Encuentros

McEnroe, “Prefiero mil veces ser cursi que cool”

McEnroe, ese grupo de culto que ha ganado su éxito a base de un maridaje basado en la ternura, el anonimato y esa autenticidad que buscan todos las bandas que se precian de pertenecer al underground, regresa tras cinco años de parón con La distancia (Subterfuge, 2019). Un trabajo que busca ahondar, en esta ocasión, en la amistad y la motivación como base vital. Hablamos con Ricardo Lezón del éxito y del fracaso, de aldeas y ciudades. De la vida, en general. Este mismo viernes (07/6) los madrileños tendrán la oportunidad de volver a ver a esta formación ya mítica del llamado indie español en el Círculo de Bellas Artes. Un concierto que ya ha colgado el cartel de «sold out». En estos días se reflexiona mucho sobre el feminismo y el papel de la mujer en la música. Pero, mientras escuchaba La distancia pensaba que es un disco muy moñas, con muchos valores asociados a lo femenino. ¿Os habéis planteado vuestra masculinidad?

Suena mal, moñas. Bueno, eso no te lo puedes plantear. Eres masculino y te toca así. No sé, yo creo que todos tenemos un lado femenino, y ese lado femenino siempre es más… no sé, por ejemplo, ahora que dices lo de “moñas”, siempre lo han usado como algo arrojadizo, “es que sois muy moñas”, y es verdad que solo lo decían tíos. Yo siempre he pensado que prefiero mil veces ser cursi que cool. Es una frase que decía siempre en los ensayos. “Es que esto suena cursi”, bueno pues mientras no me digan que suena cool… Prefiero cursi mil veces.

¿Y se puede seguir siendo cursi y tierno y seguir hablando de amor después de tantos años?

Pues parece que sí. Ahora que me ha dado por escuchar los discos antiguos (cosa que antes no hacía), cuando te fijas en las letras dices “hostia…” Es verdad que tú vas creciendo. Y ese crecimiento es algo que se ve muy bien ahí. Y bueno, ha habido muchos discos de McEnroe (demasiados, igual) que estaban muy focalizados en el amor de pareja, en la ruptura, en la cosa más pasional. Y yo creo que este es un disco que habla de amor, como todos, (por cierto, como todos los grupos que me gustan) pero de una forma más amplia. Se puede hablar de amor a muchas cosas. No sólo amor a la pareja, sino a tu padre, a un paisaje, a lo que haces, o a ti mismo, el amor propio, la amistad. En el disco, una de las canciones me la escribí yo a mí mismo. En plan “quiérete un poco, coño”.

¿Cuál te escribiste?

No era en plan “yo me la voy a escribir a mí”, sino como una carta a uno mismo. Por ejemplo, “Luz de gas”. Lo que pasa es que esto de explicar las canciones les quita un poco de magia. Es mejor que cada uno lo reciba a su manera o como quiera. Yo odio eso de los grupos, cuando hay una canción que te mola mogollón y la explican y te la destrozan. Como una de los Smiths, que yo creía que era una canción de amor de la hostia, y trataba en realidad sobre no comer animalitos, o no comerse el cordero. Joe.

Luz de gas me pareció muy mántrica cuando la escuché por primera vez.

Bueno, en esa canción yo escribí la primera parte, que es la canción en sí misma. Luego está la parada, que es una cosa que hemos hecho McEnroe muchas veces, lo de separar las estrofas, y la coda final, que es la que dices tú, que es como todo repetitivo. Eso parte de Gonzalo. Es una canción que habla de amistad. Y bueno, es lo típico de los ensayos, que te encuentras una cosa que te gusta y la repites durante 56 minutos, pero solo te gusta a ti y te dicen “hay que cortarlo”. Y tú dices, “¡Cortarlo, nunca!” Pero bueno, sí que hace como una elipse, que da vueltas todo el rato. La misma canción es darle vueltas a todo.

Hablando del amor concebido en todas sus formas, es cierto que los dos primeros temas tratan, sobre todo, del apoyo, de “estaré ahí para tí si me necesitas”, o el mismo título del primer corte, “Seré tú”.

Sí, es precisamente de eso. Es que siempre se hace como la lectura de “bueno, pues McEnroe, que es de amor y de que ella le ha dejado y se va”. Pero sí, es una canción de amistad, exactamente. De cantarle a alguien que puede contar contigo, también en las partes oscuras. Que ya sabe un poco cómo eres. Que te quiere a pesar de ser como eres. No se me ocurre una manera mejor de explicarlo. Hay una cosa, que es la típica rayada de Edu, el batería, que es muy naturalista y tal. Una cosa que yo ya había escuchado en Soria, a los pastores. Sobre esa distancia en la que el lobo, aunque le veas, no te va a atacar, porque a la presa le da tiempo a correr y nunca va a recortar esa distancia. Es curioso, porque lo tienen en su instinto. Eso, trasladado a la persona, a nosotros, pues muchas veces hay cosas que te gustaría hacer, y que no haces. Y acabas haciendo cosas que no quieres hacer. Hay otras que te gustan más, pero te dan miedo. En plan “¿Y si me sale mal?” Entonces trata de eso, de la amistad, el conocer a alguien que te ayude y te diga que, al final, solo estamos una vez aquí y dejar de hacer lo que te gusta es una gilipollez.

