El talento es un don que a veces queda oculto y otras tantas tarda en reconocerse. En ambas tesituras, esperemos que solo de momento, se haya atrapado Tony Molina, uno de los mejores guitarristas del estado, cuyo fabuloso segundo elepé con Elemento Deserto ha pasado injustamente desapercibido. Tres años largos llevaban estos temas sin publicarse, grabados en Ámsterdam junto a dos alumnos como él del Departamento de Jazz del Conservatorio de dicha ciudad. Viniendo de donde vienen es menester aclarar que nada de sustrato jazzístico ni tono academicista ha perdurado en estos cinco rotundos temas que los presentan en formato físico. Por el contrario, su condición de alumnos aplicados revela profundo conocimiento del desarrollo de la música soñadora, que como es habitual en los trabajos en que Molina está implicado sufre su correspondiente actualización: aquí lucen cinco frondosas piezas donde la imaginación campa a sus anchas, y que, fácil es predecirlo, en directo alcanzarán superiores dimensiones. Su hábil puesta al día de la psicodelia de núcleo duro los coloca en terrenos fronterizos con la labor de Josh Homme, y así temas como «Misfit Days» o «Nazareno» delatan paralelismos con la desértica banda. Atentos que estarán en mayo de gira por aquí.
MANUEL BORRERO
