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Uno de los primeros recuerdos de infancia de Jimi Hendrix es una harmónica, un instrumento totalmente ligado al blues. Pero, ¿alguien tiene en mente a Jimi tocando la harmónica? Luego fue el violín y después pasó por el piano, hasta que una guitarra cayó en sus manos. Los primeros acordes que recuerda practicar de pequeño fueron de temas compuestos por Chuck Berry o Muddy Waters. Éste último le provocaba cierto pavor e incluso miedo, tal y como llegó a reconocer el propio Jimi en una entrevista publicada en los créditos de su disco Blues. Jimi recuerda también estar en su habitación mientras su familia comía o cenaba y en el piso de abajo sonaba Elmore James, Howlin’ Wolf o Ray Charles. Y claro, desde bien pequeño se empapó de la música que sonaba en su casa, y a raíz de ello se fue empapando del género de los doce compases.
Sabemos que el estilo de Jimi es único, incluso cuando empezó a tocar como músico de estudio. En esas demos y piezas publicadas en el boxset West Coast Seattle Boy uno se da cuenta de que el blues es la influencia primigenia de Jimi. No intentaba imitar a nadie. Tenía su propio estilo… vaya si lo tenía. Su ferocidad al tocar, ese halo funky que podía impregnar en su modo de rasgar la stratocaster, o esos ecos de lo que luego se entendió como hard rock, no podían esconder la realidad. Jimi era un artista de blues que se adaptó a su tiempo y, por supuesto, a la escena británica cuando cruzó el atlántico y vivió de primera mano la “british invasión” con los artistas más grandes que jamás ha dado este planeta. Pero Jim quería ser distinto, quizás involuntariamente o quizás porque en alguna ocasión había incluso reconocido que no quería ser considerado un artista blues al uso o incluso tocar blues cada noche.
Tras volver del servicio militar, Jimi visitó el Sur de los Estados Unidos y se empapó definitivamente del espíritu del blues: “Ahí todo el mundo tocaba blues y ciertamente fue en ese periplo cuando realmente me interesé por el género. Cualquier tipo tocaba fantásticamente bien, en cualquier club y la competencia era bestial”. No obstante, Jimi tenía claro que quería ser distinto, tenía que tocar de forma diferente para demostrar lo que luego fue una realidad impepinable. Y es que nunca ha habido un músico como Hendrix. El gran Albert King lo tuvo muy claro cuando pudo conocerlo, siendo Jimi todavía un músico con acné: “Me fijé en él porqué era zurdo. Yo estaba con Ike Turner y Ike se reía de la forma de tocar de Jimi. Salí en su defensa. El tipo tocaba completamente de forma distinta, tenía un estilo nuevo y propio, muy funky”.
Pero pese a la genialidad de Jimi, Albert también declaró en una entrevista que en un concierto suyo, Jimi estaba plantado en primera fila tomando fotos de cómo Albert colocaba los dedos en el mástil de su guitarra. Albert no consideraba a Jimi un artista de blues propiamente, afirmación que resulta sorprendente si por ejemplo ponemos en nuestro plato el fabuloso tercer corte del flamante Are You Experienced? (álbum de debut de Hendrix), el incendiario «Red House», un ejemplo clásico de la mejor tradición bluesera del Sur de los Estados Unidos.
Y es que Jimi se refirió al Sur en muchas de sus entrevista contando como muchos músicos emigraron al norte, hacia Chicago, donde aunque pueda parecer extraño, la competencia no era tan avispada: “Desconozco porque estuve tocando tanto en el sur, en vez de hacerlo en el norte, Texas o Florida, como hicieron otros. Quizás fue por el tiempo que hacía en el sur, no lo sé. La mayoría de los guitarristas se mudaban al norte y terminaron en Chicago porqué es una ciudad grande y ahí la competencia no era tan fiera como en el sur. Pero la mayoría de los guitarristas provenían del sur. En Atlanta y Luisiana había guitarristas excelentes. Albert King o Albert Collins por citar algunos, dos de los mejores guitarristas del mundo”
Precisamente otro astro del género, el incendiario Albert Collins, declaró en su día que conoció a Jimi gracias a Little Richard cuando Jimi tocaba en su banda en el Club 500 de Houston. Collins fue advertido por uno de los roadies de Little Richard: “si le dejas tocar contigo se comerá el escenario y llegará a las mesas donde está el público”, refiriéndose a su enorme capacidad de atrapar a cualquier tipo de audiencia con sus riffs y modo salvaje y espectacular de tocar. Albert Collins explica que desde entonces se hicieron amigos y que desde un buen principio le quedó patente el amor de Jimi por el blues. De hecho, los temas «Thaw Out» y «Kool Aid» de Collins, fueron fusionados componiendo el tema «Drivin’ South».
