Encuentros

Combo Chabela, la música cambiará conciencias

Combo Chabela es el sinónimo perfecto de unión y mestizaje. Un sexteto capaz de combinar diferentes estilos como la cumbia, el reggae, el ska o el rock y mezclarlo todo ello con aspiraciones indígenas y letras reivindicativas, demostrándonos que mediante el baile se puede construir una sociedad mejor.

Esta banda surge en una ciudad al sur de Chile llamada Valdivia; y, desde la periferia, trasmiten un mensaje de optimismo, pero también de lucha, capaz de llenar estadios y boliches gracias a un directo contundente y energético. Su último trabajo “El canto de todos los pueblos” (Combo Chabela, 2018) es un disco surgido del amor y la resistencia. Su intención: ser coreado en las plazas de las aldeas, los pueblos y las ciudades.

Tras conquistar los premios Pulsar 2019 como mejor Artista Tropical, y gracias a la Asociación de Intérpretes y Ejecutantes (AIE), su mensaje ha cruzado el Atlántico para ser escuchando en ciudades como Madrid, Córdoba y Sevilla. Hablamos con Freddy Góngora, vocalista de Combo Chabela, para que nos cuente más acerca de este conjunto, su visión sobre la música o qué espera de su primera gira por España.

Empecemos por el principio. ¿Cómo surgió Combo Chabela?

Esta idea partió hace más o menos siete años en una zona del sur de Chile llamada Valdivia. Queríamos crear un grupo de música bailable, pero sin olvidar el compromiso político. Al principio, interpretábamos las canciones de otros artistas que habían sido iconos de la cumbia en un pequeño local que se llama la Chabelita. Y más adelante, empezamos a componer nuestro propio repertorio.

Entonces, el nombre de Chabela viene justo de ahí, ¿no?

Sí, es un homenaje a nuestras raíces. Al principio no teníamos ni siquiera local para ensayar, y en la Chabelita hay un centro de medicina Mapuche que nos prestaban para poder probar. Siendo sinceros, el nombre ni siquiera nos lo pusimos nosotros. Nos llamaban la chabelita constantemente y al final nos quedamos con eso. El primer tema que sacamos llamado “El Carnaval” dice: “La micro partió desde chabelita, la virgencita nos va acompañar, si el viaje va camino cerro abajo entre lo marginal y lo rural”. Juntamos todos los elementos y nos salió eso. Lo de la virgencita es por una estatua muy representativa de allá.

¿Es vuestro hogar una fuente de inspiración para vuestras canciones?

Si. Valdivia es una región donde la naturaleza está muy presente en todos los aspectos de la vida. La ciudad está emplazada dentro de un humedal con bastantes ríos y todo ello formaba parte del territorio Mapuche; una zona que se caracteriza por resistir a los proyectos de empresas, hidroeléctricas, represas… Las comunidades son la punta de lanza de la resistencia ante la depredación del medio ambiente. Tienen una cosmovisión distinta. Para nosotros la naturaleza es todo, y nuestra música es un reflejo de todo esto.

Desde el 2013, ya habéis sacado dos discos de estudio, teniendo cada vez más presencia en América Latina ¿Cómo ha sido la evolución?

Nosotros partimos tocando en boliches en un escenario de 2×2 y ahora estamos llenado estadios. Con esfuerzo y sacrificio ha habido un crecimiento exponencial. No es fácil ser de la periferia, de la provincia, aunque también nos da fuerza. Chile es un país muy centralizado, tanto política como geográficamente. Nosotros vamos de Valdivia a Santiago y nos demoramos más de 10 horas, y si ya vamos a Arica serán unas 48 horas. Llevar nuestra música a más gente nos cuesta, pero igual lo hemos tratado de hacer.

¿Cuál es vuestro secreto para conectar de tal forma con el público?

Tenemos la suerte de que nuestras canciones son capaces de llegar a las personas. También nuestro show, es potente y está bien pensado, cada pieza en su lugar correcto. Ver a una multitud coreando una canción tuya es… Al final sentimos que la canción no es nuestra, es de la gente. Se apropian de la canción y eso es emocionante.

Vuestra música es una simbiosis de géneros musicales, desde el ska a la cumbia, pasando por el rock o el reggae. ¿Cuáles son vuestros referentes?

 La música siempre ha tenido un rol en la sociedad. Yo, por ejemplo, me eduqué políticamente, cuando era un adolescente, a través de las canciones. Uno de esos grupos era La Polla Records, lo escuchaba cuando estaba en el colegio. Nuestra educación cívica vino muchas veces por los discos que marcaron nuestra vida: Manu Chao, Jorge González, Violeta Parra… Grupos musicales como Makiza, donde estaba Anita Tiyuz, nos trasmitían cosas que nosotros heredamos y tratamos de entregar.

