Encuentros

L’ Exotighost, «el rock, desde hace años, está en un callejón sin salida»

Una marimba, un theremin, instrumentos exóticos, guitarras steel y pedalería electrónica. A nadie excepto al ecléctico, versatil y extremadamente friki (en el buen sentido) Javier Diez-Ena se le habría ocurrido reinventar un género tan vintage como la exótica, en la que se demuestra experto, con toda una imaginería que va desde las profundidades espaciales hasta el mismo Hawai. Hablamos con este músico multidisciplinar, conocido por su increíble manejo del theremín, sobre esta “ida de olla” que reivindica que, todavía, y al contrario de lo que se pudiera pensar, no está todo inventado.Theremines, marimbas, máscaras tiki espaciales… ¿Qué habías desayunado el día que decidiste crear L’ Exotighost?

(Risas). Es casi como un viejo sueño hecho realidad. Hacía años que quería hacer una banda de exótica. Lo que pasa es que todo lo que toco, al final le acabo dando un giro hacia otro lado, porque no me gusta el rollo revival. Cuando se me ocurrió hacer exótica con un theremin fue en un tiki-bar que abrieron en Madrid (que ya ha cerrado). Un día, el dueño me dijo “¿Por qué no te pasas un día a tocar el theremin?” y yo pensé “buah, exótica y theremin…”

Con todos los instrumentos que llevas, me imagino la grabación del disco y aquello debía parecerse a una juguetería para músicos.

Sí, sí, total. Así fue la grabación, así fueron los ensayos y así van a ser los directos. Toda una feria. Es bastante ambicioso, yo lo reconozco. Porque, además de todo esto, está el procesamiento electrónico.

Y las máscaras.

El rollo máscara viene un poco de mi amor por la cultura tiki y a las máscaras tiki, que son algo que me encantan. Pero hubiera sido algo un poco absurdo en un proyecto de exótica extraña y un poco avanzada y puesta al día, como es L’ Exotighost, utilizar máscaras tiki ya hechas. Entonces, se me ocurrió coger unas máscaras de soldador, dibujé unos diseños y, al final, con esta cinta que se utiliza en los cines y los teatros, que es fluorescente, hice los dibujos un poco tribales. Es una mezcla entre algo robótico y algo exótico, que es un poco el espíritu del proyecto.

Se trata de un género que no es demasiado conocido.

Aquí la exótica es una cosa muy subterránea, underground. Y eso que lleva 60 años… E incluso está la nueva exótica, una serie de bandas que llevan reinventando el término bastante tiempo. La exótica son muchas cosas, no es solo esa música de los 50 con tintes polinesios, hawaianos, un poco latinos… Martin Denny y compañía, que por supuesto son los padres, los maestros. Pero es que luego la exótica ha dado tantas vueltas que tiene mil caras diferentes. Y hoy en día hay muchos grupos haciéndolo.

¿Cómo llegaste a la exótica?

En los 90 hubo un revival de toda la música de los 50, de todo lo que se llamó space edge pop, easy listening, que aquí también se le llamaba “música para coctel” (risas). Todo ese rollo que se reivindicó, sobre todo gracias a la película de Tarantino. Todo esto fue una corriente que recuperó a muchos compositores del pasado, y en todo ese maremagnum de recuperación había nombres como Lex Buster, Martin Denny, que son los padres de la exótica. Para mí, entonces, dentro de todo aquello, se quedó como una referencia más. Tarde unos años en investigar un poco más en el asunto. En el 2000, 2001 ya empecé a comprar discos de exótica. Y me di cuenta de que era algo que me gustaba y que no me canso nunca de escuchar, porque tiene un poder de misterio y de evocación que otras músicas no me dan. Tiene algo que no se marchita en el tiempo, a pesar de ser muy antiguo. Tiene algo que me evoca, siempre. En 2012 hice un viaje a Hawai con mi mujer, y aquello ya fue… increíble. Y eso que en Hawai, digamos que no han cuidado mucho la exótica. Fue muy impactante viajar allí y ver que es algo que no han querido preservar. Igual allí la exótica se puede considerar como un pastiche occidental.

Es cierto que incluso había intérpretes de exótica que trataban de borrar sus orígenes e inventarse otros. Inventarse su biografía. ¿Cuál sería tu biografía tiki?

Eso va un poco en torno a que la exótica es lo contrario al folk o la world music, que es lo auténtico. La exótica es lo contrario. Es coger las cosas, quitarles la raíz y mezclarlas en un mortero para sacar un sabor nuevo, como los cócteles tiki. Y eso es lo que yo quería hacer con esto. ¿Biografía? Uf, no sé. Me tendría que inventar algo un poco terrorífico y cercano a lo vudú, al cine de terror, que es por donde va el grupo. En realidad, mi interés con este proyecto es también mezclar algo luminoso y posiblemente divertido, como es la exótica en sí misma, con algo más oscuro. Hay un grupo que se llama Creepxótica en california, que me quitaron una buena etiqueta. Me tendría que inventar una biografía como que soy un hechicero de otro planeta. Hechicero extraterrestre.

¿Debías escoger un género así de “exótico” en sí mismo para crear algo nuevo?

Creo que, de alguna manera, todos sabemos que el rock, desde hace años, está en un callejón sin salida. Falta un poco esa explosión de antes, de cosas nuevas. Yo igual me estoy haciendo viejo, pero en los 90, cada mes, cada semana, descubrías dos o tres grupos nuevos de sonidos diferentes y era una efervescencia de estilos y de nuevas músicas que, logicamente, tenía que pasar con la música, se agotó la fórmula por acumulación. Entonces, la exótica creo que es una manera de volver a meter elementos en una coctelera y tratar de sacar algo nuevo, que todavía queda. Hay que darle vueltas, intentar encontrar nuevos sonidos. Yo oigo mucho la frase de “la originalidad está muy sobrevalorada” y digo “joder, ojalá estuviera sobrevalorada”. El problema es que, en el mundo donde vivimos, la originalidad está muy infravalorada, ahora estamos en la dictadura del melocotonazo, que dicen en Radio3. Todo tiene que ser grandes bombazos, grandes producciones, todo tiene que enganchar a la primera. Y a veces dices, sí, muy molón, muy directo, pero esto lo he oído 50.000 veces.

Texto: Elena Rosillo

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