Encuentros

El Gobierno: Por, para y con el pueblo

 

Foto: Felipe Hernández

Todo buen gobierno, o aquel que aspire a ser calificado como tal, además de atender y escuchar a su pueblo, tiene que hacerse entender de la mejor y más precisa manera posible. Quizás por eso había llegado el momento idóneo para que los anteriormente conocidos como The Government mutaran en El Gobierno y tomaran el idioma castellano como completo vertebrador de su mensaje. Eso significa que, evidentemente, su nuevo disco, Rollo desarrollo, se expresa en tal idioma, algo que sin embargo no altera sustancialmente las coordenadas que rigen la ecuación musical de este flamígero y combativo trío madrileño, que sintetiza la herencia de los sonidos negros, especialmente el soul y el funk, con el nervio y la virulencia del punk u otros desmelenados géneros ligados todavía por lo tanto a esa genealogía de bandas que han interiorizado ambas sensibilidades (Dr. Feelgood, The Dirtbombs, Oblivians…), al mismo tiempo resulta innegable que hay en este álbum una determinación por presentarse más directos y contundentes. Con estos mimbres, conectamos con el politburó de la formación para hablar con su representante, Guillermo Casanova, que ejerce de vocero de este transversal e incendiario proyecto. Este fin de semana presentan los nuevos temas en la sala Funhouse de Madrid en la jornada doble de la Fiesta X Aniversario del sello Folc Records, junto a Terbutalina, Capitán Entresijos y Oddballs.

La primera y más llamativa novedad que nos encontramos en este nuevo disco es el idioma, tanto en sus letras como en el nombre de la banda entra definitivamente el castellano. Alguna vez te he escuchado decir que por tu parte habrías dado ese paso antes, ¿qué ha pasado para ahora sí tomarlo definitivamente?

Muchas cosas, aunque quizás la más determinante sea el hecho de que el propio disco está íntegramente escrito en castellano. A mí personalmente me gusta mucho más como suena “El Gobierno” que “The Government” desde hace bastante tiempo. Hay que decir que es una decisión que sigue suponiendo debates internos dentro de nuestra alegre compañía, y que si no se ha tomado antes ha sido por falta de quórum -toda decisión en El Gobierno se legitima en una mayoría de dos tercios- y porque sabemos que nos va a dar quebraderos de cabeza. Por lo pronto ha habido que superar el miedo a que este cambio de nombre deshaga el trabajo previo y se convierta en un problema a la hora de comunicar que seguimos siendo el grupo que sacó Vote Me Tender hace un par de años. Nuestro desafío es conseguir que se entienda que somos el mismo proyecto en una nueva fase, lo que va a conllevar un proceso desde nuestras capacidades de oficina, que son las mismas que las de cualquier banda autogestionada.

Y en ese cambio de lengua, ¿influye algo que a veces “los gobiernos” deben de adaptarse a su “pueblo-seguidores” y hacerse entender de la mejor manera; es algo que os ha preocupado, que el mensaje llegue nítido, sin posibles problemas ni interferencias idiomáticas?

Se juntan varias cosas. Una de ellas tiene menos que ver con lo político, y no es otra que la edad. Según han ido pasando los años, me he sentido cada vez más raro escribiendo en inglés. Esto está relacionado con el convencimiento de que una banda como El Gobierno tiene mucho ganado si cree en lo que dice cuando está sobre las tablas. Sigo confiando al cien por cien en la efectividad rocanrolera de nuestro repertorio en inglés, pero a día de hoy, me resulta más honesto cantar o escribir en castellano. Porque si no hay verdad en la propuesta, ya me dirá usted para qué hacemos lo que hacemos, ya que esa es la principal diferencia entre lo realizado con poco y desde abajo, y lo que venden las maquinarias del entretenimiento de masas.

