A tiro hecho. Como disparar en el desierto contra los coyotes, ya sabíamos a lo que veníamos en esta cita con la máquina Stoner sueca de Örebro. Truckfighters decidieron descargar íntegro su disco de debut, “Gravity X” en tres citas consecutivas, y entre Barcelona y Madrid, el Kafé Antzokia bilbaíno tuvo la posibilidad de ver cómo el trío interpretaba un trabajo que les ha otorgado un sitio entre los grupos Stoner más importantes de Europa. El trabajo, en cuestión, fue editado entre Fuzzorama Records (su propio sello, que además les sirve para impulsar a otras bandas de su gusto) y distribuido por Motor City Records, para llegar a convertirse en uno de los trabajos básicos para el Stoner europeo. Y el año que viene cumple 20 años, buena fecha para recordarlo (el concierto casi coincide con el también vigésimo aniversario que, en noviembre del año pasado, celebraron Supersuckers interpretando también en su totalidad ”The Evil Power of Rock´n´Roll” en este mismo recinto).
Y plenos de energía saltaron a las tablas del Antzoki los tres suecos, Ozo (Oskar Cedermalm), Dango (Niklas Kälgren) Y Pezo (Oscar Johansson). No se puede negar que sus motes son dignos de western tarantinesco. Y así, con el desierto en sus notas, comenzó la ceremonia de un disco espacial y denso. Incluso su portada (utilizada para anunciar la gira) nos evade a epopeyas futuristas, pues es parte de una portada de “Space:1999”, una publicación de la editorial Charlton Cómics, que pervivió de 1946 a 1986, que es cuando la adquirió la famosa DC Cómics. El espacio en aquellos años era misterioso, peligroso y atractivo. Y a esto había que ponerle música.
Y vaya que la pusieron. Como era esperado sonó íntegramente el “Gravity X” pero con la salvedad de hacerlo al revés de cómo aparece grabado, de atrás hacia adelante. Trece temas, empezando por el doce (“A. Zapruder”) hasta el inicial, porque el último lo reservaron para el único bis de la noche. Y hay que admitir que, en sí, todo el concierto fue como una gigantesca jam de distorsión y sonidos pesados. Empalmaron tanto los temas que hubo problemas para distinguirlos en un cóctel de volumen brutal y locura sónica. Una locura que se contagiaba desde el inicio (una canción bastante acelerada para empezar) y con Dango, el guitarrista, totalmente poseído por la electricidad, sudando todo lo sudable y paseando entre el público como si fuera uno más al menos en la mitad de los temas que tocó. Con púa o sin ella (pues tiró del manotazo a las cuerdas cada vez que le venía en gana o necesidad) haciendo que las cuerdas se tornaran chicles por cómo las atacaba. Ante esta tesitura el respetable sólo tenía dos opciones: subirse al viaje que proponían los suecos o quedarse en tierra. Ante la segunda opción puede que fuera mejor irse de la sala. Con la primera, disfrutar de la experiencia.
Y dentro de la vorágine, ¿qué podemos destacar? Hubo temas intensos como el inicial “A. Zapruder”, y otros como “The Deal” (donde el bajo destaca sobremanera) o “In search of (the)“. Más Groove y menos riffs monolíticos hubo con “Subfloor” y “Superfunk”. Con “Freewheelin´” volvimos a vivir otro de los momentos más intensos de la noche y qué decir del final, “Gargarismo” preparando con su potencia el último tema, entre baile entregado de las primeras filas y los manotazos de Dango a sus seis cuerdas. Se cerraba con la mejor canción del disco, la más coreada, la más celebrada y la que mejor sonó porque es, sin duda, un ariete sónico, “Desert Cruiser”, el epítome de lo que es “Gravity X” aunque sea el inicio del mismo. Si te preguntan qué es el Stoner, responde “Desert Cruiser”.
Ante la insistencia de la gente, salieron a tocar “”Altered State” (pequeña trampa, ya se sabía que iban a caer todas las canciones…) para cerrar una actuación de 84 minutos a un volumen atronador escupiendo riffs, actitud y densidad sonora. No apta para pieles finas.
Texto: Michel Ramone
Fotos: Dena Flows
