Encuentros

Dead Capo: Coherente diversidad

 

Que nadie tenga la tentación de dar un paso atrás, o directamente emprender la huida, si sale a relucir la palabra jazz a la hora de describir a la banda madrileña Dead Capo, porque además de ser un término demasiado generalista, sobre todo resulta del todo inexacto para definir la identidad de este proyecto. Aceptando que dicho género es uno de los motores, y en ocasiones un muy evidente raíl sobre el que posar su expresividad, ésta sin embargo descansa sobre una muy amplia y heterogénea lista de influencias y referencias, desde el surf al rock pasando por el blues, la música latina o las bandas sonoras. Carácter que en su nuevo disco, «Fiesta rara», que además sirve para conmemorar sus veinte años de historia, todavía implementan más, alcanzando nuevos horizontes y por encima de todo mostrándose bajo una forma especialmente directa y rotunda. Ingredientes, ya conocidos y algunos novedosos, que hacen de este álbum todo un explosivo y fascinante cóctel sobre el que hablar con sus creadores…Estarán presentándolo este sábado día 2 en la sala El Sol.

Empecemos por las etiquetas… A pesar de los muchos estilos, géneros y matices que alcanza vuestra música, ¿os definirías como una banda de jazz?

No, en absoluto. Dead Capo es una banda de rock. El jazz es parte de nuestro sonido y de nuestro bagaje como músicos, pero más como una sonoridad que como un estilo. Se trata de un ingrediente más, no es la base de nuestra música.

No hay por lo tanto bajo este proyecto intención alguna de borrar esa imagen que a veces se tiene del jazz de seriedad, de académico e incluso de restringido…

No, realmente no hay ninguna intención de reivindicar nada. De hecho no creemos que se pueda hablar del jazz de una manera tan genérica. Dentro de lo que se etiqueta como “jazz” hay cosas muy dispares. Que cada cual escuche lo que más le guste, nosotros no queremos reivindicar nada más allá de nuestra música.

Con «Fiesta rara» celebráis los veinte años de vida, y lo hacéis con vuestro disco más directo y frenético, ¿tiene algo que ver ese aspecto con el hecho de la celebración?

El cumplir veinte años como grupo y la publicación de este disco ha sido una mera coincidencia. Es cierto que es nuestro disco más directo, el más centrado y quizá también el más agresivo, tanto en el sonido como en la propia composición. Ha sido el resultado de un proceso de depuración de nuestro sonido y de nuestras señas de identidad.

En este disco recurrís por primera vez a las voces, visibles en “Ghost Rider” y en “A veces”, ¿por qué tomáis ahora dicha decisión, está relacionado con la propia necesidad de las canciones?

Nos apetecía incluir por primera vez alguna canción con voz, y además encajaba en el concepto general de disco que queríamos hacer, un álbum más inmediato, más conciso y a la vez más variado, que mostrara aspectos de Dead Capo que hasta ahora no se habían visto. Las canciones cantadas nos permiten tocar de otra manera y a la vez llegar a otro tipo de público. Además, nos hemos permitido el lujo de contar con dos grandes cantantes y amigos como Pierre Omer y Mariona Aupí

En esta ocasión versionáis desde Suicide a Thelonious Monk. A la hora de elegir los temas, ¿bajo qué criterios lo hacéis?, ¿es una cuestión únicamente de gusto, de la capacidad para adaptarlo..?

Ambas cosas; los temas que versionamos tienen que cumplir esas dos condiciones: que nos gusten, y que sean susceptibles de ser adaptados al sonido de Dead Capo, para que queden completamente integrados en nuestro repertorio. De alguna manera, nos gusta aportar algo al tema, no hacer simplemente un cover. Así ha sido con las versiones que hemos grabado hasta ahora, e igualmente las que hacemos en vivo.

El cine parece tener mucha influencia en estas nuevas canciones, ¿pero cuánto de “visual” tiene vuestra manera de hacer música?

Prácticamente toda la música instrumental tiene esa capacidad para evocar imágenes, ya sean cinematográficas o no. En nuestro caso, además, hay que sumar la influencia que tienen en nuestra música, y en nuestro sonido, algunos de los grandes compositores de bandas sonoras.

Con un disco tan variado como éste sois capaces de expresar y transmitir muchos tipos de sensaciones, ¿creéis que favorece en esa misión ser una banda instrumental o puede llegar a resultar un hándicap?

