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Gallon Drunk, parias de un mundo en blanco y negro / #EnRutaEnCasa

 

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El ruido y la furia de la que nos hablaba William Faulkner adoptó hace décadas la forma de una banda en la que los tupés y las camisas hawaianas se mezclaban con violentos riffs de guitarra, maracas, percusiones vudú y chorros de hammond incandescentes. Sangre, sudor y grasa dentro de un marco donde trajes almidonados acaban empapados a costa de una maraña de ritmos demoniacos y espasmos de free-jazz que lo mismo llevan a pensar en Perez Prado o Gene Vincent que en The Birthday Party o los scores de Ennio Morricone. Con motivo del reciente lanzamiento de The Road Gets Darker From Here, hablamos con el líder de Gallon Drunk, el incombustible James Johnston.

No hace mucho encontré estas palabras en una crítica a vuestro penúltimo disco, The Rotten Mile: “Aunque Gallon Drunk llegó a tener un atisbo de reconocimiento a principio de los noventa (incluyendo giras con Morrissey o PJ Harvey y hasta una nominación a los Mercury Music Prize), James Johnston y compañía nunca han dejado de ser unos outsiders”.

Creo que es un comentario muy acertado. Pasamos por esa situación justo en los comienzos. Desde siempre hemos seguido a artistas que hicieron su propio camino. Ese es el único motivo por el que acabas entrando en sus mundos, tanto cuando oyes un disco como cuando lees un libro. Sólo gente así es capaz de llevarte a ese lugar único. Cuando Gallon Drunk comenzó su propia carrera de obstáculos aparecieron muchos periodistas defendiéndonos a muerte y eso generó una expectativa que incluso derivó en un cierto hype. Pero al final somos nosotros los que nos mantenemos en nuestra senda, cuesta arriba, y ahí seguimos.

Paradójicamente, cada vez hacéis discos más crudos. The Road Gets Darker From Here suena mucho más primitivo que otros trabajos anteriores como In The Long Still Night.

Este disco tiene un gran sonido y está realmente bien grabado. Con esto no quiero decir que no sea cierto lo que dices. Es evidente que hay una suciedad en el fondo, es la consecuencia de la potencia que genera la banda en directo, eso siempre estará ahí. Las canciones son directas e inmediatas, que es lo que perseguíamos cuando las grabamos. No tiene sentido tratar de aparentar ser lo que no eres. Si lo que tocamos suena primitivo, pues que así sea. The Road… cuenta también con la mejor base vocal que hayamos grabado nunca. Discos clásicos como Highway 61 Revisited suenan muy primitivos, al igual que White Light White Heat, pero al mismo tiempo son obras literarias pese a la carga emocional que contienen.

Las guitarras tienen el toque de Bryan Gregory.

Bueno, Bryan era un tipo excepcional, ¿no crees? Me encanta el sonido de las guitarras de los comienzos de The Cramps, pero también el trabajo que realizó Kid Congo en Psychedelic Jungle. De alguna forma, todo eso está presente en lo que hacemos. También me apasionan Link Wray y Ron Asheton; Lou Reed, John Lee Hooker… Todos son guitarristas que he amado desde adolescente. En esta ocasión he buscado guitarras mucho más sucias, probablemente como resultado de un intento por volver a toda esa música que solía escuchar de joven. Hablo de Howlin’ Wolf, Bo Diddley, ese tipo de historias.

Sólo ocho canciones. ¿Planeasteis desde el principio un minutaje tan corto?

Teníamos más temas grabados pero simplemente no encajaron o no pude encontrar letras adecuadas para ellos, así que grabamos las voces recortando la mayoría de las pistas que teníamos planteadas. Acabamos generando un disco conciso. Fue algo así como soltar lo que piensas y punto, a modo de actitud. Planteamos desde un principio la edición en vinilo y no queríamos un álbum doble, este detalle impuso un límite de tiempo. Casi todos mis discos favoritos duran menos de cuarenta minutos. La tendencia de hacer obras tan largas se impuso en la última década. Ahora parece que hay una vuelta al modelo clásico de álbum corto, gracias a Dios.

El disco está dedicado a la memoria de Simon Wring. ¿Cómo ha influido su desaparición?

Simon fue el bajista de Gallon Drunk durante muchos años y un buen amigo. Murió el año pasado trágicamente. Se mantuvo en su enfermedad durante un tiempo mientras el resto seguíamos tocando en formato trío a la espera de que se uniera a la banda tras su recuperación. Lamentablemente eso nunca sucedió. Se fue definitivamente después de que grabásemos las primeras sesiones. La composición musical del disco ha sido en gran medida un proceso improvisado. Te hablo tanto a la hora de escribir las canciones como al registrarlas en el estudio. Esto que te digo puede resultar sorprendente, porque el resultado final suena bastante coherente. Yo tenía un montón de ideas sin terminar y pensé que sería interesante dejarse llevar y esperar algo del azar.