Pero cuando Jimi apuntaba a convertirse en un artista de blues como los antes citados, la cosa cambió y su carrera dio un giro de 180 grados. No pienso que haya un único motivo, sino varios. Jimi no podía ser ajeno a la época de cambios sociales de todo tipo que le tocó vivir. Aunque fuera un artista de color, Jimi era más joven que todas la oleada de artistas clásicos del género a los que adoraba. Jimi, como cualquier tipo joven, estaba interesado en la moda, en vestir de forma distinta a sus progenitores, a reinventarse frente a los abuelos del blues, si se me permite tal irrespetuosa expresión. O quizás, quién sabe, fue culpa de John Hammond (otra de sus grandes influencias). O incluso de uno de los artistas y leyendas blancas más grandes que ha dado el show bizz, sí, el mismísimo Bob Dylan. Pensad en un disco de blues de Dylan. Seguro que vuestra mente melómana ha pensado en Highway 61 Revisited. Y claro, ese disco lo cambió todo. También a Jimi.
De hecho, el autor Michael Gray argumentó que, en un sentido importante, los años 60 “empezaron con este álbum”. Desde el punto de vista comercial, Highway 61 Revisited alcanzó la tercera posición en la lista estadounidense Billboard 200, y la cuarta en la lista británica UK Albums Chart, países donde fue certificado disco de platino y oro respectivamente. Uno de los álbumes más importantes del siglo XX. Y esa influencia y el propio disco, o quién sabe si el mismo Dylan, también influenció a Jimi Hendrix. Lo confirma su novia de entonces, Fayne, cuando explicaba que en el año 66 Jimi decidió cambiar su imagen y empezó a hartarse un poco del blues: “No más BB King, no más Lil’ Walter o Howlin’ Wolf. Cuando Bobby Dylan entró en casa con Highway 66 Revisited todo cambió. No tan sólo su forma de vestir, sino también sus colegas, que eran blancos”.
Y es curioso, porque por mucho que Jimi pareciera alejarse del blues cuando se mudó a Inglaterra y empezara a coquetear con la psicodelia o la música del mismísimo Bob Dylan, en realidad, ahí, en Londres, ocurría lo contrario. Ahí los chavales se pirraban por el blues del que Jimi parecía querer alejarse. Aquellos artistas de blues de los años 40, 50 o 60 que en su país natal ya olían a naftalina, fueron redescubiertos por unos imberbes chavales británico, más blancos que la nieve y con mucho acné, que soñaban con conquistar el mundo. Así por ejemplo, el mítico Howlin’ Wolf, fue el nexo de unión de Hendrix con otro tótem o Dios de la guitarra: Eric Clapton.
El 1 de octubre de 1966 el trío Cream iban a tocar en el Central London Polythecnic de la calle Great Titchfield. Antes del concierto, Jack Bruce se estaba tomando unas pintas con Chas Chandler, bajista de los Animals, que había descubierto a Hendrix en Estados Unidos y se lo había traído para las Islas. “Este es un chico que he descubierto en Nueva York. Se llama Jimi Hendrix”, le espetó Chandler a Jack Bruce, entre sorbo y sorbo de cerveza. Jimi se interesó por conocer al resto de Cream. Cuando les fue presentado, Eric Clapton recordará siempre que fue el primer pelo afro que vio en su vida (y que luego imitó). Y una cosa llevó a la otra y Jimi enchufó su guitarra al amplificador WEM de bajo de Jack. Y tocó “Killing Floor”. Ese era un tema que les gustaba mucho a los Cream y Jimi les espetó: “Si os gusta el blues podríamos subir juntos al escenario y tocar «Killing Floor»”.
