Discomático

Beck – Hyperspace (Capitol)

Resultado de imagen de Beck - Hyperspace‘’Son discos diferentes para situaciones distintas. Depende de la clase de persona que seas. Me dejo llevar por mi instinto…’’, me dijo Beck en 2000, al comentarle que su anterior álbum, Mutations (1998), me había gustado más que el que andaba promocionando, Midnite Vultures. Beck Hansen siempre ha cultivado una pragmática bipolaridad, entre sus ‘’party albums’’, como él les llama, que se inician con el éxito universal en 1996 de Odelay, y las baladas hondamente orquestadas que informan los memorables Sea Changes (2002) y Morning Phase (2014), obras de intención introspectiva y melancólica, de una intransferible sensibilidad. En esta ocasión, ambas tendencias confluyen en una grabación donde una eufórica sonoridad, que te alegra el día más antipático, se alterna con susurrantes medios tiempos cauterizando frustraciones cotidianas o largas pesadumbres. Entre las primeras, «Saw Lightning», la extática «Die Waiting» o esa lección de funk principesco que es «Star». Entre las segundas, el grueso del repertorio: la deliciosa «Uneventful Days», «Stratosphere» o la final «Everlasting Nothing». Le echan un mano en los coros Sky Ferreira y el pijo de Coldplay, ayudan en las letras Pharrell y Terrell Hines, pero aquí la responsabilidad es solo del artista. Viejoven antes de que se inventase el palabro, Beck entrega una grabación irregular y hasta redundante que esconde, tras su reluciente superficie, temas que son a la vez música popular e íntima confesión. Una fiesta a volumen bajo, liviana y grave al tiempo, cuyo anfitrión parece algo desorientado.

 

IGNACIO JULIÀ

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