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Neurosis + YOB + Kowloon Walled City – Sala Apolo (Barcelona)

 

Neurosis

La segunda edición de la Okkult Session nos citaba con una de las bandas más interesantes de las últimas tres décadas. Neurosis, poco pródigos en nuestros escenarios, encabezaban una noche -más bien tarde cuando empezaron Kowloon Walled City- muy especial. Neurosis fueron pioneros a mediados de los 80 en explorar nuevas vías y trabajar la música desde perspectivas insospechadas para lo que se llevaba en la efervescente escena de la bahía de San Francisco de la época. Marcando un camino propio, su propuesta ha recorrido estos 35 años bebiendo de innumerables fuentes. Y en la Sala Apolo nos ofrecieron lo que podíamos esperar de ellos, que no es poco.

Abrió el cartel Kowloon Walled City, incidiendo en sus temas más lentos y poderosos, sin desatar su vena más hardcore, para ceder seguidamente el testigo a YOB. Con la sala ya completamente llena, los de Oregon se pusieron serios y ofrecieron un concierto de poco más de una hora con cinco temas, en los que su doom metal envolvió la sala en una atmósfera densa y espiritual, una especie de trance guiado por unas canciones perfectamente estructuradas e interpretadas, que sin embargo quedó cortado algo abruptamente. Su propuesta tiene una personalidad muy especial, y el hecho de jugar el papel de abrir para Neurosis repercute en que no se pueda desplegar completamente. Pese a esos condicionantes, YOB pusieron el listón alto, aunque no lo suficiente para comprometer a los cabezas de cartel.

Yob

A Neurosis le corresponde un lugar destacado en la historia del metal, y conciertos como el de la Sala Apolo no solo refrendan la validez e importancia de su propuesta, si no que también ofrecen una experiencia musical fantástica que conserva su cariz vanguardista casi intacto tras más de tres décadas. Tras el doom de YOB, Neurosis arrancó con una atmosférica pero poderosa “A sun that never sets” con todos los elementos que han hecho grandes a los de Oakland. Riffs densos y muy matizados por las guitarras de Scott Kelly y Steve Von Till, la base rítmica de Edwarson y Jason Roeder, dinámica pero desnuda de adornos, y las pinceladas de los teclados de Noah Landis, quien fue ganando protagonismo junto a Von Till a medida que avanzaba el concierto. Para el segundo tema, “My heart for deliverance”, con su acento melancólico, la sala ya estaba a merced de Neurosis, quienes crearon un esqueleto de temas más serenos para la primera parte de la actuación. “A shadow memory” o la cruda y lenta “At the well”, se mezclaron con temas más fieros como “Bending light”, pero todo en los cauces de la tensión controlada que la banda maneja a la perfección, con pulso y autoridad, permitiéndoles fluir por la música junto al público.

Neurosis

Para el final de este bloque, Neurosis empezó a desatar la intensidad, con la psicodélica “Reach” y “To the wind” que enlazaron con un final apabullante de la mano de “End of the harvest” y “Stones from the sky”, dos temas en los que la épica, en el mejor sentido de la palabra, desembocan en una catarsis colectiva. Como aspecto negativo de la noche, habría que reseñar que ese habitual sector de público parlante de todos los conciertos y festivales de nuestros días, consiguió romper por momentos la atmosfera que el grupo generaba con su música. La propuesta de Neurosis no es fácil, e interpela a la audiencia a muchos niveles, algo que requiere como mínimo la atención de quien, por otra parte, ha pagado una entrada por verles. Sin ese lastre, el concierto de Neurosis hubiera sido perfecto.

Texto: Sergio Rodríguez

Fotos: Sergi Fornols

 

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