de canciones robustas y Sabbath a más no poder como «God Is Dead?» o «Age Of Reason». Incluso se permiten el auto plagio, saliendo más que airosos del intento y encima guiñándonos un ojo. ¿O no es «End Of The Beggining» una nueva versión de la canción «Black Sabbath»?, ¿o «Loner no es «NIB»?, ¿o «Zeitgeist» la nueva «Planet Caravan»? Incluso la baja de Bill Ward es mucho menos lesiva de lo esperado gracias a la contención y ganas de pasar desapercibido del batería sustituto; Brad Wilk de los celebérrimos Rage Against The Machine.
En resumidas cuentas creo que 13 fue la gran sorpresa de la segunda década del siglo XXI si hablamos en términos de rock clásico. Una leyenda sabiendo que se despedían de los estudios de grabación y que dieron lo mejor de sí mismos -hasta Ozzy Osbourne suena especialmente rejuvenecido- y que parecían tener claro que no lo podían dejar de cualquier manera. Black Sabbath cerrando el círculo de su propia leyenda con sonido de lluvia y campanas incluidas para finiquitar el álbum, como queriendo hacer un maligno bucle con el inicio de su primera e influyente obra.
Xavi Martínez
