Encuentros

Pablo Carrero, creer y seguir creyendo o la historia de Rock Indiana

Dos décadas y media al pie del cañón dan para mucho. Sobre todo mucho que contar, eso hacen la gente de Rock Indiana en Humildad y Paciencia, un libro que se devora por su tono divertido y coloquial, restándose importancia -pese a tener uno de los mejores catálogos del mundo si te va el pop de guitarras- y dejando claro que todo se fundamenta en la pasión por la música. Editado por 66rpm, el citado volumen sirve de excusa para interrogar a Pablo Carrero, veinticinco años de grandes y pegadizas canciones lo merecen. Aquí tenéis la entrevista completa que nos concedió y que se ha publicado, en versión reducida, en nuestro número de enero.

 La primera pregunta es obligada. ¿Cómo nace la idea del libro? ¿Tenías la inquietud de explicar vuestra historia o fue una propuesta?

Fue un reto de Tony (cantante y guitarrista de los Happy Losers). Yo le sugerí que hicieran una versión de «I´m A Loser» de los Beatles y el me dijo que sí, pero, a cambio, yo tendría que escribir la historia de Rock Indiana. Le dije que sí sin demasiada convicción, pero poco a poco me puse con ello. Cuando se acercaba el 25º aniversario del sello pensé que era un momento oportuno para sacarlo, así que me puse un poco las pilas y lo terminé.

¿Y ese título? Humildad y Paciencia. ¿Puedes desarrollarlo un poco?

Es una broma interna. En los momentos menos felices, cuando traíamos a un grupo buenísimo y no venía nadie a verlo o cuando no conseguíamos que los medios hicieran caso a un disco que nosotros creíamos irrefutablemente bueno y yo me venía un poco abajo, Fito (mi socio en Rock Indiana) me daba una palmadita en el hombro y verbalizaba la fórmula secreta de nuestro éxito: “Humildad y paciencia, Pablo, humidad y paciencia”. Me parecía, además, un título que encaja con la filosofía indiana.

Es obvio que habéis tenido que hacer un ejercicio retrospectivo importante. Veinticinco años en liza no se cumplen todos los días. Con ese viaje al pasado tan reciente… ¿Qué cosas hubieras hecho de otra forma? ¿Cómo valorarías el porcentaje de aciertos y errores?

Es una pregunta muy difícil de responder. Aunque siempre creímos, y seguimos creyendo, en nuestras líneas maestras, supongo que hay un montón de pequeñas cosas que podríamos haber hecho de otra forma, que podríamos haber hecho mejor. No creo que cometiéramos demasiados errores de bulto, pero no somos tan obtusos como para pensar que todo lo hicimos bien.

Siguiendo el hilo podríamos decir que vuestra historia es la de una buena parte de la escena del rock patrio, de otros sellos, de una generación de artistas y público, salas, promotoras… ¿Cuáles crees que son los principales cambios ocurridos en el negocio desde que empezasteis hasta ahora?

Como dices, sobre la base de la historia de nuestro sello, Humildad y Paciencia pretende también dar una visión -la nuestra, eso sí- de la escena musical alternativa de la época (sobre todo la segunda mitad de los años noventa y la primera de la siguiente). Creo que fueron unos años muy interesantes que, afortunadamente, nosotros vivimos en primera persona y de forma muy activa e intensa.

Desde entonces todo ha cambiado muchísimo y casi siempre para mal. Ya me molesta ser tan categórico y cenizo en esto, pero mucho me temo que es así. La música ha dejado de ser algo verdaderamente importante. Todo lo bueno que ha pasado (la sustancial mejora de nivel en la forma de tocar de los grupos y en el sonido de las salas, el fácil acceso a toda la música del mundo y de la historia -esto es un arma de doble filo-, etc.) no se compensa con la trivialización que ha sufrido la música.

Uno de esos cambios es obvio, la irrupción de internet y las redes sociales. ¿De qué manera afectaron a vuestro funcionamiento?

De forma parecida a la que sufrió el resto de los sellos de nuestras características. Internet y las redes sociales son muy útiles para difundir y promocionar a nuestros grupos y artistas pero, al mismo tiempo, ha contribuido de forma decisiva a esa trivialización de la que te hablaba en la pregunta anterior. Lo fácil y barato (prácticamente gratis) que se ha hecho el acceso a cualquier disco que se edite en cualquier lugar del planeta ha trastocado la esencia de una compañía discográfica, restándole una gran parte de su valor.

