Encuentros

Ash, un par de acordes, melodía y pasión

Cuando lanzaron su álbum debut, recién salidos del instituto, el mundo de este joven trío de Irlanda del Norte se revolucionó. Se subieron a una montaña rusa en la que discos exitosos juntaban con caídas inesperadas, a la vez que sus locuras de juventud encolerizaban a los ejecutivos de la industria musical. Ahora, con un nuevo recopilatorio que encapsula sus mejores momentos, el baterista, Rick McMurray, habla de la evolución de la creatividad del grupo a lo largo de los años y como enfrentaron la presión para salir disparando con nuevos éxitos. A finales de este mes arranca la esperada gira que les trae a: 31/03 Razzmatazz (Barcelona), 01/04 Kafe Antzokia (Bilbao) y 02/04 Joy Eslava (Madrid).

Para empezar, quiero volver a vuestros inicios, ya que acabáis de sacar el nuevo recopilatorio, Teenage Wildlife. Vaya catapulta tuvisteis.

Sí, todo pasó muy rápido. Tuvimos la experiencia de sacar Trailer, el mini-album, que nos dio una muestra de cómo es tocar en un grupo cuando eres muy joven, pero no nos preparó nada para lo que iba a venir con 1977, que entró en los cuarenta principales directo al número uno. Venimos de la idea de música independiente. Nirvana fueron una influencia enorme para nosotros y aprendimos mucho sobre cómo escribir una canción gracias a ellos. Nos enseñaron la simplicidad. Antes escuchábamos mucho más metal pero, como no sabíamos tocar muy bien, tocar este estilo nos era imposible. Tocar como Nirvana era mucho más fácil, eran más directos. A veces, solo necesitas un par de acordes, una melodía y pasión. Así empezamos.

Es la idea mítica de punk, que aprendes tres acordes y formas un grupo.

Claro. Nirvana, Sonic Youth, Mudhoney, toda esa escena fue para nosotros como el punk original para la generación de antes.

¿Cómo sentisteis entonces el estar conectados con la escena Britpop?

Estaba hablando con un amigo el otro día de cómo la escena de grunge se derrumbó con el trágico suicidio de Kurt. Coincidió con nuestra primera gira en Reino Unido. Estábamos sentados en una sala en Southampton donde tocaron Nirvana en sus principios. Fue un momento realmente desgarrador. Un par de meses después, Oasis sacó su primer single; una luz dentro de todo el pesimismo y un cambio de aires. Rápidamente el movimiento se convirtió en algo muy anglo-céntrico. Como somos de Irlanda Norte, no fue algo con lo que estuviéramos muy cómodos. Nuestras influencias venían mucho más de los Estado Unidos y todos los otros grupos hablaban de The Kinks, The Beatles, The Stones. No eran importantes para nosotros en esa época. Fue una era divertida también porque sentí cómo las guitarras tomaban el protagonismo otra vez. De alguna manera, creo que el Britpop fue una continuación del grunge en ese respeto a la guitarra. Fueron más las imágenes de la escena lo que nos hacía sentir incomodos, todas esas banderas de la Union Jack, pero, a la vez, nos sentíamos parte de todo ello. Owen Morris, el productor de Oasis, grabó todos nuestros discos hasta Free All Angels.

Vuestro segundo disco, Nuclear Sounds, con ese lado oscuro y la influencia del rock alternativo de Estados Unidos ¿supuso una reacción contra todo eso?

No sé si fue una reacción contra la escena Britpop tanto como una reacción contra, no quiero decir el éxito de 1977, pero sí la percepción que mucha gente tenía de nosotros. En muchos países, la publicidad del primer disco se centraba en la idea de que éramos un grupo de pop y eso nos hizo sentir incómodos. Con 1977 hicimos varias giras en los Estados Unidos y creo que con Nuclear Sounds intentamos, inconscientemente, frenar un poco el éxito. Nos resultaba difícil afrontarlo.

Cuando escucho 1977 junto con Nuclear Sounds, veo una relación en el cambio de sonido y estilo con Weezer cuando sacaron Pinkerton después del éxito de su debut.

Totalmente. Hicimos una gira con Weezer al final de toda la promoción de 1977 y Pinkerton fue una referencia para nosotros en ese punto. Creo que influyó mucho la decisión de preguntar a Charlotte si querría tocar con nosotros y tener así una segunda guitarra. Recuerdo cuando Weezer sacaron Pinkerton. Después de escucharlo un par de veces pensé “No entiendo ese disco.” Pero después empezó a gustarme y ahora es uno de mis discos favoritos de la época.

Está bien documentado el agotamiento que sufristeis después de Nuclear Sounds. Tim estaba con el bloqueo del escritor y la banda estaba casi en bancarrota, pero después volvisteis con Free All Angels, y fue un éxito enorme.