Por otro lado claro que hay una motivación política en la línea de lo que comentas. En efecto, queremos que se nos entienda alto y claro. En El Gobierno siempre ha existido ese contenido, nunca nos hemos achantado… pero según se recrudece la crisis de régimen en España me ha empezado a importar de verdad que se nos entienda desde Gijón hasta Cádiz. Aquello de “mojarse”, que siempre ha sido una motivación en nuestras letras, parece bastante contraproducente en la lengua de Oxford. Además entiendo que vivimos en un momento en el que tenemos que pelear por que nuestra visión de las cosas, que es la de tres personas asalariadas, sea escuchada con nitidez y cercanía, porque el régimen está usando su poder para acallar toda voz discordante, especialmente las de las clases trabajadoras, y es una tendencia de control que estamos viendo crecer exponencialmente. Ahí ya hay una cuestión de responsabilidad. Nuestra voz como banda es mínima y con un alcance limitado, pero personalmente, lo de tener un micrófono en la cara, aunque sea para cantarle a veinte personas, me interpela a actuar desde la responsabilidad y el compromiso.

Hablando del aspecto estrictamente musical, ¿tiene alguna incidencia la utilización de otro idioma en la forma de cantar, la forma de frasear e incluso en el sonido que se alcanza?

¡Uf! Cómo lo sabes. La cosa cambia bastante en cuestiones como la pronunciación y la vocalización. Pero el verdadero laberinto es a la hora de escribir, en concreto encajar las sílabas. El rocanrol se inventó en inglés, y adaptarlo a otro idioma es un desafío en cuanto a métrica y ritmo, como ya saben los ejércitos de rockeros que lo han hecho antes que nosotros. Si además eres un negado para el verso, como es mi situación, el desafío crece. En nuestro caso, el castellano implica responsabilizarnos de lo que decimos, darle más centralidad al texto en nuestras canciones. Como letrista de la banda, he tenido que trabajar varios años para sentirme cómodo en las dos facetas, cantando y escribiendo. Pero puedo decir que estoy contento con el resultado. Aparte, para rizar el rizo, estoy tratando de encontrar mi voz en tonalidades más bajas.

El nuevo disco lleva por nombre Rollo desarrollo, ¿tan significativo ha resultado el proceso de elaboración como para hacer de ello su titulo?

Pues la verdad es que podría entenderse así, pero realmente no va de eso. De hecho, creemos que este disco ha sido la producción más fluida de todas las que hemos hecho. Empezamos con composición y ensayos en Febrero/Marzo, lo grabamos en Junio, y lo tenemos en las manos en Noviembre. Se nota que ya vamos acumulando experiencia, no sólo en el DNI. Para el nombre del disco estábamos buscando una aliteración, algo que tuviese una cierta musicalidad. Entre los muchos chascarrillos que aparecieron, nos quedamos con este por varias razones. Primero porque suena bien, y nos hacía sonreír al pronunciarlo. Además, por un lado tienes el “rollo”, que nos conecta con la tradición injustamente olvidada del rocanrol estatal (¡¡Viva el Rollo!!). Por otro lado tienes el “desarrollo”, que además de connotar trabajo y avance, entronca con los anhelos materiales del rojerío clásico.

El puño rojo que decora la portada está hecho de filetes de carne, un elemento proteico que parece avanzar el contenido de un disco que se centra, pese a siempre tener esa raíz negra, en la parte más enérgica y contundente de vuestro sonido.

Es cierto. A ver, la cosa es bastante básica y obvia: en la portada tenemos un puño de chuletones, en la contra un obús de pepinos. Tenemos una lectura más “listilla” de la portada, eso de la izquierda fragmentada, sin un hueso ideológico que mantenga al músculo en posición, disciplinando a las fibras en torno a sí mismo, pero lo cierto es que lo primero que te comento es lo que ha motivado el diseño. Porque es verdad que nos propusimos hacer un disco más cañero que el anterior desde el principio. Estos dos me decían, “muy bien lo de tontear con el funk, pero necesitamos más puño en alto”. Tenían toda la razón. Y en esa misión, cabe recordar que entre Vote Me Tender y Rollo Desarrollo, me han sucedido dos giras por Australia con Los Chicos, con lo que la influencia del rock corajudo de las Antípodas ha estado muy presente a la hora de componer. Joder, que he estado de birras varios días con Mick Poole, y eso imprime carácter.