Afirmáis en el libro que no os fijabais metas ni planificabais más allá del lanzamiento de cada disco. Vamos, la filosofía del día a día. Pero… ¿No hubo algún momento en que pensasteis que el rollo independiente y tal estaba bien pero que debíais “profesionalizaros” más? ¿Que había que funcionar con otros métodos?

Tanto Fito como yo teníamos nuestros respectivos trabajos y, aunque en diferentes periodos hemos dedicado mucho tiempo y esfuerzo al sello, nunca fue nuestra forma de ganarnos la vida. En algún momento yo llegué a pensar si merecería la pena dejar de lado mis otras ocupaciones laborales para dedicarme al 100% a Rock Indiana. Ahora me felicito por no haberlo hecho.

Con respecto a trabajar con otros métodos, creo que no habríamos podido hacerlo. Creíamos a pies juntillas en lo que hacíamos y en la forma en la que lo hacíamos. Otra cosa es, como te decía antes, que cometiéramos determinados errores en el día a día del sello.

Partíais de dos criterios inamovibles, que la banda os gustara y que tuvierais una mínima sintonía personal con ellos para poder trabajar. Y aseveráis que en ninguna ocasión os lo habéis saltado. ¿Podemos creeros? Nunca ha habido un rifirrafe de decir, joder, son un poco especiales pero el disco es tan bueno…

Esos dos criterios han sido siempre inamovibles, como dices. Una de las cosas buenas de no habernos profesionalizado nunca es precisamente esa.

Pese a que en el libro das un buen repaso a los discos y artistas editados por vuestro sello te detienes especialmente en Paul Collin’s Beat, Mamá, The Records (pese a que reconoces que no estarían en tu podio de favoritos) y The Rubinoos ¿Por qué ellos y no otros?

Dedico un capítulo (“Fichando a nuestros ídolos”) a esos cuatro nombres precisamente por eso, porque son grupos y artistas de los que éramos muy fans en nuestra primera juventud y fue una gozosísima sorpresa acabar trabajando con ellos y haciéndonos, por cierto, buenos amigos. Por supuesto, se habla, con más o menos detalle, de otros muchos grupos, pero me parecía oportuno detenerme a contar la historia de cómo cuatro de los que fueron nuestros grupos favoritos terminaron editando sus discos en nuestro sello.

Dedicas un capítulo a las emisoras de radio. Fueron muy importantes en aquellos años de descubrimiento y efervescencia pero ahora, respecto a la música, han bajado de importancia. Soy de los que creo que incluso Rock FM, dentro de sus objetivos comerciales, podría ejercer un papel instructivo mucho mayor. ¿Qué piensas del momento actual de la radio? En nuestro país obviamente…

Me gusta mucho la radio y suelo escucharla con frecuencia, pero echo de menos la sensación que tenía hace mucho tiempo de que la radio era poco menos que imprescindible para mi supervivencia. Recuerdo esperar determinados programas como agua de mayo y estar todo el tiempo descubriendo discos, grupos y canciones que me cambiaban la vida casi a diario; locutores que hacían su trabajo con una pasión parecida a la que ponía yo mismo como oyente. Ahora, salvo puntualísimas excepciones, que además hay que buscar en el subsuelo, la radio musical es, para mí, totalmente intrascendente. Disfruto apaciblemente de algunos programas, pero no están ni de lejos a la altura de los que escuchaba en los ochenta.

En cuanto a emisoras como Rock FM o M-80 (o como se llame ahora), huyo de ellas como del mismísimo diablo: son justamente lo contrario al espíritu aventurero y descubridor que yo buscaba – ¡y encontraba! – en aquellos otros programas.

