Discomático

Black Toska – Someone’s Nightmare Blues (Delia)

 

La cepa brotó en 2016, como un ectoplasma macerado en barrica, contrariando al sonido que prevalece en nuestra escena actual con esa suerte de blues beodo y retorcido sobre la que se vertebra su vitriólica propuesta. Sucios, arrastrados y peleones, Black Toska no pueden vanagloriarse de personificar el zeitgeist que hoy insufla vida al rock patrio.

Aunque tampoco debería importarles demasiado el hecho de no sonar como las nuevas bandas de punk rock post-millennial. La de este cuarteto es una propuesta pasada de moda y probablemente esta sea su mayor virtud; la incómoda capacidad que llevan demostrando desde hace apenas tres años para hacer cero concesiones. De algún modo, la manifiesta militancia con la que los madrileños acostumbran a lanzarse a homenajear oscuros referentes del death-country y el hillbilly apaleado ha terminado situándolos en otra división: la de las bandas condenadas a la leyenda (también al ostracismo). No Songs For a Father’s Death, su primer EP, ya nos puso sobre la pista de una formación capaz de condensar el expresionismo de clásicos del calibre de Gallon Drunk, Beasts of Bourbon o Movie Star Junkies. Su vuelta con esta nueva colección de cortes destaca por la corta duración del artefacto (seis canciones en apenas 13 minutos), un artwork heredado del mismísimo James Johnston y una ruinosa producción plagada de roces y magulladuras. Black Toska no matan, pero aprietan como la soga en la garganta. Papel de lija.

Texto: Emilio R. Cascajosa

Foto: Lorena Lucendilla

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