El hecho de que no haya cantante, ni letras, efectivamente hace que la música hable por sí misma, lo que nos permite ser más expresivos en la interpretación y utilizar más herramientas en la composición y la producción de los temas. En ese sentido, el no tener letras nunca ha supuesto un hándicap. Sí que lo es, en cambio, a la hora de llegar a más oyentes; el hecho de tener un cantante te acerca a más tipos de público, eso sin duda.

Viendo la cantidad de registros a los que alcanzáis con vuestra música se diría que sois gente de muy diversos y amplios gustos, ¿es así o el sonido del grupo es más el resultado de una manera de interpretar en la que os gusta abarcar todo tipo de terrenos?

Es así. Cada uno de nosotros tiene gustos muy variados, pero a su vez el sonido de Dead Capo no es una amalgama ni una suma de estilos o influencias. Antes de afrontar la composición y la grabación de este disco ha habido un proceso de análisis de cuáles son las señas de identidad de la formación, qué es lo que funciona y lo que no, qué es lo que queremos hacer y lo que no. Y a partir de ahí se han compuesto los temas que componen el disco y se han elegido y arreglado las versiones, para que todo, dentro de la diversidad que hay, tenga coherencia y sea reconocible como Dead Capo

¿Hay dentro del grupo personalidades musicales muy definidas que se encargan de tomar el mando según el tipo de sonido que adopte una canción o siempre se trata de una suma de aportaciones e ideas?

En este disco, todos los temas han sido compuestos y producidos por Javier Adán y Santiago Rapallo, y han sido grabados en su estudio, así que son ellos los responsables del sonido del disco y de la banda. Eso sí, como siempre ha sucedido, la aportación de cada uno desde su instrumento es fundamental para el resultado final y el sonido del grupo. En ese aspecto sí es una suma de aportaciones individuales.

En veinte años de historia solo habéis editado, con el actual, tres discos largos, ¿sois una banda muy meticulosa a la hora de hacer las cosas o son otros los motivos para ese alto intervalo entre trabajos?

Por una parte, como banda somos bastante perfeccionistas, y para ello nos tomamos el tiempo que haga falta para tener algo que nos convenza. Por otro lado, todos los miembros del grupo estamos trabajando en otros proyectos: Javier Díez Ena con L’Exotighost y su proyecto de theremin solo, entre otras cosas; Santiago Rapallo y Javier Adán hacen música para publicidad, cine y audiovisual, además tienen su propio sello, Mucho Glitcho, y junto con Álvaro Pérez, tienen un trío de jazz electrónico de vanguardia llamado Paraphonic 3. Eso sumado a que en estos veinte años ha habido todo tipo de idas y venidas, cambios de formación, encuentros y desencuentros, hace que Dead Capo no sea un grupo muy prolífico en cuanto a la edición de discos. Pero nunca hemos dejado de tocar en vivo y de estar activos.

Y durante este tiempo, ¿diríais que ha habido una evolución también en el público que se acerca a este tipo de sonidos?

Pues la verdad es que no lo hemos notado demasiado. Gran parte del público que acude a nuestros conciertos es gente que nos sigue desde hace años y han ido creciendo con nosotros. Quizá en los últimos años sí exista una parte de él que se ha acercado algo a sonidos menos habituales, es posible…

Y en estas dos décadas, ¿cuáles son esos momentos que siempre os llevareis con vosotros?

Es difícil elegir momentos concretos. En veinte años ha habido multitud de anécdotas, instantes e historias inolvidables. Quizá los momentos que más nos han marcado y más hemos disfrutado han sido aquellas veces en que hemos tenido la oportunidad de tocar fuera de España: Inglaterra, Polonia, Etiopía, Venezuela, Argelia, Brasil…

Una banda como la vuestra, con un sonido tan amplio en registros, cuenta con, igualmente, un público variado y proveniente de diversas “escenas”, ¿es positiva o negativa a la larga esa condición de pertenecer a muchos lugares?

A priori siempre es algo bueno atraer a públicos diferentes. A nosotros creo que nos ha venido bien no pertenecer a ninguna escena y tener un sonido propio. Nos ha permitido tocar en sitios muy diferentes para muchos tipos de audiencias, desde festivales de jazz hasta salas de rock, eventos, teatros…Aunque también es cierto que el hecho de no formar parte de una escena o un estilo determinado en muchas ocasiones te deja fuera la programación de salas y festivales, y del radar de los medios. Pero no nos podemos quejar, a la larga creo que hemos salido bien parados.

 

Texto: Kepa Arbizu

 Fotos: Gustavo Pino

 

 

 

 

 

 

 

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Contacto: jorge@ruta66.es
Suscripciones: suscripciones@ruta66.es
Consulta el apartado tienda