Discomático

Wilco – Ode to Joy (dBpm)

Resultado de imagen de Wilco - Ode to Joy"Operando en la dimensión más cognitiva, este nuevo trabajo de Wilco se manifiesta como una globalidad creada desde la quietud. Un artefacto sólido que con su seducción mate contrasta con la vivacidad y brillo herbáceo de su predecesor, Schmilco. Desde ese mismo lado izquierdo del cerebro se celebra la determinación de la banda por seguir en esa inaudita marcha hacia nuevas formas de expresar la belleza, en simbiosis con una permanente evolución que avanza en espiral; la prueba y el error, el camino y el puerto, el éxito y el fracaso. Encuentran nuevos caminos escudriñando en su propia autenticidad, a modo autorreferencial, construyéndose a sí mismos, en constante mutación. Desde el lado derecho, hay una certeza de que ese manojo de canciones nuevas suena como el dulce crepitar de una encina seca en otoño. Bálsamo que remite tranquilidad y sosiego, como dice Tweedy en la canción «Quiet Silence», inmerso en la cosecha de ese folk zen que hace ya tiempo que sembró: ‘’Tengo un amplificador silencioso. El silencio parece más certero. Toda guitarra es denegada. He intentado, a mi manera, amarte’’.

Ode to Joy está construido desde la serenidad, con esa simpleza que tienen los versos de un haiku. Sonidos recosidos con lógica mántrica, que no son nada sin la totalidad a la que pertenecen, imantados por la pura fermentación holística. Notas mínimas que cada vez consiguen expresar más con menos, en ese lugar donde el pop es capaz de crear sin apenas oxígeno. Jeff Tweedy nos canta, casi susurra, en tono meditativo. Sabio y abrigado por una banda que desde la contención consigue conectar con la sutilidad de la energía creativa. Sobretodo guiados por esa amalgama rítmica que ejecuta Glenn Kotche, solemne y estoica, casi chamánica. Un imaginario percutivo que, de tan sencillo, tiene el poder de cohesionar las diferentes capas sónicas que proponen el resto de instrumentos. Destellos de resonancias que se escuchan suspendidos en una especie de limbo, mientras danzan entre el caos y la rendición.

Con Ode to Joy Wilco dan otra vez sentido a la palabra creación. Oran al espíritu inconformista, que concibe en las aristas de lo impredecible, más allá de cualquier etiqueta, de cualquier convención. Ellos suenan a ellos mismos porque dejaron de apegarse a las expectativas de un sonido en concreto. Buscan en el universo y gracias a la imprescindible efervescencia comunal encuentran algunas respuestas. Son pequeñas mechas que brillan pero no queman.

 

ANDREU CUNILL CLARES

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