Discomático

Disco del mes – Pearl Jam «Gigaton» (Universal)

 

 

PEARL JAM

Gigaton

Universal

Parece que fue ayer, pero han pasado más de diez años. Ante la salida de Backspacer, en esta cabecera dedicamos la portada a Pearl Jam. La idea era hablar de la resurrección de un grupo que a partir del disco del aguacate cobra una nueva vida. En ese disco, los de Seattle recuperan el vigor, la ilusión, la electricidad, quedan atrás tiempos opacos, una etapa de introspección quizás necesaria para el retorno a un caos en el que siempre se sintieron cómodos y cómplices. Ver a un Eddie Vedder sonriente, enérgico, sudoroso, sacando del armario su vieja y roída camisa de cuadros era una buena noticia. De hecho, el titular de aquella portada de la revista planteaba esta cuestión, ‘’¿único reemplazo para los clásicos del rock?’’. Entonces, lo que ahora cabría preguntarse es, una vez pasado ese tiempo prudencial, si esto sigue siendo así.

Desde luego, la respuesta es clara; es probable que así sea. Al menos, de los compañeros de generación no hay nadie que se haya colocado en tal posición. Es más, los que podían aspirar a ello han desaparecido, caso de Soundgarden por el fatal desenlace de un Chris Cornell que nos dejó huérfanos. Sinceramente, en este instante no se aventura ninguna banda que aspire o alcance ese estatus. No nos engañemos, es un signo de los tiempos. La música se factura y se consume más rápido, importa y seduce el aquí y el ahora. Y el rock como tal se agarra a sus héroes, a los supervivientes de una época en que eran seres intocables. Aunque algunos hicieran las cosas mal, el respeto funcionaba como norma. A estas alturas, con Pearl Jam pasa más o menos lo mismo. Poco o nada que demostrar, la sensación que la banda es un rodillo y que mucho se tienen que torcer las cosas para que su público le retire el apoyo, la simpatía forjada durante décadas. Ante esta situación, publicar un disco nuevo conlleva riesgo, pero no tan amenazante como hace tres lustros porque todavía te jugabas el puesto, el prestigio. Ahora no hace falta dinamizar nada, no hay que mover el árbol para que caiga fruta fresca.

La última sacudida fue en 2013, Lighting Bolt cerraba un ciclo, una trilogía con más pros que contras y la dulce resaca de una banda con aire y gasolina suficiente. Entre tanto, un entretenimiento, un capricho en forma de béisbol, Let’s Play Two: Live at Wrigley Field. Una oportunidad para salir de gira como lo que son, aquella panda de amigos que se encerraba en el local de ensayo con el objetivo de divertirse y, de paso, dejarnos con la boca abierta y calambres en las piernas confirmando la teoría: Pearl Jam es el único reemplazo. A día de hoy, no hay otro. Mientras, y como anticipo a Gigaton, dos avances que no provocan ni frío ni calor. Incluso flota una sensación inaudita, planea cierta indiferencia. Llama la atención la deriva Talking Heads en «Dance of the Clairvoyants», donde Vedder hace reverencias a David Byrne, y en «Superblood Wolfmoon» las señas pretéritas, el grunge sale de su propia tumba. «Who Ever Said» mantiene el ritmo vital de guitarras conocidas y admiradas, de los Crazy Horse con Neil Young a The Who; «Seven O’Clock» tiene exceso de profundidad, es el paradigma de la meditación, podría ser sin lograrlo la respuesta a «Black»; mientras en «Never Destination», un apunte gracioso, la parte experimental de Vitalogy que irritaba a los más comedidos y conservadores saluda de nuevo. Para «Alright», un guiño a otro paisaje del pasado, la saludable y necesaria banda sonora de Into the Wild.

Como novedad y discurso, el disco afronta la creciente problemática del cambio climático y cómo afecta esto al planeta. En «Quick Escape», un medio tiempo coral y enfurecido con Hendrix en la sombra, se permiten una crítica irónica a Trump y una certera alusión a los nativos americanos. Canciones como «Buckle Up» o «Come Then Goes» es verdad que proporcionan poco o nada, y en «River Cross», como capítulo final de Gigaton, la tan cacareada nostalgia con piano presente. Por tanto, es inevitable que Pearl Jam nos dirijan a ese recoveco del inconsciente, el pellizco de Ten sigue en la memoria. Sin embargo, quedarse únicamente con aquello sería meter la pata, tal y como está el asunto, también necesitamos a su versión de 2020.

Texto: Toni Castarnado

 

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Contacto: jorge@ruta66.es
Suscripciones: suscripciones@ruta66.es
Consulta el apartado tienda