Bueno, también hay muchas cosas que te podría gustar hacer, pero no te puedes permitir hacerlas. En plan… me gustaría recorrer el mundo, pero no tienes dinero para hacerlo.

Bueno, yo en ese sentido, creo que hay dos cosas: una, que hay mucha gente que te dice que le gustaría recorrer el mundo, pero no le gustaría. Pero queda muy guay decirlo. Y luego hay mucha gente que dice “me gustaría recorrer el mundo”, y lo recorre. Y no le pasa nada. Tengo un amigo poeta, Alejandro Simón, que decía “joe, yo voy a Madrid, me meto en la Gran Vía, y me pregunto… ¿Qué busca la gente?” Yo cuando vivía en la aldea de Soria me preguntaba también, ¿qué esperan los que viven en Madrid?, ¿qué esperan?, ¿qué esperas que te ocurra aquí, en esta ciudad?, ¿esto es seguridad? Porque luego, además, la mayoría de la gente no está contenta. “Estoy puteadísimo en Madrid, me cobran una pasta”, ¿y qué haces allí?, ¿están esperando a encontrarse con Martin Scorsese por la calle y que les diga que van a ser actores, que van a ser el del cartel? Eso no pasa. Entonces, es como perderle el miedo a hacer lo que dice la canción, lo que te separa de ti. Lo que pasa es que hay mucha gente que te cuenta eso, “ay, me gustaría… pero no puedo…” No. No quieres, no puedes.

Estás a puntito de volverte a la aldea.

Ya estuve viviendo allí. Dos años. Yo me fui a Soria, a una aldea que se llama Noviales, que no es ni pueblo. Cogí un hotel rural pequeñito. Éramos tres. El pastor, su mujer y yo. Cuando hablan ahora de la España vacía…. esa aldea estaba muy vacía. Pero fui, y me asusté. Porque fui tan feliz… que me asusté.

¿Te agobiaste de felicidad?

No, me agobié de pensar que yo, para ser feliz, ¿tengo que estar aquí? Luego ya me dejó de agobiar. Es el sitio donde más he sentido que encajaba. Completamente. Y fui muy feliz allí, lo que pasa es que, claro, económicamente era inviable. Yo tengo dos niños. Si fuese por mí, me hubiese quedado. Si no tuviese hijos. Prefiero tenerlos, claro. Pero me hubiese quedado tranquilamente, vamos. Allí hubiese podido vivir solo tocando. Perfectamente.

Casi tan ruina como tener un grupo de indie, ¿no?

Bueno, según. Lo de los grupos y el éxito… yo creo que hay gente que vive de ello, ¿no? Lo que nos pasa a nosotros es que no hemos tenido éxito (risas). No estoy muy de acuerdo con las quejas. Hay mucha gente que se queja. “Es que no sé quién es un enchufado”. No, lo que tienes que hacer es gustar. Y ahora hay muchas posibilidades de gustar. Y luego, saber llevarlo y hacerlo bien.

¿Tú crees que no has triunfado?

A nivel comercial, no. Yo siento que he triunfado absolutamente con la música. Pero a nivel comercial, para poder vivir de ella, no. A mí el hecho de ir a tocar a una sala y que venga gente ya me hace una ilusión de la hostia. Y me encantaría poder vivir de la música. Pero ya sé que no voy a hacerlo.

Bueno, igual en el futuro os descubren como grupo de culto y…

El futuro no existe.

Pero quizás tener que vivir de la música también implica que el proyecto deje de tener ese matiz tan pasional. Cuando vives de la música, tampoco puedes dejar de tocar.

Eso es cierto. Es una reflexión muy importante. Y bueno, yo nunca he logrado vivir de la música, pero sí ha habido temporadas que me ha tocado tener que tocar para vivir. Y sí que se nota. Al principio hay un choque muy bestia entre el “toco porque me da la gana y porque me gusta” a “tengo que tocar”. Hay un abismo para saltar. Y te puedes caer. Yo me quedé en el vértigo. No sé, en general pienso que hay mucha confusión con muchas cosas.

¿Como qué?

Como eso de lo auténtico. La gente que escucha cosas que no conoce nadie porque piensa que son más auténticas. Cuando hay gente mainstream mucho más auténtica que algunos del underground.

Venga, da ejemplos.

No, que luego los pones.

 

Texto: Elena Rosillo

Fotos: Pablo Jaén

 

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Contacto: jorge@ruta66.es
Suscripciones: suscripciones@ruta66.es
Consulta el apartado tienda

Síguenos en Twitter