Tras el intervalo rocanrolero que supuso su activa colaboración y apoyo al primer elepé de José Antonio García, vuelve a refulgir a pleno esplendor el poderío pop de las composiciones de Nico Hernández y compañía. Demostrando una gran versatilidad, presentan el que quizás sea su disco más radiante, sensatamente positivo, que busca una asimilación activa del lastre que supone el inexorable paso del tiempo, y de las relaciones humanas que lo trufan. Sus elegantes canciones están firmemente ancladas a la presente realidad, pero no ocultan, ni lo pretenden, su perenne amorío con la edad de oro del pop nacional, esos sesenta que ninguno de los miembros de la banda vivió pero sienten como poso cultural propio. El sombrío panorama de la cruel realidad es aquí iluminada por los pequeños puntos de luz que emiten los coleópteros que dan título al disco, y bajo su intensa luz trazan seis temas de nítida línea clara que oscilan entre el ímpetu casi saltarín de «Está Bien» a la pegajosa nostalgia a la que induce «Un Faro en la Niebla». Y en medio de todos ellos surge radiante y adictiva «De Repente», una de las mejores canciones pop de la temporada: una vez oída, es imposible despegarla de subconsciente.
MANUEL BORRERO
