Discomático

Summer Spree – Nuevos pasos de baile (Club Lento Music)

 

Los que llevamos años rastreando la discografía de Álvaro Muñoz, misteriosa e intermitente, no acabamos de creernos el asombroso período de productividad que atraviesa desde su bautismo como Summer Spree. Tras un fugaz fogonazo bajo el alias de Rufus T y aquel gamberro Going Bananas (2010, Happy Place), el músico cordobés daba por cerrada definitivamente su etapa como Tarik, y lo hacía desprovisto de fanfarria y melodrama. El sorprendente nuevo proyecto de Álvaro nos mostraba a un músico experimental y juguetón, vistiendo su música con atuendos inéditos en los 20 años previos de carrera, abrazando sintetizadores y cajas de ritmo.

Summer Spree arrancó así en 2017, tras un puñado de demos publicadas online, con un delicioso Parque Figueroa en forma de extended play que anticipó al monumental Sub Lumine, en formato largo, publicado un año después. Le siguieron, en diciembre de 2018, el EP navideño Centro Magno y, el pasado noviembre, el adelanto «Primer Amor/Register Login».

Hoy ve la luz Nuevos Pasos de Baile, justo cuando se cumplen 2 años de Sub Lumine y he de confesar que, al contrario que con aquél, no he caído inmediatamente rendido a sus pies. De hecho, iniciar el LP con esa voz autotuneada en «No dejes que el destino te arrastre» me descolocó por completo para, justo después, reponerme ayudado por «Carmen» y sus reminiscencias a «Tormenta esta noche», en lo que parece ser una intencionada maniobra de secuenciación. Un truco del autor.

Con sucesivas escuchas, los cortes se van posicionando en el lóbulo temporal y lo que en un principio resultaba incómodo se torna familiar a la manera en que lo son los recuerdos de lo soñado y no vivido. Así, «Les Poètes Numérisés» y «Lo Más difícil es poder dormir», sugerentes ejercicios de synth-pop estiloso, se equiparan a orfebres de la baja fidelidad como Ariel Pink o John Maus; «Era la música» posee en su glamour la sofisticación de los primeros Roxy Music; mientras que «Todo el camino hasta Bahía Rosa» o «Sonder» remiten en su excelsa y oscura belleza al paradigmático tecnopop de New Order en Low-Life o Technique.

Cuando quieres darte cuenta te descubres moviendo la cintura y poniendo en tu boca inopinados versos:

Y este prosaico grifo de palabras nada puede ya aportar /  al tono tan sensato de tu cuerpo y las curvas de tu cerebro / a tus alambicados pensamientos y gracia al mirar”.

“Yo siento un temblor / estás aquí como un busto de Atenea / que sucede en las tinieblas”.

Uno podría enumerar multitud de subgéneros para definir el quid sintético de estos Nuevos Pasos de Baile: europop, dreampop, k-pop, vaporwave, ítalo-disco, pero disculpará el lector mi empeño en extrapolar la esencia de esta música más allá de sus procedimientos, pues no veo otra cosa aquí que pop, bien vestido, pero pop. ¿Acaso no eran pop los Módulos de la aquí recuperada «Noche de amor»?, ¿no es «Carreteras Secundarias” sino otro pluscuamperfecto monumento POP a la manera en que lo eran aquellas baladas de los hermanos Wilson o Todd Rundgren?

¿ÁLVARO TARIK o ÁLVARO SUMMER SPREE?

Resulta imposible obviar una trayectoria imponente como Tarik y la Fábrica de Colores, apuntalada por hitos, que no hitazos, como «Entonces, ¿por qué?», «Esa extraña emoción», «On the Radio», «I see a UFO», «Velvet Suicide» o «I Forgot the Lyrics», pero se impone la necesidad de ponderar el peso del cancionero reciente y sus múltiples hallazgos. De hecho, considerando dicho período inicial, contamos 42 canciones repartidas entre 4 Lps y un mini álbum acreditadas a Tarik, mientras que si sumamos las 8 como Rufus T a las 29 ya editadas como Summer Spree, sumamos un total de 37.

La clave de tan prolífico período nos la da el propio autor en la hoja de promo: “Vengo del embrollo de tocar en bandas, y ahora hago música de cámara, en tanto en cuanto la produzco en mi habitación». Y recluido en ese retiro auto-impuesto, al modo de su admirado Brian Wilson, Álvaro ha soltado lastre mutando una vez más, quedándose solo con la música, demostrando que la nostalgia es para los que se han quedado sin argumentos.

El iconoclasta músico cordobés ha ido construyendo como Summer Spree un cancionero mágico de estética crepuscular. Su imaginario, en algún punto entre lo hortera y lo sofisticado, transcurre en la vigilia, en una playa de Levante o la Costa del Sol, en el sudor del cuarto de baño de una discoteca Lynchiana, en un rótulo de neón a punto de romperse. La pequeña juerga parece prolongarse, así que bailaremos mientras dure la farra veraniega, pues ya se sabe, nada dura para siempre.

Texto: Marce Becerring

 

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