Discomático

King Gizzard And The Lizard Wizard – Infest the Rats’ Nest (Flightless-PIAS)

Resultado de imagen de King Gizzard And The Lizard Wizard - Infest the Rats’ NestGuerra total: estrategia en la que se movilizan todos los recursos sin demora, para conseguir un objetivo. Sencillo plan que el septeto de Melbourne decidió llevar a cabo: publicar disco tras disco abrazando diferentes géneros, sin dejar respirar al fan. El mismo planteamiento de jugar al ataque ha acelerado el ritmo de sus canciones, multiplicando su dinamismo compositivo, que al menos desde Nonagon Infinity (2016) libra batallas sin cuartel instrumental, hilando madejas psicotrónicas con escalas irresolubles. Y no solamente, también han tenido lugar, en forma de elepé entero, los medios tiempos y las salidas de tono estilísticas, como los tres discos que preceden al que nos ocupa. Quizá estaban buscando el contraste más grande, teniendo ya en la cabeza la idea de grabar metidos en un traje estrecho donde los haya: el trash-metal clásico.

Y resulta que se visten sin problemas en él, pues recuerdan a los Metallica de los primeros discos. Hay voces con influencia Hetfield, y Kirk Hammet parece remontar alguna escala, aunque los tropezones hardcore del doble bombo no se parecen tanto a los de Ulrich. Sí diría que los Gizzard son hasta más dinámicos en los cambios de power-chord. El sonido podría ser más cercano a los Exodus de Bonded by Blood, con guitarras más claras y directas. El álbum también incluye punteos vanhalenianos que pondrían a un muerto en pie, líneas que jurarías que no son de bajo, etc.; la criaturilla tiene todos los mimbres.

El álbum tuvo tres canciones de adelanto, lanzadas por sendos videoclips de John Angus Stewart. No se los pierdan, son puro género horror. Tres han sido también los componentes que han grabado el disco. Con gran parte del septeto en otras tareas, Stu Mackenzie (voz, guitarras), Joey Walker (bajo) y Michael Cavanagh (batería) han hecho casi todo el trabajo. El resultado son nueve temas de nota, pero el mejor es el último: «Hell». Un auténtico himno para poner en el walkman mientras huyes del instituto a media mañana, cargado de razones. En este corte Mackenzie se encuentra ante las puertas del infierno, tras haber expuesto, en las letras anteriores, un alegato ecologista muy crítico con el sistema actual. Y no va mal encaminado, pues mientras escribo estas líneas la Amazonia arde imparable. Todo mucho peor que en los ochenta, cuando decían que el heavy-metal era violencia. Entonces por lo menos sabías de qué huir. Stu lo explica mejor, si le prestan atención repetirán una y otra vez.

 

PACUS GONZÁLEZ CENTENO

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