La reacción hacia Nuclear Sounds, sobre todo la reacción comercial, fue un shock. Todo lo que habíamos sacado antes había tenido éxito. El sello nos estaba obligando a hacer otro disco y, con las giras y la promoción, perdimos un poco el hábito de escribir. Probablemente es la única cosa de la que me arrepiento; no sacar más huecos dentro de todo el caos de las giras para escribir con calma. Nuclear Sounds fue un disco difícil para nosotros. Trabajamos con un productor que no nos entendía y, al final, pedimos ayuda a Owen Morris para rescatarlo. Ahora creo que fue el disco que teníamos que hacer en ese momento, pero sí, la reacción fue un shock. Aún con todo, se vendió bastante bien, pero no cuando lo comparas con 1977. Aprendimos mucho durante esos dos discos, sobre cómo afrontar el éxito y cómo afrontar también la decepción. Sobre 1998, la burbuja del Britpop explotó y muchos sellos despidieron a cantidad de grupos, algunos con discos ya preparados que no pudieron sacar. El Britpop estaba muerto. Ahí fue donde tuvimos la ventaja de no estar completamente integrados en la escena. La percepción era que estábamos un poco separados de ello y así pudimos esquivar la caída de la escena y seguir con nuestro ritmo. Es verdad que sentimos la presión, sobre todo la nuestra propia, de que Free All Angels podría ser nuestro último disco. Quisimos acabar tirando de todas nuestras armas para intentar sobrevivir.

E hicisteis mucho más que sobrevivir, ya que de nuevo, vuestro álbum llegaba al número uno. Después, en vuestro cuarto disco Meltdown, la portada era un ave fénix saliendo de las llamas. ¿Os sentisteis así con la reivindicación del éxito de Free All Angels?

Has dado el clavo. Sentimos que si podíamos sobrevivir la situación de Nuclear Sounds y volver con un disco tan exitoso, podríamos sobrevivir cualquier cosa, y es esa mentalidad con la que seguimos hoy en día. No nos importa lo que pase, siempre hay un futuro.

¿Cómo fue la experiencia de mudaros a Nueva York para grabar Twilight Of The Innocents?

Fue un época rara para el grupo. Hicimos una gira por los Estados Unidos y Tim y Mark conocieron a sus parejas allí. No volvieron. Yo vivo en Escocia, pero tenemos nuestro estudio en Nueva York y hemos grabado todo allí desde Twilight. Fue un periodo de transición. Volvimos a ser un trío y con el estudio dispusimos de una gran herramienta creativa.

Ese momento contasteis con menos apoyo de vuestro sello para sacar más discos. ¿Formó parte de la decisión de enfocaros en la colección de singles?

Sí. Creo que Infectious cambió su ética y eso nos afectó. Con todos los discos hasta Free All Angels, era un sello independiente de verdad, pero fueron comprados por Warner-Atlantic y cambiaron hacia algo más corporativo. El tío con quien firmamos el contrato no tomaba las decisiones. No querían apoyar Twilight y disminuyeron el dinero de la promoción. Fue una época de miedo para la industria. Hubo bastantes grupos con experiencias similares a nosotros. La gente compró los singles, pero no los álbumes. Sentimos todo el impacto de las descargas online. Por ello, en aquel momento intentamos dirigir nuestra creatividad a utilizar las posibilidades de internet y ofrecer una suscripción para descargar una serie de singles. Los sellos tradicionalmente han visto los singles como una herramienta de promoción que, aunque pierdan dinero, lo ganan luego con el disco. Creo que si hubiera habido un sello con los cojones de invertir en la idea, podríamos haber creado algo más especial pero, al final, tuvimos que pagar todo nosotros, y claro, no tuvimos suficiente dinero para promoverlo como quisimos. Si hubiésemos tenido el apoyo, podría haber sido un punto de inflexión.

Aunque no tuvisteis apoyo, ¿sentisteis algo de liberación creativa por no tener que atar diez o doce temas de una idea global en un disco y poder así explorar ideas distintas con cada single?

Sin duda. Con el plan de sacar los singles, teníamos algunos preparados pero quisimos dejar hueco para caernos de bruces y utilizarlo como una presión creativa. Pudimos sacar un single, tocar nuevos temas en directo y después volver al estudio con las reacciones de los fans en la mente. Tuvimos mucha más libertad para probar estilos distintos y sorprender a la gente apenas dos semanas después. Fue genial.

¿Habéis seguido con esa actitud?

Cuando volvimos con Kablammo después de decir que nunca haríamos otro disco, sentimos la presión. Tuvimos que justificar la vuelta de grabar un disco y escribir el mejor álbum posible. Mirábamos otra vez a 1977 y Free All Angels como inspiración y un standard de calidad al que teníamos que llegar. Sentimos que habíamos acabado con el disco más coherente de nuestra carrera, pero recuerdo que hicimos una entrevista en la radio y el presentador nos dijo que le gustaba mucho el disco porque tenía muchos hilos musicales. Siempre ves todo diferente desde dentro.

Imagino que fue un sueño hecho realidad tener a Damien O´Neill y a Mickey Bradley de The Undertones cantando en vuestro último disco.

Sin duda lo fue. Tim acabó de grabar las voces para el tema Buzzkill y volvió para tocar un concierto acústico como telonero para The Undertones. Mientras les estaba viendo pensó “Joder, he robado bastante de ellos en los coros que grabé. Supongo que adulación es la mejor forma de reconocerlo” Les pidió cantar en el disco y se unieron.

Después de que hayas reflexionado sobre la trayectoria de la banda. ¿Qué consejo darías a ese grupo de adolescentes llamados Ash en 1993?

Podría dar cualquier consejo porque sé que no escucharíamos. Solo que hay que disfrutar de todo, sobre todo del éxito cuando lo tienes, porque es entonces cuando el trabajo de verdad empieza.

 

Texto: Nathan Whittle

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