Y con esas, Jimi se subió al escenario con los Cream, tocó majestuosamente y sacó a relucir todos sus detalles espectaculares: tocó con los dientes, se llevó la guitarra a la espalda… Clapton jamás había visto algo similar. Al volver al camerino, Clapton le espetó a Chandler: “Tío, no me habías dicho que era tan jodidamente bueno”. Esa noche nació una gran amistad entre ambos. Nunca hubo rivalidad ni envidias. Sólo sana devoción entre ambos. No sería la última vez que Clapton hablaría las mil maravillas de Hendrix. Cuando con otro trío distinto, Hendrix publicó en Inglaterra Are you Experienced? con temas como «Foxy Lady», «Manic Depressión» o «Red House» y el disco alcanzó el número 2, Chris Welch se refirió al músico como “Black Elvis” y Clapton dijo en público que Hendrix era el hombre del año. La influencia fue tal que incluso en el libro Slowhand de Philip Norman, se explica que ese pedal wah wah del tema «Tales of Brave Ulyses» del disco Disraeli Gears, fue un “aparatejo” que le hizo descubrir a Eric ni más ni menos que Jimi.
Son muchos los artistas de blues a los que la leyenda Jimi Hendrix les ha dejado una impronta destacada. Buddy Guy explica que una vez Jimi llegó orgulloso a un concierto suyo en NY y le explicó que había cancelado un bolo esa misma noche para poder disfrutar de su actuación. De hecho, Buddy reconoció (al igual que el caso de Clapton antes citado) que fue también Jimi quien le descubrió la posibilidad de tocar con pedales, con toda la distorsión y amalgama de sonidos que ello iba a proporcionar a la música de Buddy Guy. Cuando el hijo de Buddy Guy oyó a su padre tocar de esa forma tan desenfrenada y con ese sonido por entonces tan novedoso, le dijo: “Papá no sabía que podías hacer eso”.
También Ronnie Wood de los Rolling Stones se refirió a la influencia que les provocó Jimi Hendrix: “En los sesenta todos en Inglaterra queríamos sonar y lucir como negros… y de repente ¡llegó Jimi Hendrix! Él era todo lo que nosotros queríamos ser. Era negro y tocaba blues como nadie.» Quien suscribe “compra” la frase de Ronnie. Jimi era y me sigue pareciendo un artista de blues en toda regla.
También es muy ilustrativa la mención que el artista tejano y albino Johnny Winter, hizo de Jimi Hendrix: “Una noche Jimi tocaba con Howlin’ Wolf en el Scene. Y Howlin’ se puso de muy mal rollo. Muchos músicos negros pensaban que Howlin’, en vez de estar tocando con todos esos chicos blancos que lo adoraban (un ejemplo clásico lo constituye las indispensables Howlin’ Wolf Sessions con Eric Clapton, Steve Winwood, Bill Wyman y Charlie Watts), tendría que haber estado tocando con los de su color y por la causa del Black Power. Eso molestaba a Howlin’, pero también comprobar cómo un chaval joven de color estaba consiguiendo fama mundial interpretando sus temas de forma totalmente novedosa con fuzz, efectos y un estilo inigualable”.
Sirva la anécdota que cuenta Winter para explicar que lo mismo ocurrió con el álbum Electric Mud de Muddy Waters. La psicodelia de la época y la forma de tocar de Jimi Hendrix llamó incluso la atención de los sellos clásicos del género. Así, Marshall Chess quiso relanzar la carrera de Muddy con temas electrificados por músicos de la nueva hornada y en el año 68 se publicó ese álbum con un sonido totalmente nuevo para Waters. Aquello era blues como ahora lo entendemos, pero en aquel momento, la forma de ejecutar ese cancionero, lo acercaba más a la psicodelia o el rock que al blues primigenio propiamente dicho. La primera escucha después de su grabación horrorizó a Waters: “Parecía una banda de gatos estrangulándose entre ellos, un sonido horrible”. Esa fue la reacción espontánea de Muddy al escuchar en la pecera el resultado de la grabación. No cabe ninguna duda que hoy, en perspectiva, el disco Electric Mud es un clásico espectacular del género y a nadie con dos dedos de frente puede decir que eso no es un disco de blues al uso.
También Hubert Sumlin, de la banda de Howlin’ Wolf, recuerda la primera vez que vio a Jimi Hendrix, con sus vestidos de colores junto con miembros de los Rolling Stones, tocando de forma vigorosa con los dientes: “Pensé, literalmente, que me iba a quedar en el paro. Jamás había visto a alguien tocar así”. Cómo no, BB King también conoció y se refirió a la figura de Jimi Hendrix: “Para mi Jimi fue uno de los grandes exploradores del Delta Blues. No creo que ello tenga nada que ver por donde hayas nacido. Mucha gente toca blues y jamás han estado en el sur o tan siquiera en Estados Unidos. Jimi no sonaba como nadie. Sonaba como él mismo. Era como Charlie Parker, ¡su música podía generar olas!”.