Aunque lo vuestro queda claro que son las canciones sudorosas y directas, también se intuye en ellas un gusto por darles una pequeña vuelta, jugar con su -otra vez el término- desarrollo ¿hay en la banda esa intención por retorcer un poco ese camino más directo y conciso?

Definitivamente, sí. Aquí hemos venido a jugar, no sólo a beber gratis. Para nosotros eso se traduce en que nuestras sensibilidades y preferencias tengan espacio y estén representadas, en no tener un concepto cerrado respecto a la propuesta estética de la banda. Aunque es evidente que la generatriz del grupo sigue siendo el rocanrol enérgico en plan Who, Michigan o Australia, intervenido por melodías de soul en las voces y de blues en las guitarras, no queremos encasillarnos demasiado. Nuestra intención es sorprender y que haya cierta frescura, buscando algo que entendemos determina la buena salud de una banda y del rocanrol en general: superar la nostalgia y el ejercicio de estilo. Sabemos que dicho género ha perdido toda la centralidad cultural que pudo tener, pero entendemos eso como una oportunidad para manosear sin complejos sesenta años de propuestas, de empaparnos de todos los recursos posibles. Por eso no nos cortamos a la hora de profundizar en nuestros intereses por el punk progresivo, expresiones preciosistas y melódicas o por el metal más creativo.

Abrir el disco con “Marca roja” parece toda una declaración de intenciones: significarse en cierto sentido político conlleva estar estigmatizado…

Pues a riesgo de parecer Santa Teresa de Jesús, bienvenidos sean los estigmas. No se puede pretender decir algo sincero y necesario y a la vez gustarle a todo el mundo, porque es imposible. Quien sea que haga listas en el presente o en el futuro, ya sabe en cuál puede escribir mi nombre.

Ya que sois una banda con un contenido político evidente en vuestra identidad, ¿hasta qué punto en tu opinión es necesario que vuestros seguidores empaticen con ese mensaje? ¿O el hecho de compartir ese sentimiento de diversión ya es suficiente?

Como comentaba antes, creo que lo mínimo que podemos ofrecer a quien venga a vernos es creernos lo que decimos y hacemos. Que lo que sucede cuando estamos en un escenario tiene que ser verdad, tenemos que ser nosotros, porque más allá de estilos, es lo que más nos diferencia de la música que sale por la tele. Y que puestos a cantar, mejor cantamos algo que necesita ser contado. Y esto no sólo lo aplicamos respecto a los temas más políticos, ya que intentamos que haya variedad temática en nuestra propuesta. A partir de ahí, cada cual puede tomarse nuestra música como quiera. Si quieres caña, tenemos proteína. Si además quieres contenido, el chuletón va con patatas. Lo más importante para nosotros sigue siendo que el público reciba eso tan necesario que cualquier música honesta ofrece: un ratito de humanidad, de libertad y de energía. No veo necesario que el público comulgue con nuestras ideas, que tampoco son un corpus sólido, ya que en nuestro trío hay varias tendencias representadas, ni pretendemos que de nuestros bolos salgan las personas planteándose la militancia activa con el puño el alto, aunque, si se puede ayudar a eso, miel sobre hojuelas. En cualquier caso, si te gusta el rocanrol, El Gobierno te lo va a dar, vengas de donde vengas.

Un discurso el vuestro, que como dices, no está monopolizado por el tono político, tanto porque tocáis otras vertientes y temas como porque incluso no os presentáis de manera típica y explícita, ¿huis de ser una banda “panfletaria” al uso?

