El guitarrista y productor Adrian Quesada andaba, allá por 2017, buscando a alguien que le pusiera voz a unos temas que había grabado en su estudio de Austin y un amigo (bendito amigo), le recomendó a un tal Eric Burton que acababa de llegar a Texas, procedente de California. Pues sí, por suerte, eso de ‘’andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos’’ que escribió Cortázar, a veces cobra realidad y surge la magia. Así nace Black Pumas y su debut homónimo, sin lugar a dudas uno de los discos más vibrantes del año. Diez temas que se mueven a la perfección entre el soul y el gospel de la vieja escuela, jugueteando al mismo tiempo con el R&B, el funk y el hip-hop más bailable con toques de psicodelia. Todo bajo una producción (Quesada) que le inyecta una frescura y vitalidad extra a cada pista, sin perder un ápice de autenticidad, salvaguardando el alma sesentera —y principios de los setenta— que late en la obra, pero escapando de toda nostalgia pretérita. No hay bajones destacables en el álbum, pero sí piezas más poderosas de lo normal, como el «Black Moon Rising» inicial, «Colors» o «Fire», canciones en las que el dramatismo pasional de Burton y los paisajes sonoros tejidos por Quesada, tocan techo y lo rompen.
DAVID PÉREZ
