Rutas Inéditas

The Psycothic Monks, una vuelta de tuerca al noise

Como es sabido, el noise hunde sus raíces en la música de Sonic Youth, que se presentaron a principios de los ochenta como una banda que experimentaba con las raíces del ritmo del rocanrol.

Muchos años después, desde París, Francia, nos llega esta banda de “monjes psicóticos” dándole una vuelta de tuerca al género. Resultan originales porque son auténticamente noise: lo que no es tradición es plagio, decía Eugenio D´Ors, y The Psycothic Monks se inscriben en lo que ya es una tradición.

No obstante, presentan algunas novedades. No tienen, por ejemplo, un cantante líder, el protagonismo vocal es coral, su puesta en escena es también original con la batería de perfil enfrente de los teclados, que están a cargo del bajista. Dos guitarras eléctricas al frente redondean la disposición de la banda en el escenario y el espectáculo de ruido y melodía puede empezar.

Los temas hablan del amor y del dolor en la sociedad contemporánea. The Psycothic Monks son franceses pero, ¡sacrilegio!, cantan en inglés. Hermosa combinación de sensibilidad francesa y música americana que hace de esta banda una banda llamada a trascender el circuito independiente. Sus dos trabajos hasta la fecha se titulan Silence slowly and madly shines y Private meaning first. La música suena entre industrial y religiosa, como si estuviéramos escuchando los sonidos de una fábrica en el ambiente de una iglesia.

The Psycothic Monks hacen ruido, mucho ruido. ¡A la armonía por la disonancia! ¿Por qué? En mi libro La fiebre conquistada. Ensayos sobre rock and roll (Milenio, 2014) apuntaba algunas respuestas a propósito de la larga trayectoria de Sonic Youth. Ahora se me ocurre que el noise consiste en exorcizar el ruido social de nuestra contemporaneidad, tan a menudo sobreestimulado, para tratar de encontrar la belleza de una melodía perfecta o el silencio liberador. Basta con escuchar los acústicos de “When I Feel” o “Show Me” para darse cuenta de que esta no es una operación imposible.

Recientemente han actuado en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Bilbao. El concierto de Barcelona, en la pequeña sala Vol, estuvo a la altura de las expectativas. Un sonido compacto, masivo, atronador, acompañado de voces dolientes y hasta cierto punto melódicas hicieron las delicias del respetable, incluyendo el clásico pogo en el tema Wanna be damned (punk song). Si Nietzsche filosofaba a martillazos, ¿por qué los “monjes psicóticos” no van a poder rocanrolear también a martillazos? Todo el conjunto presentaba las características de un caos perfectamente ensamblado en un ambiente genuinamente underground.

Hace unos meses leí un libro espiritual titulado Monk habits for everyday people. En él el autor repasaba la Regla de San Benito, fundador del primer monasterio cristiano en la Alta Edad Media, para tratar de aplicarla a la vida cotidiana de los protestantes de los Estados Unidos de América. Hay mucho que sacar de libros como este, pero de todas las virtudes analizadas por el autor me quedo quizá con la de honestidad radical, una virtud que está al alcance de cualquiera aunque no sea cristiano. Tal vez seamos psicóticos para siempre, “enfermos mentales” en esta sociedad contemporánea acaso realmente enferma de sobreestímulos, pero seguiremos buscando la belleza en medio del ruido.

Texto: Joaquín E Brotons

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