A estas alturas, con treinta años de carrera y casi un cuarto de siglo desde su excelente debut, Exit Planet Dust (1995), el que fuera seguidor de Tom Rowlands y Ed Simons se sitúa hoy entre sus incondicionales o sus detractores. Y aunque me encuentro entre los primeros, ningún álbum suyo me ha satisfecho plenamente desde We Are the Night (2007), manteniéndome a la expectativa pero escéptico, como observando desde la distancia de seguridad para evitar la decepción. Por ello agradezco haberme tomado mi tiempo —y mis escuchas— antes de escribir estas líneas, el suficiente para confirmar que No Geography es uno de esos álbumes que crecen dentro de ti, tanto en tu memoria como en tu pecho, ahí donde se encuentra el ritmo. Para la ocasión, el dúo recuperó el equipo con el que grabaron sus dos primeros elepés —guardado durante veinte años en el ático de Tom— y se permitieron construir un estudio aparte dentro de su propio estudio, más pequeño y modesto, pero destinado a devolverles la libertad creativa del espíritu virgen, el que todavía lo tiene todo por demostrar. Se hizo la magia y regresó el big-beat noventero, funk y house, samplers y campanas, para fabricar algunos de sus mejores momentos marca de la casa («Eve of Destruction», «Got to Keep On», «MAH»). Debería bastar para presentar ante las nuevas generaciones quiénes eran los Chemical Brothers en sus primeros años; para el resto, es una más que notable adición a su catálogo.
BORJA FIGUEROLA
