Mi fuego no quema. O eso afirma Pardo en la canción que abre su nuevo disco, Santa Cruz. Curiosa metáfora para dar pistoletazo de salida a un trabajo que si de algo va sobrado es de fuego, si por fuego entendemos la pasión, el sentimiento y el corazón derramado en la decena de composiciones que dan forma a esta grabación. El músico gallego mantiene firmes los pies en las raíces de la música norteamericana, raíces que sostienen las muchas y variopintas ramas del árbol de la tradición clásica del rock & roll, el country y el blues, todos muy presentes en los dos temas de apertura, el citado «Mi Fuego no Quema» y «Si te Vas de mi Vida». Pero no por ello pierde de vista influencias musicales más próximas, escondidas quizás en la memoria de la radio o de la música que sonaba en casa de sus padres, así el aire tanguero y las palmas que sobrevuelan por encima de «Ya No Puedo Volver», el sabor netamente castizo contenido entre los acordes de «Desde Que Existimos Tú y Yo» o el pop sesentas que evoca «Los Años de tu Silencio» simpatizan con naturalidad con el aroma a desierto que restalla entre la aridez folk de «Brida Conmigo», el sol fronterizo que deslumbra, resplandeciente, en las guitaras crujientes que gobiernan «Todo es el Escondite de Otra Cosa», el fino raigambre blues que acuna «La Puerta Abierta» o el trote crudo de la final «Mi Garganta».
Santa Cruz, grabado, en estricto formato analógico, por Pike Cavalero en los estudios Desert City de Almería con Mario Cobo ejerciendo tareas de producción, ambos también participan como músicos, y acompañado por una nómina de músicos de verdadero lujo, Alfonso Alcalá (bajo eléctrico, contrabajo), Lucas Albadalejo (teclados) y Jesús “El Ogro” a los tambores, es un paso más en la carrera de un artista que tiene muy claros sus objetivos y que sabe perfectamente donde quiere llegar.
NdP