Me interesa mucho aquella época de los discos a cinco euros, que también sale reflejada en las páginas del volumen… ¿Dio resultado como estrategia de marketing? Ahora os movéis en torno a los diez euros. Ser competitivos en el precio es un plus

Lo de los cinco euros fue una aventura muy bonita y muy interesante como experimento. Creo que funcionó muy bien y estamos orgullosos de haber intentado, una vez más, hacer las cosas a nuestra manera y haber tenido éxito. Al estrecharse tanto los márgenes, el balance meramente económico era parecido para cada disco, pero vendíamos entre dos y tres veces más que antes, lo cual redundaba obviamente en beneficio de los grupos, que lograban más repercusión, podían tocar más a menudo y desarrollar su carrera con más consistencia. Además, esa política nos permitía sacar -y poder vender- muchas referencias. Desafortunadamente, la caída de las ventas se agudizó de tal manera que, después de más de cinco años, tuvimos que renunciar y subir los precios.

De todas formas, como dices, procuramos mantener unos precios lo más bajos posible, y creo que nuestros discos están disponibles a un precio sensiblemente inferior que el de la inmensa mayoría de los de cualquier otro sello.

Leí una entrevista tuya en la red en la que decías: “no creo que el mundo fuera mucho peor si Rock Indiana no hubiese existido, pero me encanta pensar que a algunas personas les ha hecho un poco más felices algunos ratos de sus vidas”. Te aseguro que así ha sido, por lo menos para mí y para algunos de mis amigos, he llegado a comprar discos solo por que llevaban vuestro nombre en la contraportada. Y creo que mucha más gente ha considerado vuestro sello una garantía. Es algo de la que no todas las compañías, grandes o pequeñas, pueden presumir… Supongo que orgullosos de haber conseguido algo así, ¿no?

Eso es una maravilla… A lo largo de estos veinticinco años ha habido un montón de momentos muy buenos, emocionantes y divertidos, pero también ha habido motivos para el desánimo, y el mejor antídoto contra ellos es precisamente eso, que haya gente que te diga lo importante que han sido para ellos determinados discos que has sacado o la misma existencia de Rock Indiana. Creo que el abanico de estilos de los grupos que hemos editado es bastante amplio, pero es verdad que siempre hemos tenido la necesidad de que cualquier disco que sacáramos fuera “muy Rock Indiana”, que, como tú mismo dices, te pudieras comprar un disco solamente por el hecho de estar editado por nosotros. Como aficionado, eso es algo que yo siempre he hecho con algunos sellos… puede que te guste más o menos, pero nunca te decepciona. Por supuesto, nos encanta haber conseguido que eso sea así.

Dices, escribes, que no te gustan los festivales. Pero parecen haberse convertido en el mayor modo de consumo de música en directo para los jóvenes de ahora. Ver muchos grupos en poco espacio de tiempo y a otra cosa. Llegando al esperpento de que incluso muchos grupos que triunfan en festivales se encuentran con salas vacías, o medio llenas, cuando vuelven con su propia gira, algo verdaderamente sorprendente. ¿Cuál es tú opinión de esa burbuja festivalera? 

Mi opinión es muy parecida a la que tú mismo describes, y, de hecho, me sorprende que esa burbuja no haya estallado todavía. He ido a pocos festivales y cuando he ido he procurado disfrutar de ellos como experiencia, pero me parece una forma muy pobre y descafeinada de vivir la música en directo. Me gusta mucho ir a conciertos y los mejores que recuerdo siempre han sido en salas, cuanto más pequeñas mejor.

Vayamos al presente para terminar, quizás pensar en un cuarto de siglo más sea muy osado (aunque al principio tampoco creeríais que duraría tanto esta aventura), pero… ¿Continúa siendo viable esta maravillosa aventura? Y lo más importante… ¿Mantenéis la ilusión y las ganas para seguir adelante?

La verdad es que cada vez es más difícil. Ha llegado un momento en el que comprarse un disco, incluso para verdaderos aficionados a la música, se ha convertido en una absurda extravagancia. Nosotros pensamos seguir mientras podamos, pero, así como hasta hace algunos años pensaba que siempre tendríamos una pequeña base de seguidores/compradores de nuestros discos, últimamente lo tengo mucho menos claro. ¡Y es una pena, porque grupos buenos siguen saliendo un montón!

Manel Celeiro

https://popandsoul.org/rockindiana2/

https://www.66-rpm.com/

 

One Comment

  1. Toni Hernàndez Tresserras

    Echo de menos la que, para mí, és la pregunta clave: ¿Por qué Rock Indiana no publica vinilos?

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