Esta dinámica resultó muy estresante al principio, pero a medida que pasaba el tiempo todo empezó a cobrar sentido. Fuimos adquiriendo más confianza en lo que teníamos entre manos. Muchas de las canciones son producto de una de primera o segunda toma. Las letras las escribí meses más tarde de cerrar la instrumentación, porque tuve un bloqueo con la escritura. Gran parte del material lo ideé durante la gira Big Sexy Noise junto a Lydia Lunch. Me dediqué a dar rienda suelta a páginas y páginas de escritura automática que acabé editando más tarde al llegar a casa. Tiré de las partes que me gustaban, las que al final acabaron convertidas en ideas. En esa parte del proceso compositivo fue donde la muerte de Simon tuvo más impacto. Era mucho más fácil abordar temas personales dentro de una base de música agresiva, porque ésta se adapta a temas emocionales. Nuestras canciones tienen siempre sus raíces en el día a día, luego todo se manipula para satisfacer el drama de la música.

Este mes pasáis por España. ¿Cuál es exactamente vuestra formación en esta gira? (se refiere al Monkey Week)

En el álbum sólo estábamos Ian White, Terry Edwards y yo. Ahora volvemos a ser cuatro. Hemos fichado a un nuevo bajista, Leo Kurunis. Es lo suficientemente joven como para no arrastrar ideas preconcebidas, y eso es perfecto, porque aporta mucho entusiasmo. Montamos un set en directo en el mismo estudio donde se grabó el álbum. Se editará en diez pulgadas, con una mezcla de viejos temas y versiones de las nuevas canciones tocadas como un cuarteto. El material que puedes oír en el disco ha mutado a algo muy distinto del original, como suele ocurrir con todo lo que grabamos una vez que empezamos a interpretarlo en vivo.

He leído un comentario que hiciste sobre la grabación con Johann Scheerer en el que decías que él os animó a probar cosas que normalmente no hubieseis hecho.

Sí, lo dije en una entrevista en la que hablaba de sonidos peculiares de guitarras. Sucede en la última canción, The Dancer Perfect. Johann me ofreció un Phase 2 Synth para guitarra, algo antiguo que parecía como un cohete dentro de una maleta, y me sugirió que le diera una oportunidad al cacharro. Aportó un sonido extraño e inquietante con muchísimo sustain. Se adaptó perfectamente al tema, y el resultado es realmente espeluznante. Grabamos todo en cinta, algo que además de aportar un sonido brutal ofrece una dinámica diferente. Johann consiguió un gran sonido ambiente, como de directo, con mucha tensión. Lo más importante era conseguir que las percusiones sonaran más potentes, porque ahí está la clave del grupo. La batería es en mi opinión el centro de cualquier buena banda. Además, grabamos todo en un estudio residencial, en un país diferente. Nos sentimos totalmente cómodos allí y fuimos capaces de sumergirnos en las canciones.

Realmente hay cambios de registro en parte del nuevo material. Killing Time, por ejemplo, arrastra un regusto kraut. Hay detalles que me recuerdan a Can.

Me parece genial tu apunte. Está claro que no era lo que yo pensaba en ese momento, pero entiendo lo que pretendes decirme. Me gusta mucho Ege Bamyasi por ejemplo, es un gran disco.

Particularmente formaste parte de la última formación de Faust. ¿Crees que hay un renacimiento del kosmische-rock gracias a grupos como Dead Skeletons, Moon Duo o Black Angels?

No he oído esas nuevas bandas que mencionas, de manera que no puedo hacer un comentario acertado al respecto. Aunque es cierto que tocando con Faust me di cuenta de que durante estos últimos cinco años el público que acudía a los conciertos era cada vez más joven. Se han vuelto a editar los discos clásicos de Neu!, y Mute puso en circulación recientemente el catálogo de Can. Posiblemente este tipo de rescates hayan ayudado a actualizar una música tan de culto consiguiendo un reconocimiento que antes no tenía.

Me gusta mucho el aporte vocal de Marion Andrau en Stuck In My Head

A mí también. A diferencia del resto de temas, esta canción sí la teníamos maquetada. Así que se la pasé a Marion para que encajara una línea melódica a partir de la segunda mitad. Me sorprendió mucho lo que aportó, era realmente excelente, así también que acabamos añadiendo una voz masculina en la primera parte y nos decidimos a escribir juntos la letra, al igual que en The Dancer Perfect. Ella toca en una banda francesa afincada en Londres llamada Underground Railroad.