Había una banda que se llama Los prisioneros, que decía que la música tiene la capacidad de ser el arte que conecta de forma más sencilla con el público. Tiene la capacidad de llegar a las personas más cabeza cuadradas y hacerlos bailar. La música puede romper prejuicios universales, e, incluso, idiomas, a diferencia de otras artes.

La música cambia paradigmas, puede cambiar vidas. Es una responsabilidad y una oportunidad muy grande, por eso elegimos la cumbia. Por un lado porque nos encanta, y por otro, por su carácter popular, porque nuestro mensaje podía llegar a sitios que de otra manera era más difícil que llegase. Uno tiene que convencer y una de las maneras es haciendo arte contracultural, resistiendo la hegemonía cultural que intenta aplastarnos.

Canciones como “Tamagoshi” muestran justamente este pensamiento. ¿Es una reflexión personal?

Esta canción es mi historia personal, pero también la de muchos otros. Hay una parte que dice: para aprender los colores, las banderas, los poemas de Gabriela y ser feliz. Esos poemas, eran los textos de Gabriala Mistral que me leía mi madre.

Al final uno va creciendo y se va dando cuenta de las cosas. El vídeo de la canción es muy representativo.

Esta canción, forma parte de vuestro nuevo disco llamado El Canto de Todos los Pueblos. Gracias a él habéis conseguido ganar el premio Pulsar 2019 como mejor Artista Tropical. ¿Cómo os sentís?

 Este premio es un reconocimiento a nuestro trabajo y eso es muy importante. Muchas veces al trabajador de la música le falta reconocimiento en vida, por ejemplo, a Víctor Jara lo reconocieron después de ser asesinado.

Yo creo que se valoró que fuéramos valientes con las letras. El disco, aparte de ser atractivo, también tiene un concepto. Este premio nos reafirmó las convicciones, es un éxito y lo tomamos como un reconocimiento tanto por nuestra música como por nuestra forma de ser. Además, ha llegado en un momento de convulsión en Chile.

Sois músicos, pero sobretodo sois activistas. ¿Cómo estáis viviendo estos momentos de represión en Chile?

Nunca pensamos que todas las historias que escuchamos y leímos del tiempo de la dictadura iban a pasar de nuevo. Somos víctimas y testigos de la represión que está llevando a cabo el gobierno de Piñeda.

Es un gobierno terriblemente represivo que no ha sabido escuchar las demandas de la ciudadanía y ha reaccionado echando más gasolina al fuego. Ya el año pasado asesinaron al activista Mapuche, Camilo Catrillanca, una de tantas gotas que ha rebasado este vaso y ahora ya llevamos más de un mes de protestas.

Chile es un experimento neoliberal que ha fracasado, y ahora estamos viendo la verdadera cara del país. Muchas veces, de puertas para fuera, se le veía como un país estable, tanto económicamente como políticamente, pero es una gran mentira. Un profesor jubilado, por ejemplo, gana un poquito más de 100 euros mensuales, una miseria que no alcanza para cubrir ni siquiera las medicinas.

La gente se colmó de los políticos, hasta los partidos de izquierda tradicional se corrompieron y robaron plata, y, ya de la derecha ni hablemos. El movimiento que está pasando en Chile no tiene que ver con los partidos tradicionales de izquierdas persé, aunque sus ideas sí. Los políticos están invalidados.

Vuestra última canción representa esa extrema represión llevada a cabo por la policía en las protestas. Como músicos, ¿cuál es vuestro papel?

 Si, “Qué se vayan los PACOS” es nuestra aportación para visibilizar el conflicto. Los PACOS es un sobrenombre que se le pone a la policía chilena, que digamos, no es muy amigable. Yo formé parte de las protestas y el grado de violencia que ves es intolerable. Esto te va llenado de rabia y está canción nos salió de nuestros adentros.

Nuestro papel como músicos es seguir haciendo canciones sobre las verdades que pasan en Chile en particular y en América Latina en general. Denunciar, ser testimonio de muchas cosas que los medios de comunicación no cuentan. Al final lo que todos buscamos es un mundo justo, caminar tranquilo y con la frente en alto, y mediante la música es la forma de aportar nuestro granito.

Esta es la primera vez que venís a España, actuareis en importantes salas de Madrid y Córdoba y festivales como el Monkey Week de Sevilla. ¿Teníais ganas de venir?

Sí, teníamos muchas ganas de conocer España, y también conocer su realidad política en primera persona y poder tejer una red asociativa con otros artistas. En Madrid estaremos en la sala Café La Palma el 20 de noviembre; al día siguiente estaremos en el Ambigú de Córdoba, y, durante el fin de semana, en el Monkey Week de Sevilla.

Moverse por aquí es mágico. Si no hubiese sido por la música, muchos de nosotros seguramente nunca hubiéramos podido venir hasta acá. Nos hemos criado en familias humildes y gracias a la música hemos podido conocer otras realidades.

La música puede cambiar conciencias, y, a nosotros, también nos cambió la vida.

Texto: Victor Terrazas

Fotos: Japi güiquen

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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