Qué curiosa tu pregunta, porque mi sensación es que más bien estoy conectando precisamente con esa tradición, que en el fondo siempre había estado presente en mi trabajo bajo capas de esnobismo. La “banda panfletaria al uso”, a mí por lo menos me chiflan, mucho más cuando encima es buena de narices, por ejemplo La Polla Records o Def Con Dos. Creo que en el mundo urbanita de la música independiente, la ya tradicional banda de punk politizada tiene mala prensa sobre todo por cuestiones de clase. Siendo justos hay que recalcar una cosa: en una España alucinada que compró el discurso de la “modernización” (que significa todo eso que ya sabemos: neoliberalismo, precarización, burbuja inmobiliaria, acumulación por desposesión, desempleo crónico y generalizado, patrimonialización de las instituciones, gobierno de élites no electas, etc…) esas «bandas panfletarias» fueron la única expresión social que consiguió transmitir a mi generación, y con sus medios, unas bases teóricas elementales que entroncan con cinco generaciones de lucha obrera y campesina de uno u otro signo. Mientras los partidos jugaban al marketing político, y las columnas de los periódicos hacían hagiografías de un progreso con los pies de barro, la teoría básica de cualquier pensamiento que se considere emancipatorio venía en forma de riff furioso y de estribillo pegadizo. Aunque esto diga mucho de la enorme derrota de la que parte la izquierda en la España del 78, personalmente, le agradezco a esas bandas el haber mantenido la antorcha encendida en medio de la mediocre oscuridad del “milagro español”.

Ahora bien, respecto a El Gobierno, en efecto, el que haya variedad temática sucede un poco de forma natural, es lo que nos pide el cuerpo. Con los temas tratados en las canciones nos pasa como con las referencias musicales o con intentar darle una vuelta a los géneros que trabajamos: ser una banda de un solo número es algo que intentamos evitar en todos los frentes.

Quien, eso sí, recibe las andanadas directas en “Tu eres quien” es el periodismo, al que reflejáis como un elemento que ha perdido su función original por plegarse ante el mandato de los poderes..

Es que es verde y con asas. Hubo un momento en el proceso de creación del disco en el que esta canción se llamaba directamente “Grupo Prisa”. Podemos hablar de la financiarización de los grandes medios; del hecho de que ya no vivan de sus lectores, con lo cual lo que manda es la espectacularización para vender espacios de publicidad cada vez más sofisticados tecnológicamente; o de la precarización de una profesión cuya independencia es vital para cualquier democracia. Podemos encontrar muchas explicaciones a este problema gordísimo (aunque todas refieran a lo mismo: el estrechamiento en los márgenes de beneficio desde la crisis de producción del 71). Pero el problema sigue ahí, y no hay ni media intención de solucionarlo: en España (en el mundo, de hecho), el periodismo, o tiene miedo, o está perfectamente cómodo con ser el vocero del capital y por tanto, del régimen. No sé si jamás fueron cronistas externos, probablemente nunca lo fueron, pero ahora quizás menos. Son un sujeto dentro del devenir político que trabaja para quien trabaja: los medios son el “quién” de las noticias.

Y así, mientras desaparecen de las agendas de los medios secciones tan importantes como “internacional” (a ver quién paga corresponsalías con la que está cayendo), o mientras los medios compran de forma completamente acrítica los relatos del orden político doméstico o global, se mantiene a la gente en la más absoluta de las oscuridades, agarrada a la información mediante pivotes emocionales, sin aportar eso que se supone que deberían aportar, que es una visión más o menos trabajada del mundo y de cómo funciona.