Ahora que hablas de bandas… ¿Te interesa la actual escena rock británica?

Realmente nos sentimos ajenos a lo que se cuece por aquí. Tampoco encuentro muchas diferencias actualmente respecto a lo que había cuando empezamos. Seguimos en una posición similar y el resto tampoco ha cambiado mucho. Puede que la gente joven esté algo más pendiente ahora de la moda de lo que lo estaba antes, cuando la orientación provenía de los periódicos semanales y la tendencia sólo se basaba en eso. Actualmente hay pocas cosas que me interesen. Underground Railroad han hecho algunos buenos discos. La banda japonesa Bo Ningen es muy buena en directo. Me guío más por recomendaciones de amigos que por los canales oficiales.

Haciendo un balance de pasado… ¿Cuál fue la inspiración que generó Gallon Drunk?

Pues algo muy simple: el hecho de no tener nada mejor que hacer entonces. Todos vivíamos en la misma casa, teníamos algunos instrumentos, y era inevitable que acabáramos formando una banda. El papel de cada uno dentro el grupo se escogió por algo tan simple como el tipo de instrumento que poseías en ese momento. No había mucho que hacer en Londres, y tampoco se hacía una música que nos interesara demasiado, así que empezamos a montar algo por nosotros mismos. Trasladamos todo aquello al directo cuando nos dimos cuenta que éramos capaces de generar un sonido tan potente.

Tú pasaste a engrosar las filas de los Bad Seeds en 1994. También has tocado con Faust y Lydia Lunch. Terry forma parte de Tindersticks… ¿Cómo asumes el hecho de cambiar una formación más reducida como Gallon Drunk por la maquinaria de Nick Cave?

Me encantó jugar en la mayor alineación que hayan tenido nunca The Bad Seeds, fue realmente emocionante. Quieras o no, te cambia la perspectiva cuando dejas de ser el frontman de un grupo en el que pasas la mayor parte del tiempo delante de los teclados para pasar a ser uno más dentro de una gran banda de rock con ocho componentes. Grabar Abattoir Blues/The Lyre of Orpheus resultó toda una experiencia. Ahora se publica una reedición de ese álbum. Gallon Drunk soy yo esencialmente, es mucho más personal. Es más fácil improvisar dentro una formación pequeña. Todos somos muy buenos amigos en Gallon Drunk, eso también ayuda a generar una sensibilidad distinta.

La economía de miembros os abre un abanico hacia la improvisación

Definitivamente, incluso dentro de los márgenes que te ofrece una canción rock al uso, hay espacio para moverte con cierta libertad. En nuestro directo hay mucha improvisación. Muchas veces metemos en el set alguna canción como excusa para improvisar. Solemos hacerlo con You Should Be Ashamed, que aparece en un 10” en directo en una versión de nueve minutos, con un momento freak-out que termina distanciando el tema de la versión original del álbum.

Un pulso entre calma y tensión. La delgada línea que separa esos dos polos definiría lo que es vuestra música.

Necesitamos las dos posturas, está claro. Ese contraste es el que mantiene el drama en la banda. Aunque posiblemente, al final tendemos más al caos que a otra cosa.

Una vez leí un cometario que definía vuestra música como el resultado de una tensión urbana, un sonido que podría encajar perfectamente con la situación de crisis que estamos viviendo actualmente.

Hemos sufrido suficientes crisis como para que ya no seamos plenamente conscientes de lo que sucede alrededor, simplemente lo asumimos y lo expresamos. Definitivamente sí, somos una banda urbanita. Todos vivimos en Londres desde hace mucho tiempo y eso se refleja en lo que hacemos. Nos dejamos llevar por un impulso que nos arrastra más allá de los límites del confort. Ese es el punto que mueve a Gallon Drunk.

¿Os interesan la política y los movimientos sociales vinculados al arte?

Es algo complejo, incluso engañoso. Por ejemplo, Nina Simone podría ser descrita como una artista política por su punto de vista personal, su actitud y la manera en la que reflejó musicalmente ciertos aspectos que le rodeaban. Me interesa esa perspectiva, pero no es un área en la que me sentiría cómodo componiendo. No me vería genuino como intérprete jugando de esa manera.

Recuerdo la primera vez que escuché You, The Night… and The Music. Fue una experiencia muy cinematográfica. Más tarde habéis compuesto algunas bandas sonoras. El cine es importante en vuestro sonido.

