La oleada nórdica de los novena revitalizó la escena del rock & roll cuando más lo necesitaba. Esa inyección de energía propulsada por músicos jóvenes que tenían el hard, el rock setentero de bandas como MC 5 o The Stooges y, por supuesto, el punk corriendo por sus venas. ¿Qué hizo que esa mecha prendiera con tanta virulencia entre los jóvenes suecos, noruegos o daneses? ¿Cómo es posible que toda una generación de bandas surgidas del frío se hiciera con el monopolio ante la dejadez de la escena del resto de Europa y de Norteamérica?
Puede que sea el clima, mejor estar en un garaje bebiendo y machacando amplificadores que en la calles heladas, o puede que también sea un factor añadido el gran apoyo institucional a la música que proporciona a los chavales escandinavos muchas más facilidades a todos niveles que en otros lugares. Sea como sea, los aficionados veteranos los recibimos con los brazos abiertos y los jóvenes cachorros tuvieron bandas contemporáneas a quienes seguir y a quienes admirar.
Con una imagen cojonuda, un frontman magnético como pocos y un guitarrista, Captain Poon, tan hábil a las seis cuerdas como epicentro de miradas lo petaron a base de bien, no solo por su espectacular directo, sino por unas canciones que reunían lo mejor de sus influencias fusionadas con su propio sello y pasadas por su filtro particular.
Ride the Tiger fue su debut, tras una portada que podía evocar el arte gráfico de la new wave se escondían pelotazos como «Leather Chair», «Rock & Roll Asshole», «Evil Matcher» (puro Motörhead oigan), «Burning White» o la versión del «Prime Mover» de Zodiac Mindwarp. Un puñetazo en los morros y un homenaje en toda regla a una manera de entender el rock. No en vano acreditaron como coautores de los temas, con el objetivo de homenajearlos, a tipos como Chuck Berry, los hermanos Angus y Malcolm Young, Kiz Richards, Glenn Danzing, Tommy Iommy o Lemmy Kilmister. ¿Eran o no de los nuestros?
Su sucesor, cuyo título sería la perfecta definición de muchas de nuestras noches, Soaring with Eagles at Night, to Rise with the Pigs in the Morning, era otro trabajo mayúsculo, rebosante de potencia y canciones directas al estómago, once pedruscos ideales para quitarte de encima cualquier tipo de cansancio, sea físico o mental, pinchar a todo volumen cañonazos como «Go Away Man», «The Year of Many Living», «Get the Horn», «Silver Wings» o «Clean Gone Man» te mineraliza, te revitaliza y te dispara la adrenalina mejor que cualquier otra cosa en la que puedas pensar. Simple y llanamente.
El tercer paso, bajo otro magnífico enunciado, Tender is the Savage, ve la luz con el nuevo siglo y se abre con «I Got A War», no hay nada más que añadir, visto para sentencia. Otra grabación imprescindible para entender de qué cojones iba la cosa en la época. Treinta y cuatro minutos y pocos segundos de pura dinamita sonora. Como dicen los anglosajones: What a blast!!
Dos álbumes más, el cansancio de la vida en la carretera y las presiones y tensiones que conlleva estar en una banda pusieron un, aparente, punto y final a su carrera en el verano del 2005. Pero ya saben que en el negocio del espectáculo casi nunca hay un final y siempre muchos principios, poco más de una década después de su disolución se reunieron para unos conciertos en escogidos festivales y un atómico concierto en su ciudad, Oslo, (que acabaron siendo cuatro con todo vendido) y como una cosa lleva a la otra pues han seguido desplegando su arsenal hasta llegar a una gira de salas y con la promesa de editar material nuevo.
Como dicen en su web oficial: “La reacción y la bienvenida que hemos recibido durante el año pasado en los conciertos que hemos tocado nos ha dejado absolutamente impresionados. Ahora, ¡esperamos aún más!” Y nosotros, con que estén al setenta por ciento de lo que eran seguro que nos vuelven a dejar K.O. al primer asalto.
Manel Celeiro
Barcelona, Sala Apolo, 24 octubre (Cruïlla de Tardor)
Madrid, Sala But, 25 octubre