Otra canción como “Punk para listos” la entiendo como una ironía contra esa a veces impostura respecto al underground, el hecho de ser minoritarios y diferentes por el mero hecho de serlo, más como un elitismo casi…

Pues sí, habla de todas esas cosas, pero ten en cuenta que también es autobiográfica. Nos reímos un poco de nosotros mismos y de la tontería “andergraun”, de ese elitismo que te hace generar una identidad en torno a tus consumos culturales… un andamiaje intelectual bastante pobre el de la militancia estética. Pero, cuidado, que también decimos que hace falta cierta valentía, compromiso y trabajo constante para tener un «grupo de listos»; que también estás intentando parir algo tangible, fresco y honesto para tu gente, que también es una creación que sucede en las distancias cortas, entre personas que se quieren, y donde el resultado expresa estas tensiones, estas contradicciones. Las dos cosas están en la letra, que viene a hablar de ese tema eterno de las dos caras del arte: por un lado está ese ego infantil que precisa atención pero por el otro está la obra y las formas de socialización que genera desde dentro hacia afuera, ese trozo de humanidad congelado que puede ser muy enriquecedor para quien lo da y quien lo recibe. Todo esto visto desde un punto de vista satírico y autoparódico.

Hemos podido ver en redes el buen ambiente personal que se respiraba en la grabación en los estudios junto a Fran Meneses y Johnny Casino, ¿es necesario para el buen resultado de un disco que haya ese contexto de fiesta y camaradería o se puede lograr sin llegar a esa conexión personal y humana?

Supongo que se puede conseguir sin eso, pero no es el mundo en el que vivimos nosotros. Ten en cuenta que aquí somos tres chupatintas que hacemos esto en nuestros ratos libres: si no es para estar de risas en un contexto divertido y enriquecedor, con gente a la que admiramos y con la que es más fácil reír que llorar, cabría preguntarse en qué estamos gastando las vacaciones.

Tú militas en diferentes bandas (Los Chicos, Los William Folkners) con formaciones diversas, ¿que cualidades especificas y gratificantes encuentras en un power trio?

A ver, es que como amante del rocanrol, me parece el formato definitivo, y desde siempre. No niego que esto nos pone en un brete a los tres: tenemos que ser una puñetera locomotora, y ejecutar como si no hubiese un mañana, porque cuando falla uno, nos afecta a todos. No hay escondites. Y es que una de las cosas que mola a saco de este formato, es que se comparte mucho el protagonismo. Nos obliga a estar ahí, sin trampa ni cartón, apoyándonos entre nosotros: tenemos que estar engrasados, compenetrados, y ser precisos, porque antes la muerte que vender a un compañero. A mí, con los dos tíos que han decidido usar su tiempo y su energía en tocar conmigo, me vino Dios a ver, tengo una suerte que no me la creo. Porque aparte de que sean hermanos de por vida, y de que puedas presentarte con ellos en cualquier lugar, porque nunca te pondrán la cara roja, tienen las mismas ganas de trabajar por algo que me gusta mucho de la música en general, y es ese momento en el que te diluyes cuando estás tocando y dejas de ser tú para ser una especie de canal. Perdón por la magufada, pero es que es un poco lo que hay. Es muy gratificante cuando cada uno pone su parte y entre todos conseguimos algo que no podríamos conseguir, ni de coña, por nuestra cuenta, y nos convertimos en un solo puño asestando un golpe. La medicina contra los males del individualismo (la epidémica alternancia entre depresión y ansiedad) es juntarte con gente y hacer cosas. Y ya, cuando el público forma parte de eso, es la carne churruscada de un lomo a la brasa, la miel en las tortitas, algo difícil de conseguir en nuestro formato, pero que nos mantiene vivos y con hambre.

Mis bandas favoritas suelen ser bandas muy sinérgicas, cuya propuesta se basa en lo mucho que molan sus miembros cuando tocan juntos. No sé, NRBQ, The Meters, Dr. Feelgood o Minutemen, son bandas que requieren de ese diálogo fluido e incluso alegre entre quienes las forman. Creo que el trío es la forma más pura y operativa, dentro del rocanrol, para conseguir ese tipo de comunicación interna, precisamente porque deja huecos para que todo el mundo participe de una forma más creativa. Llegar a algo así, cosa que dudo hayamos conseguido, a mí me motiva mucho para seguir tocando, componiendo, grabando y visitando tabernas.

Texto: Kepa Arbizu

 

 

 

 

 

 

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