Emocionar estando solo delante del micrófono con tu guitarra y tu voz no es algo fácil. Pero ahí está este tipo, al que Chris Stapleton definió como “un moderno Townes Van Zandt” tirando de honestidad para marcarse diecinueve temas en ese formato, entre los que incluye cuatro canciones inéditas. La confección del disco fue sencilla. Sam se mete en los Southern Ground Studios de Memphis con la compañía de su guitarra y en rigurosísimo directo se marca un set con las canciones favoritas de su repertorio. Y lo borda. Porque la magia fluye. Demostrando el por qué gente como The Wood Brothers o Leon Russell contaron con su colaboración en el pasado. Porque cuando uno empuña el mástil de su guitarra acústica para enfrentarse a canciones que en muchas ocasiones ni siquiera han sido desarrolladas en ese formato ha de er capaz, sobre todo, de una cosa: transmitir. Y Lewis lo consigue. En cada palabra. En cada Susurro. En cada acorde. En cada gemido. Una delicia para paladares selectos y amantes de las distancias cortas.
Eduardo Izquierdo