Otro de los tres reyes del blues, Albert King, recuerda cuando se reencontró con Hendrix después de que dejara Tennessee y se fuera a San Francisco. Su declaración fue ciertamente un tanto controvertida: “Hacía cinco años que no lo veía y ya había publicado su primer disco. Entré en su camerino, nos abrazamos y estuvimos charlando un rato. Estaba orgulloso de verlo. Pero esa noche le aleccioné. Jimi estaba ahí con sus amplis, sus pedales, todos esos botoncitos y con su espectáculo consistente en tocar de forma extremada (“show flooring”), y le dije, «eso que has publicado (Foxy Lady), eso no es blues. Es enorme. Pero no es blues. Cuando quieras que volvamos a tocar blues, es fácil, te vienes y tocamos blues, puedo tocar tus canciones, pero tú no puedes tocar las mías”. Amamos a la música de Albert King pero a todas luces esa declaración me parece totalmente equivocada y ciertamente controvertida.
Porqué en perspectiva, casi 50 años después de la muerte de Jimi, una cosa está clara: muy pocos o quizás nadie puede tocar los temas de Hendrix como los tocaba Hendrix.
En cualquier caso, ante tales manifestaciones del bueno de Albert, Sam Chamton, el artista de Delta Blues, salió en defensa de Jimi: “Ese show de Jimi, “floor showing”, era acorde con la tradición del Delta Blues. Pensad que Charley Patton también jugaba con la guitarra, se la ponía en las rodillas, se la subía a la cabeza, y no dejaba de tocar”.
Lo cual me lleva a una reflexión. Es probable que los artistas clásicos del blues hicieran ascos a cualquier performance que un artista pudiera hacer en directo mientras ejecutaba su instrumento. Lo mismo ocurrió cuando Elvis Presley empezó a menear sus caderas y a espantar a padres y madres ante la mirada libidinosa de miles de adolescentes. Cómo no iba a ocurrir lo mismo ante tamaño espectáculo de Jimi Hendrix, quemando guitarras, tocando con los dientes ante los ojos de unos artistas de blues de dos o tres generaciones más viejas que la del joven Hendrix. Incluso provocando sonidos “imposibles” y novedosos con pedales y otros artefactos que las leyendas del género ni tan siquiera conocían. Sitúo pues todas esas reflexiones (como la de Albert King), no como una muestra de envidia o rechazo, sino más bien en una reacción natural y lógica de unos artistas de otra época que se percataron ante sus propias narices de que alguien más joven, que ciertamente no había inventado el género, lo reinterpretaba de forma totalmente distinta, novedosa, con desparpajo, espantando a padres y madres cual Elvis en el 56 y, por supuesto, adelantándoles a todos por la siempre desafortunada autopista de la fama, mujeres y dinero.
En cualquier caso, quien suscribe está convencido de que a Jimi Hendrix le traía al pairo lo que cualquier artista, aunque fuese alguien a quien veneraba o reverenciaba, pudiese pensar sobre él o si le consideraba un artista de blues o no. En una ocasión, como reza el libreto del disco Blues Jimi declaró: “Lo que no me gusta de este negocio es como se trata de clasificar a los artistas. A veces no escuchan algo porque suena totalmente novedoso y quieren escuchar siempre lo mismo. Me gusta romper moldes y en ocasiones me gusta tocar blues. Me encanta el blues, lo amo, pero no quiero tocarlo cada noche. Aunque me guste Howlin’ Wolf o Otis Rush, hay ciertos tipos de blues que me ponen enfermo. Odio los sellos, y a los que me llaman “witch doctor”.
Los que opinan que Jimi no era un artista de blues se refieren al denominado “litmus test” de las tres “erres” -R- , léase “Región”, “Repertorio” y “Rango”. Jimi no era de la región del Delta blues, la mayoría de su repertorio no seguía las escalas ni el repertorio del blues clásico y con respecto a su rango, muchos críticos consideran que Jimi no eran un cantante de blues auténtico.
Quizás un servidor no sea un sesudo o un experto crítico aficionado al blues. Es probable que quizás, incluso, si me apuran, quien suscribe no sepa absolutamente de escalas, de música, incluso de blues. Pero de una cosa estoy convencido, porqué eso es lo que me dice mi corazón o mis tripas cuando escucho «Hey Joe», «Red House» u otros tantos otros temas de la discografía de Jimi Hendrix: él es blues como lo es BB King, Howlin’, Son House o Otis Rush.
Texto: Jordi Sánchez