Por supuesto. Puede que fuera casual, pero cuando formamos la banda escuchábamos mucha más música de películas que el pop-rock indie de la época. No era algo que partiera solo de mí, todos nos encontrábamos en la misma onda. Escuchábamos mucho jazz, cosas como Pharoah Sanders, Archie Shepp, Coltrane, Mingus, Bo Diddley y muchas bandas sonoras. Max Décharné, periodista y líder de Flaming Stars, fue nuestro primer batería. Max por ejemplo amaba la música de Isaac Hayes y Silver Apples, pero también escuchaba bastante hip-hop. Tal vez fue todo eso lo que nos ayudó a mantener una cierta originalidad en la propuesta.

Para acabar, me gustaría saber de dónde proviene el nombre Gallon Drunk. Probablemente te habrán hecho esta pregunta muchas veces, pero tengo esa duda desde que compré vuestro primer single.

En realidad no es una frase coloquial como muchos piensan, y las dos palabras ya formaban parte de una canción muy antigua que compusimos, me gusta mucho cómo suena ese tema. El término me recuerda mucho a un poema en prosa de Baudelaire que leí hace años y que decía algo así como Get Drunk, Stay Drunk. Parafraseando, esas palabras exponen el sentimiento de sumergirte totalmente en todo lo que haces.

 

HASTA LAS TRANCAS – Cinco discos esenciales de los Drunk según James Johnston

You, The Night… And The Music (Clawfist, 92)

“Nuestro primer álbum oficial. Lo grabamos en seis estudios diferentes y se compone de gran parte de nuestro set en directo de entonces. Teníamos un montón de singles que también fueron publicados en otro disco, pero la discográfica quería un álbum completo, así que tuvimos que meter más material que grabamos en el estudio, y fue entonces cuando empezamos a adoptar más resonancias cinematográficas e incluimos canciones con un minutaje distinto al que empleábamos en vivo. Some Fool’s Mess y Two Wings Mambo son algunos de estos cortes que introdujimos en el estudio. Al final acabaron formando parte de nuestro show durante años”.

 

From The Heart Of Town (Clawfist, 93)

“Este disco tiene una atmósfera muy específica. Fue grabado en un estudio enorme cerca del Támesis, en Wapping, que entonces era una parte muy deprimida de la ciudad. En esta grabación lo literario se colocó en primer plano, fue donde encontré una voz más directa al escribir. Una vez más, la mayor parte del álbum fue escrita y reconstruida en el estudio. Queríamos hacer un disco que reflejara lo que es Londres para nosotros, es evidente incluso en la portada. Teníamos un puñado de instrumentos nuevos esta vez: banjos, órganos hammond, pianos… La idea era ir mucho más lejos. También era la primera vez que Terry tocaba con nosotros. Nuestro batería lo conocía de la universidad y vino dispuesto a colaborar en dos canciones, Arlington Road y Bedlam. El bajista de entonces (Mike Delanian) y yo siempre quisimos meter metales en las canciones debido a nuestra afición por el jazz y al Funhouse de The Stooges”.

In The Long Still Night (City Slang, 96)

“Veníamos de un descanso de unos pocos años debido sobre todo a un problema legal que resultó todo un lastre. Teníamos entonces a Ian Watson en la banda. Grabamos el Traitor Gate EP en el 94 con Ian, y aquello fue un gran cambio que se reflejó luego en el álbum completo. El tipo que nos grabó insistió en que nos jugábamos todo a un clic. Es un disco con un sonido muy potente y con temas ya clásicos como Two Clear Eyes. Nos arrastró a una gira muy dura por toda Europa”.

 

Fire Music (Sweet Nothing, 02)

“Lo grabamos en una habitación que tenía libre a nuestro amigo Ed Rose, y fue realmente excitante. Acabamos conduciendo su coche con un par de guitarras enchufadas a través de la ventana. Por desgracia esas tomas sólo entraron en una Cara-B. Estaban dispuestos hasta a dispararnos mientras tocábamos, pero su hermano se olvidó de traer su escopeta el último día de grabación. Jeremy Cottingham era el bajista”.

 

 

 

The Rotten Mile (Fred, 07)

“Realmente fue una vuelta a los comienzos y a lo que mejor sabemos hacer. Simon entró de bajista sustituyendo a Jeremy, que se rompió un brazo tras la gira. Algunas pistas son muy intensas en este disco, y líricamente es demasiado fuerte. Muchas de las ideas de las canciones surgieron de Ian y yo ensayando juntos. Simon hizo un trabajo excelente, por eso me habría gustado que hubiera tenido una mejor distribución, porque es uno de nuestros mejores álbumes junto a In The Long Still Night y The Road Gets Darker From Here”.

 

 

Texto: Emilio R. Cascajosa

Artículo publicado en el nº 297 de octubre del 2012

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