Comparado desde su anuncio con Nebraska de Bruce Springsteen, de hecho está grabado incluso con el mismo modelo de guitarra que aquel, hay un elemento básico que diferencia este nuevo y acústico disco del siempre interesante Rod Picott de una de las obras cumbre del de New Jersey. Y es que mientras el Bruce rebuscaba en aquellas canciones en su mundo interior y hacía un disco exclusivamente para él, que por supuesto luego fue compartido, pero que pretendía funcionar de terapia para sí mismo, Picott ha hecho un álbum con el objetivo de compartir sus sentimientos con todo el mundo. Grabado tras superar un grave problema cardíaco que asoló al músico a finales del año pasado, la desnudez instrumentald e sus canciones lo convierten en su fuerza principal, a la que se une para desmontar definitivamente al oyente la sinceridad lírica. Picott quería hacer este disco, y lo ha hecho. Además, como siempre, ha superado las expectativas. Y es que este gran desconocido merce estar en cualquier lista de grandes escritores de canciones de este siglo. Y punto.
Eduardo Izquierdo