Discos de la década

Uno de los discos de la década para…Manel Celeiro: Social Distortion

Hemos pedido a nuestros redactores y redactoras que elijan un disco que para ellos haya sido especial de la mal llamada década 2010-2019 (sí, sabemos que lo correcto sería decenio). No hemos querido fustigarlos obligándolos a escoger su disco de la década, pero sí al menos uno de ellos y que nos lo reseñen. Semanalmente, durante todo este año que sí da fin a la década, iremos desgranando esos álbumes que componen para el staff de Ruta 66 la fotografía de diez años que ya son historia. Manel Celeiro nos propone a Social Distortion.

 

Social Distortion – Hard Times and Nursery Rhymes (2011)

Un disco de Social Distortion es un acontecimiento para sus seguidores, no tan solo por la posibilidad de poder escuchar una tanda de nuevas canciones si no porqué lo exiguo de su producción discográfica lo convierte en un notición. En algo más de cuatro décadas de carrera sus referencias se limitan a siete trabajos de estudio, un disco en directo y un par de recopilaciones. Quizás todos los avatares vividos por Ness y los suyos hayan tenido parte de culpa de ello. No olvidemos el largo historial de adicciones que atesoraban (afortunadamente podemos hablar del tema en pasado), el tiempo entre barrotes del propio Ness, los cambios en la alineación (especialmente inestable el puesto de batería) y la sombra de la parca sobrevolando la banda, Chalo Quintana falleció de un infarto el pasado 2018 y el golpe más duro lo dio el traspaso del guitarrista Dennis Danell en el año 2000, amigo personal de Mike desde la adolescencia y a las seis cuerdas en SD desde el año 1979.

Pese a ese breve goteo de lanzamientos su posición dentro del negocio se ha fortalecido de manera gradual, conquistando cada vez más seguidores y subiendo peldaños de popularidad, sobre todo tras el fantástico Somewhere Between Heaven and Hell (1992), llegando a ser, a día de hoy, uno de los nombres que levantan expectación cuando salen a la carretera y siendo pieza codiciada de caza para los programadores de festivales. Quizás hagan buena esa máxima del refranero español, lo bueno, si breve, dos veces bueno, pero lo cierto es que su progresión artística les ha granjeado el favor del público, pocos han sabido licuar de manera tan natural su origen punk con la tradición musical, el country y el rock & roll, norteamericana. Los seguidores de sus inicios han experimentado esa misma evolución y por el camino han reclutado para la causa a nuevos adeptos. Claro que es difícil resistirse a los encantos de una banda que tiene todo el imaginario necesario: imagen, actitud, trayectoria turbulenta y discos notables.

El que protagoniza el texto pone broche de oro a una trilogía de categoría que empieza con un excelente trabajo de redención, White Light, White Heat, White Trash (1996), continua con Sex, Love and Rock ‘n’ Roll (2004) y se rubrica con Hard Times and Nursery Rhymes, editado a principios del 2011, primero para el sello Epitaph, y que se convierte en su disco con mejores críticas así como  su referencia más vendida, entrando en los diez primeros puestos de las listas poco tiempo después de su edición. Para tipos como ellos, hartos de picar piedra y que han conseguido levantarse una y otra vez tras superar un buen número de obstáculos, era un premio, casi de justicia poética, y un puñetazo en los morros de la industria lanzado con el coraje y el orgullo de unos supervivientes.

Dada su calma habitual, tardaron cuatro años, la preproducción empezó en el 2006, en dejarlo listo y como también es usual cambiaron de batería durante ese periodo de tiempo, Atom Willard dejó la banda, Scott Reeder se sentó un tiempo en el sillín y fue Josh Freese el contratado para grabar las pistas como músico de estudio. Cambalaches que no afectaron para nada la solidez y coherencia de unas composiciones firmes, que reflejan todo el abanico de influencias que han hecho de Social Distortion lo que son, una máquina perfectamente engrasada que hace suyos diferentes palos sin apenas despeinarse. Desde la inicial pieza instrumental con ecos de sombrío surf fantasmagórico, «Road Zombie», el sonido que remite a los riffs de Kiz Richards en los Stones, «California (Hustle & Flow)» cantada con un deje chuleta que desarma, temas marca de la casa, «Gimme the Sweet and Lowdown», medios tiempos de largo recorrido y excelentes coros, «Diamond in the Rough», «Bakersfield», la sentida «Writing on the Wall»  trallazos inmediatos, «Machine Gun Blues», un clásico de Hank Williams, «Alone & Forsaken»,  en una adaptación que les queda como anillo al dedo, imposible no recordar su lectura del «Ring of Fire» de Cash al escucharla, presentan sorpresas como el apoyo vocal femenino de aires soul que realza «Can’t Take It You» y la autobiográfica declaración de principios expresada en la emocionante «Still Alive» (prima hermana del «Don’t Take Me For Granted» de Sex, Love & Rock & Roll) radiografían el estado de gracia que atravesaban.

Una obra que gana con el tiempo, que exhibe músculo y personalidad, lejana ya del desbocado ímpetu y la irascible arrogancia de la juventud pero con la misma energía y con la furia todavía indemne pese al paso de los años. Rebeldes a los que las circunstancias de la vida y el engranaje implacable de la sociedad no han podido domesticar del todo, a los que siempre quedará colgarse una guitarra o subir el volumen con una sonrisa de medio lado. Un ejemplo diáfano de lo que es, o debería ser, el rock hecho por y para adultos. Sabemos que la juventud no dura para siempre, pero el brillo en la mirada del que un día se sintió libre puede ser eterno.

Manel Celeiro

2 Comments

  1. Buen disco y lo mejor de todo es que este año podré ver a Mike Ness en mi ciudad Vitoria Gasteiz en el Gran Azkena Rock! YeaH

  2. Venenopatupe

    Eso es, un buen disco. Pero no pasa de ahí y esto lo dice un fan fatal de Mike Ness.
    Y sí, veremos a SD en el Azkena. 45 minutos como mucho? . Y es que el señor Ness es muy grande pero ya huele su dejadez tanto en estudio como en directo. Un gilipollas con un talento descomunal pero que a veces solo se empeña en destacar su faceta de gilipollas.

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