Siempre es motivo de celebración que una institución del rock hecho aquí sigan dando guerra más de tres décadas después de echar a andar. Más si cabe, cuando lo hacen en plena forma y demostrando que a día de hoy su vasto repertorio, en muchos casos difícil de localizar física o digitalmente, mantiene el mojo intacto. Por eso mismo ver a Los Imposibles en 2019 es una experiencia gratificante, que afianza tu relación con un buen puñado de palos del rock and roll. Garaje, beat, pop ye-yé, reminiscencias latinas, rhythm and blues…
Todo cabe en el cóctel de los madrileños, quienes mantienen vivo ese espíritu genuinamente capitalino que comparten en cierta medida con sus coetáneos Sex Museum, de los cuales el inquieto Fernando Pardo colaboró con un cameo a las seis cuerdas. Iniciaron el show en formato cuarteto, acometiendo hits propios y ajenos, algunos recuperados para la ocasión, hilando bonitas harmonías, fundiendo así el espíritu del pop sixties hispano con la perenne cosecha de Stiff Records. A destacar la sentida revisión de «I Just Wanna Touch You» de Utopia. Según avanzaba la velada se sumaban participantes. Primeramente la percusión vibrante de Javier Entrañable; después el dúo de vientos y el hammond, conformando un todo homogéneo con el que ya no bajarían el pistón, haciendo bailar y cantar a los presentes, mediante un repertorio variado, del que no faltaron varios momentos de su último álbum, el recomendable Red! (2017). Y como colofón, un bis de tres temas perfectamente solapados donde tuvo cabida su enérgica lectura del «Good Lovin’» de The Rascals. Una noche de sonrisas y rock and roll, con un acercamiento necesariamente romántico hacia la música, ajeno a lo perecedero. Para celebrar el aquí y el ahora. Como si no hubiera mañana.
Texto y fotos: Daniel González
