Deliciosamente bueno. Sin más, solo cabe este calificativo ante el segundo trabajo del norteamericano. Grabado en una choza, en su propia casa en Stillwater, Minnesota, prácticamente en directo, con una buena producción y sin fuegos artificiales innecesarios. Todo el álbum está barnizado con una pátina acústica en toda su instrumentación (acústicas, batería, piano, fiddle guitar…). Nueve temas que son pura magia y arte en mayúsculas. El álbum se abre con una magnífica «Speak Easy», tema acústico con un fiddle-guitar primoroso. Le sigue «Only She Knows». Y se hace la magia, todo el tema, su ejecución su melodía nos recuerda a un Petty reencarnado en Frankie Lee. Fíjense en la voz y coros al final del tema. Ese tema en directo ha de crecer hasta latitudes inexplorables. Ocurre lo mismo con el siguiente tema, «Downtown Light», absolutamente ¡ma-ra-vi-llo-sa! «Broken Arrow» es otro excelente corte y el tema «Blind», todo él, nos recuerda al «Harvest Moon» de tío Neil. Y esa semejanza con el de Gainsville no tiene nada que ver con la voz de Frankie sino en como frasea determinadas melodías y, por momentos, te imaginas que son los Heartbreakers los músicos que lo respaldan. En «(I Don’t Want to Know) John», Frankie canta prácticamente a capella con un synth atmosférico que abraza otra gema en forma de canción. «Stillwater» demuestra que el poder de la música está en las canciones, en las composiciones, aunque se hayan grabado de forma doméstica y sin los excesos tan comunes de la industria. Créanme, este disco le da mil patadas a Western Stars de Springsteen.
JORDI SÁNCHEZ
