Fascinante personaje don Daniel. Chileno de Santiago y artista inquieto – multidisciplinar que dicen los becarios de suplemento dominical-, rastreando sus huellas hasta mediados de los ochenta llegamos al mítico combo post punk Pinochet Boys, y de ahí a posteriores aventuras europeas como Niños Con Bombas en Hamburgo o Polvorosa en Barcelona, ciudad en la que lleva afincado ya un tiempo.
Cantante, compositor y guitarrista de las bandas citadas, no es raro encontrarle igualmente en el estudio tras la mesa o incluso escribiendo música para el séptimo arte. Pero aquí hemos venido a hablar de su nuevo disco, el tercero a su nombre tras Disparo (2012) y
Chocolate con Ají (2014), así que hechas las mínimas presentaciones centrémonos en este -en palabras del propio artista- viaje al corazón de la música latinoamericana, inspirado en la huella que ha dejado el continente africano en la música criolla de Perú, Chile y Argentina y que se nos presenta ahora bajo el título de Sangre y Sal. Un viaje tan elegante como hipnótico, diríamos que casi sensual si no tuviéramos miedo a pasarnos de cursis.
Once canciones de esqueleto acústico, vestidas y desnudadas alternativamente en un muestrario de ritmos y estilos tan amplio y diverso como la propia geografía musical con la que se atreve. Bajo, congas, djembes y cajón en lo rítmico, guitarras españolas y vientos con sordina para unas canciones que van de la zamba al vals, del bolero al swing o el chachacha, interpretadas con tanta maestría como con una (maravillosa) falta de escrúpulos.
Un trayecto entre continentes, en definitiva, que es tanto un indisimulado homenaje como otro nuevo paso adelante en la carrera de un artista dispuesto a todo, menos a acomodarse.
Eloy Pérez
Excelente album, será uno de mis favoritos